Por Roque Morán Latorre
(Publicado originalmente en diario El Universo, Guayaquil, el 13 de agosto de 2010)
Tomado de https://www.artsthread.com/portfolios/yourutopiamydystopia/
Cuando Tomas Moro escribió en 1516 su libro sobre utopía, nunca se habría imaginado que la mordaz crítica que en sus páginas clavó a la sociedad de su época prevalecería indefinidamente; tanto, que cuando repasamos sus textos, palpamos una certera congruencia con el tiempo actual.
Moro bautizó como utopía a una isla perdida en medio del océano cuyos habitantes habían logrado el Estado perfecto: un Estado caracterizado por la convivencia pacífica, el bienestar físico y moral de sus habitantes, y el disfrute común de los bienes. Ante esta utopía, a finales del siglo XIX hubo que inventar otro término; su antónimo, al que se le ha definido como “distopía”.
Distopía es lo radicalmente antiético, es todo lo que se pueda hacer en contra de una sociedad ideal, todo lo que pueda dañar, material y moralmente a los seres humanos; y es precisamente este antónimo el que define, con meridiana precisión, las maneras del mundo actual: egoísmo, hipocresía, engaño, mentira, explotación, vanidad, soberbia, hedonismo, intolerancia, poder mal utilizado. ¿Acaso no percibimos una descarada distopía en nuestro país y en su entorno?
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