autor: blog Agua Viva
En La esencia del cristianismo Ludwig Feuerbach sostiene que la religión es una forma alienada de conciencia humana, un efecto acústico derivado de la propia voz del hombre. Dios no es más que una proyección del hombre. El corazón del hombre es como una cámara. Dios no es más que la proyección sobre la pantalla celeste de los temores y deseos del hombre. La frase de Andrés Comte-Sponville lo dice todo: “Una creencia que responde tan exactamente a nuestros deseos hace temer que haya sido inventada, justamente, para satisfacerlos".
El evangelio del miércoles pasado nos habló del matrimonio y el divorcio.
Mateo 19: 3 - 12
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3 Y se le acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, le dijeron: «¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?»
4 El respondió: «¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra,
5 y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne?
6 De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.»
7 Dícenle: «Pues ¿por qué Moisés prescribió dar acta de divorcio y repudiarla?»
8 Díceles: «Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón, os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así.
9 Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer - no por fornicación - y se case con otra, comete adulterio.»
10 Dícenle sus discípulos: «Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae cuenta casarse.»
La Ley autorizaba el divorcio y los fariseos discutían sobre los motivos que permiten el repudio de la esposa. Los doctores judíos seguían unos la escuela laxista de Hillel, y otros la escuela rigorista de Sammai que sólo permitía el divorcio en caso de infidelidad de la esposa y los interlocutores quieren conocer la opinión de Jesús al respecto. Jesús responde que la indulgencia de la Ley es contraria a la primera institución del matrimonio. Se remonta, por encima de todas las interpretaciones y aun sobre las concesiones de la legislación mosaica, y proclama que nunca es lícito divorciarse, pues lo que “Dios unió, el hombre no lo separe” ya que “al principio no fue así”, sino que según el precepto divino hombre y mujer deben formar “una sola carne”. La alusión es a Génesis 2, 2. El contexto no admite excepciones en la indisolubilidad del vínculo conyugal. Ante una respuesta tan intransigente, los fariseos alegan que Moisés permitó el repudio pero Jesús les atajó al punto: esto fue una concesión temporal debida a “la dureza de sus corazones”; y, recalcando su idea, decla: “quien repudia a su mujer y se casa con otra, adultera”. Si se admite el sentido de excepción (salvo en caso de adulterio), Jesús se colocaría dentro de la escuela de Sammai, y no se explica entonces la reacción de los discípulos ante las palabras de Cristo: “si tal es la condición del hombre con la mujer, preferible es no casarse”. Sin duda que esta reflexión supone una posición intransigente de Cristo respecto de la indisolubilidad del matrimonio.
Hasta aquí alguno dirá: y qué tiene que ver con la crítica a la religión de Feuerbach y tantos otros? Tiene que ver y mucho.
Seamos honestos, la idea de tener varias mujeres -que convivan pacíficamente compartiendo el marido- es una idea que agrada a cualquier hombre. Si Jesús es un invento humano utilizado por hombres para proyectar deseos y necesidades, lo lógico sería que permitiera no sólo el divorcio sino que aprobara la poligamia.
Lo siguiente se puede leer en una página musulmana:
Según la ley islámica, la poligamia no es un capricho que el ser humano puede elegir cuando le apetece. Debe cumplirse una serie de requisitos muy importantes y debe darse en unas circustancias muy determinadas. Es un permiso condicional y no un artículo de fe ni una cuestión de necesidad. Por ejemplo, la poligamia es factible para evitar un mal en la sociedad. Realmente en la sociedad occidental EXISTE LA POLIGAMIA, pero de forma ilegal. Esto deja desprotegidos a los hijos ilegítimos que pudiera haber y a la mujer con quien la practican. Todos sabemos cuántos hombres tienen una “querida”. Bien, esto es regulado de forma que si la esposa prefiere no divorciarse de su marido y consiente que éste se case con la otra, en casos muy particulares, sea posible el matrimonio con esa segunda mujer. En determinadas sociedades, esto es normal (es algo cultural, aunque a los occidentales ,incluidos los musulmanes europeos, nos pueda parecer muy extraño), el Islam lo único que hizo fue regularlo, legalizándolo y restringiendo la poligamia.
Jesús también podría haber enseñado que el mártir al morir lo esperaban varias mujeres en el paraíso. Sin embargo enseñó que en el cielo serán como ángeles, es decir, como hermanos.
Tiene razón Andrés Comte-Sponville, una creencia que responde exactamente a nuestros deseos hace temer que haya sido inventada, justamente, para satisfacerlos.