Revista Música
Asocio a Dinosaur Jr. a un momento importante de descubrimiento en mi vida, a una época en la que abría por primera vez mis ojos lúcidos a un mundo maravilloso y mucho más grande de lo que hasta ese momento hubiera podido intuir. En aquellos últimos 80, también los últimos de mi adolescencia, empezaba a tener las antenas a pleno rendimiento, cada vez mejor orientadas y afinadas para captar ecos y señales cada vez más abundantes, lejanos y variados, cada uno de los cuales venía a decirme y a confirmarme que con mi afición al Rock and Roll se me podían estar abriendo las puertas a un universo de posibilidades ilimitadas y de satisfacciones sin fin. Lo único que se requería es que yo estuviera decidido a dar el salto. Supongo que no hace falta decir que di ese salto, y, como cualquiera que tenga un blog de Rock and Roll seguro comprenderá, fue para descubrir que todas aquellas promesas antes sólo vislumbradas resultaron ser ciertas, se cumplieron con creces y lo siguen haciendo hasta el día de hoy. Dinosaur Jr. fueron para mí una de esas puertas y, desde entonces, también una de las bandas cuyo nombre y sonido llevo indisolublemente asociado a ese momento de despertar a la música y a su abanico infinito de posibilidades. Dicho esto, la vida pasa, los años nos van cayendo encima, y frente a eso cada uno hace lo que buenamente puede… En 1988 Dinosaur Jr. me sonaban rompedores, transgresores, diferentes, me sonaban independientes y alternativos en la más ortodoxa acepción de estos términos (tanto que incluso tardé en adentrarme en ellos un poco más que con otras de sus bandas contemporáneas). En 2012, cuando trato de buscar adjetivos que aplicar al sonido de su flamante nuevo trabajo, me sorprendo encontrando los mismos que hubiera utilizado hace casi 25 años. Estos tipos son un milagro en estos tiempos, una de las pocas cosas que me hacen sentir orgulloso de tener la edad que tengo o, para decirlo sin adornos, de ser todo un cuarentón.
¡Somos cuarentones y seguimos siendo los más molones!
El sonido de los dinosaurios no ha cambiado, aunque eso, por sí solo, no nos diría nada excepto que son unos tipos honestos que no se venden ni a modas y tendencias (lo que ya es mucho en un mundo donde la mayoría de las bandas alternativas se apuntan a cualquier cosa con tal de sobresalir y sonar diferentes y… “alternativos”). Lo que de verdad es sorprendente es que la calidad de sus canciones no ha bajado un ápice, si es que incluso no ha mejorado, con respecto a su época dorada de gloria juvenil. Discos como el anterior “Farm” (2009) o el “I Bet On Sky” que ahora se acaban de sacar de la manga le hacen a uno sentirse reconfortado con la idea de que no todas las cosas buenas se acaban con el tiempo, que hay unas pocas que permanecen y en la que podemos confiar y… ¡qué coño! ¡Que siguen haciéndonos sentir de puta madre!
Hablaba antes de canciones, pues a eso vamos porque haberlas las hay. En la inicial “Don't Pretend You Didn't Know” el pop juguetón del comienzo va ganando en suciedad y rasgueo de guitarra hasta alcanzar el clásico sonido dinosaurio antes de regresar de nuevo al pop y culminar con un largo solo espacial de guitarra… Y es una gozada. En “Almost Fare” el sonido acústico se da la mano con la intensidad eléctrica para producir una hermosa pieza de ritmo y melodía contagiosos. El wawa le viene de puta madre al otra vez pegadizo y potente ritmo de una “I Know It Oh So Well” que difícilmente te permitirá permanecer quieto en tu sillón. “Pierce The Morning Rain” suena feroz, contundente y acelerada, un trallazo de esos a los que siempre nos han tenido acostumbrados los dinosaurios. Como siempre, Lou Barlow se marca un par de composiciones que valen su peso en oro y que en este caso suenan frescas, vitales y llenas de fuerza, estoy hablando de “Rode” y de la contundente e inspirada “Recognition”. El sonido más clásico de los dinosaurios, y describámoslo de una puta vez porque ya me muero de ganas: melodía, épica, guitarras sucias y rasgadas, intensidad eléctrica, pulso rítmico y largos y acojonantes solos de John guitar hero Mascis, queda patente en esos dos temazos que llevan por título “What Was That” y en la absolutamente épica “See It On Your Side” que cierra el disco. Pero mentiría si no dijera que han sido la preciosa “Stick A Toe In”, cuya inspirada melodía hecha a la medida de la lánguida voz de Mascis superpuesta sobre las sucias guitarras marca de la casa me ha hecho soñar despierto, y la majestuosa “Watch The Corners”, con su inicio de ritmo pesado y demoledor, sus contagiosos power chords y su apoteósico solo de guitarra final, las canciones que desde la primera vez que escuché el disco se quedaron imborrablemente impregnadas en mis oídos. Una maravilla.
Lo dicho, es alucinante que a estas alturas sigan siendo bandas como Dinosaur Jr. (o sus amigos de Sonic Youth) las que sigan a la vanguardia, con muchísima ventaja, de un rock independiente y alternativo repartido entre la mediocridad, los fuegos de artificio y los repetitivos y ya aburridos y cansinos experimentos pastoriles.