Al margen de cuestiones culturales, la docena ha sido durante mucho tiempo uno de los sistemas de medida habituales.
El uso más antiguo conocido del sistema duodecimal se remonta hasta los astrónomos de Mesopotamia, y aún se sigue utilizando al dividir el año en doce meses, y el día en doce horas diurnas y doce nocturnas…
… y, también, para contar y vender huevos.
Desde luego, venderlos por peso, como se hace con otras muchas cosas, no parece ser muy práctico, fundamentalmente por la propia fragilidad de los huevos.
Yo no me imagino metiendo huevos a granel en una bolsa, cerrándola con un nudo y soltándola primero en la báscula para pesarlos y después en el carro de la compra… no sé cuántos huevos llegarían íntegros a mi casa.
Parece claro que lo mejor es venderlos por unidades y cuidando que no se puedan romper con facilidad.
Pero… ¿Por qué en docenas y no, por ejemplo, en decenas?
La razón es en buena parte matemática y, en definitiva, práctica.
Si analizamos los divisores naturales de 12 (12 son las unidades de una docena), tenemos que:
div(12) = 1, 2, 3, 4, 6, 12
Esto quiere decir que podemos dividir la docena de huevos en 1 grupo de 12 unidades…
De acuerdo, dividir lo que se dice dividir tal y como lo entendemos habitualmente no lo hemos hecho mucho que digamos con esto, pero matemáticamente sí que hemos dividido por la unidad.
Podemos también dividirla en 2 grupos de 6 unidades…
… 3 grupos de 4 unidades…
… 4 grupos de 3 unidades…
… 6 grupos de 2 unidades…
… o 12 grupos de 1 unidad (cada huevo de forma individual)…
Es decir, podemos quedarnos o comprar la docena entera, media docena, un tercio de docena, un cuarto de docena, un sexto de docena e incluso un doceavo de docena (una unidad).
Y esto resulta muy práctico para un producto indivisible en su unidad (lo de dividir un huevo en partes es complicado) y básico de nutrición.
Si ahora hacemos lo mismo con una decena:
div(10) = 1, 2, 5, 10
Podremos considerar la decena entera, media decena, un quinto de decena y un décimo de decena (una unidad), que tampoco está mal, pero nos da menos opciones. De hecho, también se venden decenas de huevos, aunque es mucho menos habitual y más difícil de encontrar.
Llegados a este punto, alguien podría pensar que quizás esta mayor versatilidad a la hora de fraccionar la docena sea porque en ella hay dos huevos más que en la decena, y añadiendo algún huevo más a la docena conseguiremos más posibilidades aún.
Está bien pensarlo, pero no es muy acertado.
Para comprobarlo basta con ver, siguiendo el mismo procedimiento de antes, los divisores de 13, 14, 15, 16…
div(13) = 1, 13 (13 es un número primo… ¡mala opción ésta!)
div(14) = 1, 2, 7, 14 (tenemos cuatro opciones como con las decenas y utilizando más huevos)
div(15) = 1, 3, 5, 15 (no mejora esto y, además, al ser impar no podemos considerar la mitad)
div(16) = 1, 2, 4, 8, 16 (seguimos teniendo menos opciones que con la docena)
div(17) = 1, 17 (está claro que los números primos no nos ayudan)
div(18) = 1, 2, 3, 6, 9, 18
¡Seis posibilidades!
Sí, pero no hemos conseguido mejorar nada, y ya son demasiados huevos para transportar en una bolsa y para guardar en el frigorífico.
Después de todo esto, yo creo que está bastante clara la razón del éxito de las docenas a la hora de contar y vender huevos.