Revista En Femenino

Dios sale a mi encuentro

Por Ana María Ros Domínguez @anaroski

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Cuando ando convencida que en mi fuerza lo puedo todo, y empiezo a empujar y a empujar, intentando derribar muros duros y robustos, cuando mi ego me dice que si que puedo y que puedo sola, cuando me siento fuerte y por encima de todo, cuando me olvido de recordar quiénes me quieren y quienes se preocupan por mi para seguir mi camino en solitario, cuando hago oídos sordos, cuando solo miro hacia donde yo quiero mirar porque me cuesta girar la cabeza, entonces en esos momentos, Dios aparece en mi vida y sale a mi encuentro.

¿Cuándo te vas a enterar Anita que no eres Sansón?

¿Cuándo vas a darte cuenta que no puedes llevar el mundo sobre tus hombros?

¿Entenderás algún día que tu fuerza sin mi solo es fuerza bruta?

¿Comprenderás que esa pasión ha de dar lugar a una FE verdadera?

¿Aún no te has dado cuenta que soy yo quien deja las huellas para que tu sepas elegir el camino correcto?

Entonces, te paras, meditas, haces examen de conciencia, a primera instancia sientes lástima de ti, de tu situación, de lo sola y lo mal que te sientes, tus fuerzas, tu vitalidad, tu gran energía parece haberse agotado por completo, en su lugar ahora prevalecen la ira, la crispación, y donde había paciencia ahora hay impaciencia, donde había muestras de cariño, ahora hay rechazo, donde había orden ahora hay caos, y te das cuenta, que efectivamente sin su luz, sin su palabra, sin su alimento para el alma no puedes seguir, y entonces es cuando alguien sale a tu encuentro, para recordarte que no deberías de haberte salido del redil.

Ese alguien puede ser un amigo, un familiar, un compañero del trabajo o simplemente alguien poco conocido, que en un momento dado hace que te replantees y que te cuestiones, y es que como decía mi madre, Dios se vale de sus criaturas.

(Dedicado a mis compañeras de la Red Laical)


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