¡Oh, doctor, no puedo dormir! Cuántas veces se dice eso, ¿verdad? Al igual que con mi artículo anterior ¿Qué sería de mí sin mi barra de labios?, volvamos al pasado sin perder de vista la perspectiva económica, a ver qué nos encontramos…
Érase una vez, allá por los años cincuenta, cuando surge el boom farmacéutico en Estados Unidos y, seguido, el económico. Hacían medicamentos de todos los tamaños, colores y motivos. ¿Querría decir otra cosa Mary Poppins con aquello de las píldoras que os dan..?
Hay anécdotas miles, contaré dos. La primera: las señoras de clase alta, para adelgazar, iban al restaurante de moda y no comían, sólo se limitaban a sentarse, ver y dejarse ver, junto a sus acompañantes y modelos de alta costura, porque antes de salir de casa ya habían tomado anfetaminas para mitigar el hambre y estar activas.
Y la segunda la localizo en los estudios de cine. Allí las píldoras sí que eran como caramelos. Cada gran estudio tenía su propio médico, al cual recurrían todos los actores y actrices… Y Marilyn Monroe era una de ellas. Insomnio. No conseguía dormir sin ellas (como casi nadie en esa época).
«Lo terrible de esos años fue la accesibilidad a fármacos que iban por delante de la diagnosis médica, en este caso psiquiátrica, y en enfermedades que hoy serían tratables de otro modo eficazmente».
La actriz fue tratada por dos médicos privados, cada uno le daba diferentes recetas que ella solicitaba (si no hubiera sido imposible comprarlos), pero que ellos ignoraban. A la rubia más famosa del cine se le encontró en su cuerpo: Nembutal (un potente barbitúrico) e Hidrato de Cloral (un sedante, en una cantidad equivalente a 50 pastillas). Un cóctel mortal. Como sabemos, los barbitúricos retrasan el sistema nervioso central, permitiendo al cerebro descansar. Pero reducen el ritmo cardíaco y respiratorio. Para el año 1956, Marilyn era ya una adicta, notaba el efecto de la abstinencia en solo 12 horas, con náuseas y mareos; entonces pinchaba las cápsulas y las disolvía en champán, su bebida preferida y habitual… después, para paliar la somnolencia durante el día, tomaba anfetaminas.
Marilyn Monroe bebiendo champán en la playa de Santa Mónica, 1962
Hoy en día para los médicos el diagnóstico podría ser el de una depresión crónica; con un antidepresivo común, por ejemplo el famoso Prozac (Fluoxetina), comercializado a partir de 1987, quizás la historia hubiera sido otra.
He hablado del “mal uso” de algunos fármacos. Si aún no lo habéis hecho, en esta linea os recomiendo encarecidamente la lectura del artículo «Química Forense – sobre la Sumisión Química con Finalidad Sexual». Como contrapartida, hubo una aplicación muy positiva, histórica: la píldora anticonceptiva, liberando a las mujeres para controlar la natalidad e incorporarse al mercado de trabajo (aunque en puestos muy determinados y escasa promoción).
Gracias a ello se revolucionó aún más la economía, primero en los Estados Unidos y más tarde en el resto de países. Fue una corriente que afectó a la fabricación en todos los sectores: textil (aumenta su consumo, decae la sastrería a medida y comienza el prêt-á-porter); coches (el “Mini”, hecho para chicas y la ciudad); electrodomésticos para ahorrar tiempo, etc. Y estrictamente en investigación, la vacuna para la poliomielitis.
Muchas gracias, lectores y espero que «Dinero y boom farmacéutico», a propósito del insomnio y la píldora anticonceptiva os haya entretenido un rato.
Rita Carrera Buergo
«La Química en el siglo XXI» | Dr. Justo Giner Martínez-Sierra
«La Química en el siglo XXI» participa en los Premios Bitácoras 2015 en la categoría de Mejor Blog de Educación y Ciencia. ¿Me ayudas con tu voto? Haz clic en este enlace y vota.
Nota: Esta entrada participa en la LI Edición del Carnaval de Química, cuyo blog anfitrión es Scientia.
Si le ha gustado este artículo y desea reconocer el tiempo, esfuerzo y dedicación que hay detrás de él, ahora puede realizar una donación.
Cualquier cantidad, por pequeña que sea, será de gran ayuda para continuar dando vida a este proyecto.
¡Muchísimas gracias!