Cuenta la historia que Springsteen grabó las canciones de "Nebraska" en una grabadora a casete Teac de cuatro tracks, a la manera de demos. Más tarde llegó a grabarlas con la E. Street Band, pero a último momento cambió de opinión y decidió editar los demos tal como estaban, con ese halo fantasmático que los sobrevolaba.
Como sea, "Nebraska" bien puede ser "el" disco de The Boss. Su disco "Dylan". Su disco "de songwritter". Y el que despeja las dudas de cualquier pavote que todavía ande por ahí dudando del talento del Jefe de New Jersey. Acá, despojado de todo, pela su fuego sagrado para la canción.
Las canciones suenan a lo que promete la tapa del álbum: como si estuvieran sonando en una radio de un auto en plena ruta, atravesando ese paisaje gris y nevado. Sus letras -como suele ocurrir en la cosmogonía de Bruce- hablan de personajes marginales, asesinos, patrulladores de la ruta y demás perdedores con escasa (o nula) posibilidad de redención.
"Mansion on a hill" y "Nebraska" manejan el mismo clima meditabundo y quieto. La segunda, para contar la historia verídica de Charles Starkweather, un asesino de 19 años y su novia de 14. El corazón rockero de Bruce se suelta en "Atlantic city", "Johnny 99" y "Open all night".
Los que vieron la película "The indian runner" (dirigida por Sean Penn) encontrarán los ecos de "Highway patrolman" en ese chico que trabaja para la ley pero deja escapar a su hermano metido en problemas. Un año más tarde, Johnny Cash grabó su versión de este tema en su disco "Johnny 99" (que también traía un cover de esa canción).
Paradito ahí solo en medio de dos monstruos como "The river" y "Born in the USA", "Nebraska" sigue irradiando su encanto intimista, casi de fogón. Las canciones pueden ser así de simples. Y siempre, siempre son las que mandan, nos dice el Boss desde este paisaje nevado e inolvidable.