El kirchnerismo posee una amplia gama de herramientas para sembrar la verdad del modelo. Coimas, coerción, aprietes, propaganda funcional, mentiras, fondos discrecionales, sindicatos, jueces afines, progresismo, cooptación del delincuente, Derechos Humanos, asesinatos, etc. Pero una de las más fuertes, parece pasar desapercibida para el público común (y más, para el opositor de paisano), y es la división de esa misma sociedad opositora.
Mientras que todas las otras herramientas del delito son notadas y denunciadas, ésta última parece poseer una capa de invisibilidad que se muestra como “debate”, “apertura mental”, y otras formas similares, y es vestida con celeridad por el estrato opositor, haciendo que los puntos principales se difuminen y se entre en esa especie de niebla espesa en donde las posiciones contrarias pueden ocurrir con un solo giro distinto en alguna parte del camino. Y allí, además de perder el punto principal y teniendo en cuenta la falta de tolerancia que parece ser un denominador común del argentino promedio (al menos en estas épocas), se logra una “diferencia inaceptable” que provoca la división y hasta la enemistad de sectores que, hasta ese entonces, tenían bien en claro quién era el verdadero enemigo.
Y quiero aclarar que cuando me refiero a que esa división afecta sólo al opositor, significa que los pensantes pueden encontrarse entre estos últimos. Habrá idiotas, habrá esclavos militantes, pero el (poco) movimiento neuronal pasa por ese sector. Recordemos que el mismo kirchnerismo nos ha blanqueado que ellos no piensan, sino que funcionan como zombies bajo los misteriosos embrujos presidenciales. Entonces, cuando desde el sector lobotómico se simula instalar un “debate”, lo que se hace es tirar carne podrida en el sector contrario para poder separar y hasta ganar adeptos con esa traicionera táctica. A ellos les da lo mismo, porque si Cristina dice algo un día y lo contrario al otro, ellos girarán aparatosamente detrás de ella sin siquiera dar explicación alguna. Los únicos que queden con algo de lógica, moral y honor, definitivamente no están en ese bando.
Para que puedan visualizar mejor de lo que estoy hablando, les dejo 3 ejemplos claros:
-Nacionalizaciones: YPF, privada, no iba a ningún lado. Entonces, se instala la “teoría del beneficio de tener una empresa nacional”, y se divide a la oposición. A tal punto, que muchos políticos opositores le votan el proyecto por “patriótico”. Al poco tiempo, fue menos rentable que antes y se salió a buscar semiprivatizarla (otra vez). El kirchnerismo no sólo jamás dijo nada al respecto, sino que alabó “la teoría del beneficio de tener algo un poco nacional y otro poco con fondos y en el extranjero” como si nunca hubiese tenido la posición anterior. Los opositores de antes se enojaron, pero otros nuevos se alegraron, y la división siguió estando.
-Paro de maestros: los maestros, luego de años luchando sin que los escuchen, lanzan un paro que terminó durando 17 días. Se instala entonces el debate de “¿los derechos de los chicos son mayores que el de una puja salarial o una movida política?”, y se divide a la sociedad entre los que apoyaban la lógica del Gobierno, quienes apoyaban al paro educativo, y hasta los que apoyaban ambas o ninguna.
-Linchamiento de delincuentes: vecinos cansados de los robos, agarran a uno que le sustrajo una cartera a una madre con su bebé, y lo golpean hasta el cansancio. El chorro muere 3 días después, y se intala el “se puede linchar a un inocente”, el “¿Estado de Derecho o justicia de la selva?”, el “se quejan pero ellos mismos aplican la inseguridad”, y demases. Ahí, la división fue aún mayor porque significó una apertura que iba desde el Derecho mismo, hasta las filosofías de izquierda en donde el asesino mata por falta de inclusión o excusas infantiles similares.
Yo hace tiempo que dejé un poco de lado el blog, y en parte es precisamente por este engaño del que está tomando parte toda la sociedad (a sabiendas o sin reconocerlo). En esta eterna táctica de la pelea en el barro, no se pueden hacer planteos a largo plazo o llevar a debate verdaderas ideas, porque siempre terminarán dividiendo al público común y creando “diferencias irreconciliables” no sólo donde tal vez no las haya, sino también en situaciones en donde no son relevantes.
Así, mientras con YPF los kirchneristas viraron a voluntad como un grupo, el resto se quedó debatiendo ambos cambios y sembrando atomizaciones de opinión discordantes con el resto. Con el paro, todos los K estaban en bloque compacto, mientras el resto se dividía en una lucha encarnizada en la coctelera llena de derechos, educación, paros, sindicatos, y un sinfín de colaterales inesperados. Y mientras los K defendían los derechos de los chorros, de este lado debatíamos si morir como ovejas o morir como ovejas que se defienden, o si el rrocho era así porque sí o por las tendencias neoliberales mundiales.
En una sociedad con un alto déficit de atención, el punto central se pierde casi con el simple chasquido de los dedos del Ejecutivo, y entramos en una espiral descendente de filosofías baratas, incongruentes, inaplicables, y definitivamente irrelevantes. Las armas de distracción masiva del kirchnerismo son altamente efectivas en una sociedad como la nuestra. Así, evitamos el punto central del “¿deberíamos cederle una empresa a un Gobierno que se roba todo y vuelca las migajas a sectores funcionales?”, y de la posterior “¿deberíamos permitir que una empresa extranjera inyecte efectivo a un modelo que no sirve para nada, y cuya deuda deberían pagar hasta nuestros nietos?”. Entramos en discrepancias discursivas en vez de focalizarnos en “¿existe mal sueldo para los maestros, cuando los funcionarios ganan 10 veces más haciendo 10 veces menos?”. Sentamos posiciones con los linchamientos, pero olvidamos el “¿quién es el culpable de que el delito aumente a diario?”. Y así seguimos amnésicos sobre cuestiones como que el Gobierno estatiza y privatiza a la vez y cuando quiere, que el mismo Gobierno que se queja de los paros es que los habilita a hacerlos, y que Cristina defiende a barrabravas, terroristas, delincuentes de calle… a menos que la ataquen a ELLA o no le sean funcionales.
Tenemos que volver a recuperar el punto, centralizar la vista en el problema principal, que es el que desencadena todo el resto de nefastos eventos por los que tenemos que vivir y volver a vivir, a diario, periódicamente, constantemente, hasta cuando ustedes están leyendo ésto. No es momento de filosofar eternamente sobre efectos colaterales, calmantes, o síntomas, hay que concentrarse y atacar la enfermedad misma de una vez por todas. Tampoco es el tiempo de trazar ideas de larguísimo plazo o discutir estrategias para dentro de 10 años, porque el problema es HOY. Lo poco que nos queda de país, de valores, y de buena gente, nos requiere una unión y una focalización muy específica hacia ese verdadero mal, que siembra el resto de los demonios sobre los que nos pasamos discutiendo la poca vida que nos dejan vivir. Ya habrá tiempo de debates, ideas, y consensos, y hasta de ir más arriba del kirchnerismo para discutir cuáles son los verdaderos males nacionales y mundiales. Hoy, definitivamente no es ese tiempo.
PLPLE