JOSÉ DE SEGOVIA
Aunque pocos han leído el libro, el nombre de Moby Dick suena a la historia de una ballena. Lo que muchos no son conscientes, es que para su autor era una parábola sobre la lucha del hombre con Dios. La obra de Herman Melville (1819-1891) –que ahora aparece en edición DeBolsillo y Planeta– refleja el conflicto espiritual que vivió el escritor norteamericano con su herencia puritana.
Muchos han oído hablar de este libro –inmortalizado en el cine por John Huston en 1956–, pero pocos saben algo de su autor, La figura de Melville sigue siendo bastante enigmática, ya que ni siquiera en su época fue alguien precisamente popular. Su carrera está marcada por la decepción y las ilusiones frustradas.
Es un escritor apaleado y fugitivo, cuyo oscuro carácter ha quedado oculto por la silueta de una ballena. Su monumental obra demuestra sin embargo un genio literario tal, que uno no puede menos que admirarse del titánico esfuerzo que supuso para Melville una vida cotidiana agobiada por las deudas y los desastres familiares. Su lucha contra viento y marea, no sólo le enfrentó a la indiferencia de sus contemporáneos, sino también contra sus propias borrascas interiores, de las que Moby Dick es un fiel reflejo.
Puede leer aquí el artículo completo de este escritor y periodista, de fe protestante, titulado Dios, Melville y la ballena blanca