Parece que Dios no cabe en el universo de Stephen Hawking, aunque sí que cabe -desde luego, con el buscado escándalo de su negación- en el plan de marketing de su último libro, The Grand Design.
Sorprende un poco -a estas alturas del estado del mercado editorial y periodístico- que los periódicos se hayan prestado al juego de promoción del último libro de Hawking.
No sorprende nada, sin embargo, que los agentes de promoción del libro se hayan aprovechado del posible escándalo y polémica que levanta una afirmación tan solemne. Sobre todo puesta en boca de un físico tan sentimentalmente valorado por su estado físico, aunque no se entienda ni lo que dice, ni las razones que presenta para decirlo.
Pero queda bien apoyar al minusválido físico que se supone sabio (como quien hace una obra de caridad), y queda chic apuntarse a negar rotundamente a Dios (como el mafioso o el señorito que agradece que un currante le haga el trabajo sucio).
El caso es que el asunto de Hawking con Dios es bastante viejo, y quizá demasiado corta la memoria de los periodistas. En beneficio del marketing del libro.
Porque como a los famosos (Hawking es simplemente eso, desde el punto de vista periodístico) no les hace falta acreditación profesional para ser escuchados en lo que dicen, y por eso casi nadie se preocupa de entrar al alcance del estatuto epistemológico de la física y asuntos colindantes. Basta el titular escandaloso del famoso, de modo que Dios -para que salgan las cuentas- resulta imprescindible en el marketing del libro.
Parece que Dios no cabe en el universo de Stephen Hawkins. Pero Stephen Hawkins sí que cabe en el universo de Dios. Que es la realidad que realmente importa.
publicado el 25 septiembre a las 04:25
Llegué algo tarde a esta publicación. Noblejas, cito parte de tu texto: "...El caso es que el asunto de Hawking con Dios es bastante viejo, y quizá demasiado corta la memoria de los periodistas. En beneficio del marketing del libro..." Y qué si Hawking hace dinero con el asunto dios, al tratar de explicar (aclarar) cuestiones trascendentales asociados a eso que llaman "dios". ¿No ha hecho lo mismo la religión del lado opuesto? Lo que me deja ver este texto es que el autor no entiende nada de ciencia y sin embargo es un apasionado defensor de su religión.