Hacía mucho tiempo que no me daba por poner en verso lo que me ronda por la cabeza. El viento me lo ha sugerido, y me ha convencido…
Foto: Benjamín Recacha
Cuéntame, mi viento amigo:
¿Dónde se fueron los sueños?
¿Dónde dejé los empeños?
Háblame, me voy contigo.
Sóplame, quiero sentirte.
Ya todo me queda lejos.
Rompí todos los espejos.
Tengo tanto que decirte…
Pero mi boca está muda,
mis ojos quedaron ciegos.
La realidad es tan cruda,
que devoró los sosiegos.
Y dime, mi dulce brisa:
¿Vale la pena esperar?
¿Sirve para algo luchar?
Aguarda, no tengo prisa.
Ya no.
Ay, viento… Nada comprendo.
Hay tantas cabezas bajas,
tantas voces decayendo,
y gritos que son navajas…
Hay tanto rencor oculto,
tanta herida mal curada,
tanta dignidad chafada,
que pensar es un insulto.
No quiero pensar.
Ya no.
Ni saber.
Ni sentir.
Ya no.
Viento, dime: ¿tú lo sabes?
¿Qué nos depara el futuro?
¿Superaremos el muro?
¿Encontraremos las llaves?
He esperado año tras año…
Han saltado tantas chispas…
Pero el fuego nunca prende.
Ya no sé de qué…
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