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Creo que después del BOE este blog es el segundo lugar donde más se cita la Ley de Autonomía del Paciente.
Es una exageración, pero no me cansaré de repetir en todos los post relacionados con decisiones médicas que tenemos unos derechos reconocidos que a veces desconocemos o a los cuales renunciamos para nuestro propio perjuicio personal y colectivo.
Ley 41/2002 de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica.
En ese título tenéis el PDF pero querría copiar aquí algunos puntos :
Principios básicos.
1. La dignidad de la persona humana, el respeto a la autonomía de su voluntad y a su intimidad orientarán toda la actividad encaminada a obtener, utilizar, archivar, custodiar y transmitir la información y la documentación clínica.
2. Toda actuación en el ámbito de la sanidad requiere, con carácter general, el previo consentimiento de los pacientes o usuarios. El consentimiento, que debe obtenerse después de que el paciente reciba una información adecuada, se hará por escrito en los supuestos previstos en la Ley.
3. El paciente o usuario tiene derecho a decidir libremente, después de recibir la información adecuada, entre las opciones clínicas disponibles.
4. Todo paciente o usuario tiene derecho a negarse al tratamiento, excepto en los casos determinados en la Ley. Su negativa al tratamiento constará por escrito.
5. Los pacientes o usuarios tienen el deber de facilitar los datos sobre su estado físico o sobre su salud de manera leal y verdadera, así como el de colaborar en su obtención, especialmente cuando sean necesarios por razones de interés público o con motivo de la asistencia sanitaria.
6. Todo profesional que interviene en la actividad asistencial está obligado no sólo a la correcta prestación de sus técnicas, sino al cumplimiento de los deberes de información y de documentación clínica, y al respeto de las decisiones adoptadas libre y voluntariamente por el paciente.
7. La persona que elabore o tenga acceso a la información y la documentación clínica está obligada a guardar la reserva debida.
Creo que solo leyendo lo resaltado en negrita ya queda claro cuál es el papel de cada uno en esta historia no?
El profesional sanitario debe informar al paciente, éste ha de decidir, el profesional respetar la libre decisión del paciente, y este asumir las consecuencias de su decisión.
¡¡Qué sencillito!!
Pero resulta que como a lo que menos acostumbrados estamos unos y otros es precisamente a esos roles, surgen los problemas.
Muchos profesionales están acostumbrados a dar su opinión en lugar de información, y a decidir en vez de informar y los pacientes a preguntar y a que decidan por nosotros.
Ejemplo habitual:
Mujer lactante que va a su médico porque tiene dolor al amamantar. No hay grietas, no hay fiebre, y el médico que en el 98% de los casos sabrá de lactancia menos que esta mujer, le dice que si le duele que tiene dos opciones, que deje de amamantar o que se aguante. Y como “solución” médica le receta Cabergolina, (la famosa Dostinex). Evidentemente sin informar de los posibles efectos secundarios de ese medicamento.
Si ya es de juzgado de guardia que un profesional desconozca casi por completo cómo funciona uno de los mecanismos fundamentales para la vida y supervivencia del ser humano, más penoso aún es que no lo reconozca y dé como soluciones dos opciones drásticas y paternalistas, a saber, que “se aguante” o que corte la lactancia de raíz. Si hiciéramos los mismo con la dentadura, estaríamos todos sin dientes. Y más que triste, es vergonzoso, que se den esas recomendaciones sin tomar en cuenta lo que puede suponer esa decisión para la madre, para el bebé, para la salud de ambos presente y futura, para su economía, para su estabilidad emocional.
Me gustaría un día sentar a esos médicos que recetan la pastilla con esa alegría con las mujeres que les creyeron y que meses o años más tarde descubrieron que había otras opciones, opciones que les fueron ocultadas y que mediatizaron su decisión. Porque además una mujer puérpera, preocupada por su hijo, y más aún si siente dolor, va a tener difícil decidir objetivamente, pero mucho más si solo se le plantea una opción tergiversada y presentada como la única solución posible.
Y eso por no citar los casos en los que luego el bebé una vez destetado a la fuerza, con lo que eso supone, ha resultado ser alérgico a la supuesta panacea de la leche de fórmula. ¿Quién paga por esas decisiones? ¿Quién recoge los platos rotos? Evidentemente el bebé primero y su madre después. No el médico que seguirá yendo a congresos en hoteles muy lujosos patrocinados, qué casualidad, por empresas de alimentación infantil.
Creo que es hora de espabilar como pacientes y aprender a saber qué exigir, y aprender a tomar nosotros las decisiones, sopesados todos los factores, y a poner en su sitio al que intente pasar la línea de su trabajo, esto es dar opiniones personales como dictámenes médicos, omitir información, decidir por nosotros, juzgar nuestra decisión.
A esta situación hemos llegado entre todos, ellos por pasarse, y nosotros por dejarles.
Así que a partir de ya, para anteayer, ejerzamos nuestro derecho, pidamos información, toda la información, decidamos en consecuencia y contribuyamos a tener una sociedad más empoderada, cada uno en su rol.
Por supuesto, esto aplica a las opiniones sobre estilos de crianza, al tiempo que dura nuestra lactancia, a cómo les llevamos o si duermen en tal o cual lugar de la casa… Y como leímos al principio, incluso a cuestiones médicas, porque es nuestro derecho decidir libremente.
Y por cierto, si eres tú madre, la que decides el destete.. que sepas que no es necesario recurrir a un medicamento tan controvertido. Sencillamente puedes espaciar tomas, o incluso dejarlas del todo, mientras te vayas extrayendo poco a poco para aliviar hasta que el pecho vaya reduciendo su producción. Es mucho más sano, respetuoso con tu cuerpo y sus funciones y te evitas problemas indeseados.
Y por último y no menos importante, recordad que si no encontráis respuesta a vuestros problemas de lactancia en vuestro profesional médico habitual, podéis hablar con una consultora de lactancia.
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