Revista Opinión

DISCULPE EL SEÑOR (Relato basado en una canción de Joan Manuel Serrat)

Publicado el 07 julio 2018 por Lulesi

DISCULPE EL SEÑOR (Relato basado en una canción de Joan Manuel Serrat)

Disculpe el señor, pero los pobres están ya en todas partes. La miseria humana, generada desde los escaños parlamentarios, las guerras por petróleo o por ego, ha producido millones de multitudes, tan hambrientas de alimento como de libertades.

Anegan ya las fronteras con concertinas de los países regidos por el fascio, las inmensas cárceles al aire libre y helado de los inviernos, se multiplican de forma ciega en los umbrales del confort de la sociedad de consumo y quieren calefacciones y frigoríficos.

Crecen en las escalinatas de los templos de cualquier clase de dios, cruzan desiertos y selvas, se entregan a las mafias de la patera, mueren por millares en viajes suicidas. En el silencio de la noche de Occidente, bajo las estrellas, se oye su lamento. Los mares son fosas comunes de niños, embarazadas y estertores de que gentes que huyen de la guerra, del terror de las bombas de racimo.

“No piden limosnas, no…

ni venden alfombras de lana,

tampoco elefantes de ébano.

Son pobres que no tienen nada de nada.”

Disculpe el señor, a las fronteras del estómago lleno, llega ya el olor de la paja humeante de los bidones en la nieve. La miseria humana constituye un mar que va cubriendo la mayor parte del planeta, pero las conciencias no se remojan, pero al otro lado de las hirientes concertinas, hay campos de golf, donde los exquisitos demócratas de la moqueta, teorizan, en mesas redondas y tertulias a la violeta, sobre la muerte de Carlos Marx. Son tan amantes de la democracia como del paté a las finas hierbas.

Las iglesias, dan cínicas encíclicas sobre el amor al prójimo desde sus vellocinos de oro, desde los mejores cuadros que ha producido esta civilización de hipócritas, pero el fermento del hambre, el frío y el miedo puede acabar con todas. Sus alaridos traspasan ya los llamados “valores culturales” y a las reservas estético-morales de los intelectuales con los pies calientes, formados por la derecha al amparo de los Bancos, todavía no les ha ha llegado el terror.

Que llegará. Y arrasará. Y las democracias de praliné quedaran hechas una mierda.

“Disculpe el señor,

se nos llenó de pobres el recibidor

y no paran de llegar,

desde la retaguardia, por tierra y por mar.”

Disculpe el señor, pero no hay forma de calmar a los pobres, producto de sus guerras, de sus bombardeos, de su elevada renta per cápita, esa marea está golpeando sus puertas, su confort y sus cuentas corrientes.

Todas sus horas están contadas. Disculpe el señor.


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