Dicen que siempre es sano regresar a esos lugares donde uno se siente a gusto. Y El Niño Gusano, es un lugar al que necesito regresar cada vez que puedo.
El talento, la sabiduría y la absoluta locura surrealista de las letras del excelso Sergio Algora, me llevaban de viaje a otros mundos, con esas canciones únicas, de melodía tan redonda como rueda de molino.
Nunca seré capaz de decidir cual de sus discos me gustaba más, pero si sé que la canción que más veces he cantado a grito pelado es y será Pon tu mente al sol, una obra maestra, con momentos como "si pudiera elegir, saldría de la bolsa del canguro, ya tengo listo un traje listo para mi corazón"; "no, ninguno de nosotros estamos con frío", dan muestra clara de la razón de tal afirmación.
La rotunda, El rey ha muerto, con esos coros y esa melancolía escondida tan Teenage Fanclub; las divertidas Mr. Camping y Mme Dos Rombos, esa mujer que "pelaba la naranja con maldad"; ese gran título que es Vicente del Bosque, donde se utitliza el nombre del ahora seleccionador nacional para explicarnos la jauría bosquímana y otros delirios dulces; o la inmensa Pelícano, que personalmente es de mis favoritas y es de esas canciones que te transporta directamente a otra época, aunque solo sea a la que fué creada, suficiente para un nostágico estúpido como yo.
Un disco, un grupo y unas canciones que forman parte no solo del imaginario, sinó del corazoncito de quién escribe estas lineas, que espero que nunca deje de recuperar cada cierto tiempo y que si se pudiera, me encantaría mostrar a generaciones posteriores a la mía, aunque eso suene a quimera.
Algora se nos fué, pero tenemos a Vinadé (rima y juega feliz) haciendo gemas de pop perfecto en Tachenko, así que no debemos quejarnos en exceso.
Preso otra vez, en el mas triste final del cuento, ese final del cuento...