¿Quieren un motivo para ser felices? ¡Volvió Doctor Who! El sábado pasado al fin arrancó la segunda mitad de la séptima temporada. Por si no lo recuerdan, el año pasado se emitieron solo los primeros cinco capítulos, esos que marcaron el final de la era de los Pond en la serie, y en Navidad tuvimos la oportunidad de ver a la nueva companion: Clara Oswald. ¿Por primera vez? No, claro que no. Moffat, zorro como siempre, se encargó de presentarnos a Clara apenas empezó la séptima temporada, en un movimiento tan inteligente como inesperado por su parte. Así, ya pudimos conocerla en dos oportunidades y en líneas temporales completamente diferentes. ¿Qué pasa con Clara? ¿Cuál es la verdad? Todo esto y más, en esta parte de la temporada. Bah, espero.
“The Bells of Saint John” transcurre en el presente (con una serie sobre viajes en el tiempo siempre es necesario aclarar estas cosas), y cuenta cómo una misteriosa red de Wi-Fi extrae las almas de las personas. Detrás de esta red, se oculta un ser llamado “Gran Inteligencia” que necesita alimentarse de las mentes de los usuarios que captura. Debo decir que la idea de “Internet dominando a las personas” me recordó un poquito a Black Mirror, aunque obviamente todo lo que viene después es 100% Doctor Who. Mientras esta Wi-Fi se apodera de distintas mentes, el Doctor se encuentra en el siglo XIII viviendo como un monje y pasa sus días en soledad luego de haber perdido a Clara por segunda vez. Sin embargo, todo cambia rápidamente cuando recibe una llamada misteriosa y medio “por-obra-del-destino” (mentira, para mí River Song tuvo algo que ver) de parte de Clara que, lejos está de estar muerta, vive en Londres, en el presente, trabaja como niñera, y en ese mismo instante está tratando de conectarse, sin éxito, a alguna red de Wi-Fi.
Ahora sí, long story short, porque si están leyendo esto lleno de spoilers es porque seguro ya vieron el capítulo: el Doctor se reencuentra con Clara. Ella no lo reconoce. La Wi-Fi la atrapa, pero solamente en parte, porque él logra salvarla justo a tiempo. Tras un peligro inminente (léase: un avión a punto de estrellarse contra ellos dos), Clara y el Doctor entran a la TARDIS (para obvia sorpresa de ella, claro) y logran solucionar el problema. Después, los dos se sientan a hablar sobre sus vidas y a discutir cómo hackear la empresa a cargo de la Wi-Fi misteriosa. Tras una serie de problemas, el Doctor logra engañar a los villanos del día con su propia trampa y al final salva el día. Sin embargo, nunca se entera de que la mente maligna detrás de todo este plan, esa famosa “Gran Inteligencia”, logró recobrar su poder y salir intacto de toda la situación. Y así queda presentado el arco argumental de esta segunda parte de la temporada, dando lugar a interrogantes varios como, por ejemplo, ¿cuál es la verdad sobre Clara? y ¿qué pasará con esa Gran Inteligencia?
“The Bells of Saint John” es un capítulo muy entretenido y típicamente Doctor Who: lleno de aventuras, malos muy Doctor Who (Miss Kizlet me recordó un poco a la “niñera” de los Adipose), Matt Smith siendo adorable y tremendamente gracioso, referencias sutiles sobre los Pond y, cómo no, algunas frases célebres que ya están llenando estados de Facebook, tweets, y posts de Tumblr (“Monks are not cool!”). Si bien no es un gran capítulo, al menos en mi opinión, sí creo que es una buena introducción a una nueva etapa del Doctor que incluye nueva compañera, nuevo diseño de la TARDIS (bastante retro, debo decir), nueva ropa, y la serie hasta tiene nuevo opening, que produce un cierto deja vu con algunas introducciones de la serie clásica.
Clara Oswald me gustó desde la primera vez que apareció en la serie y me gustó todavía más en el especial de Navidad, donde creo que estuvo excelente. En este episodio no tuvo la oportunidad de llegar a ese nivel, pero igual me encantó, me cae muy bien, y decididamente Jenna Louise Coleman tiene muy buena química con Matt Smith, algo fundamental. Esta chica ya apareció en la serie de tres maneras muy diferentes, y en las tres me convenció mucho y a la vez me intrigó. Es que realmente son muchas las dudas que surgen alrededor de ella: ¿cómo puede haber muerto dos veces y seguir viva? ¿Murió alguna vez en realidad? ¿A qué línea temporal pertenece?
Hay escenas clave en este capítulo que disparan más preguntas e hipótesis, empezando por el hecho de que, al principio del capítulo, se presenta a Clara como una ignorante total en todo lo referente a tecnología, es decir, todo lo contrario a la personalidad con la que la conocimos por primera vez. Solo luego de ser medio absorbida por la Wi Fi adquiere un exceso de conocimientos tecnológicos. Además, hay un momento breve más adelante en el que Clara le menciona al Doctor que necesita inventar un nombre de usuario para hackear la empresa de Wi Fi y dice: “Clara Oswald for the win… Oswin!”. “Oswin” era el nombre que tenía en el 7×01. Deduzco, entonces, que todo esto que se vio en el episodio ocurrió en un momento anterior a los hechos del 7×01. ¿Pero entonces cómo se explica que en ese capítulo no lo haya reconocido al Doctor? Timey wimey stuff, y Moffat poniendo a prueba nuestro cerebro otra vez.
Con respecto al Doctor, lejos de volver a estar en estado Scrooge, acá se alegra genuinamente al reencontrarse con Clara y busca hacer lo posible en todo momento para salvarla. Es un Doctor con confianza en sí mismo, seguro de que va a tener una compañera de viajes nueva, y dispuesto a seguir con su vida milenaria… hasta que empiecen a aparecer los problemas, claro, que seguro ya los está olfateando. Pero para eso falta un poco. Por ahora este episodio nos permitió verlo más relajado y terriblemente divertido y torpe frente a ciertas situaciones, algo que ya es parte de su encanto natural.
Por último, es bueno ver que Moffat no se olvidó de los Pond y que fue dejando pequeñas referencias en el episodio, como por ejemplo el libro de uno de los nenes que cuida Clara, escrito por una tal “Amelia Williams”, o Clara comentándole a ese mismo niño que “El capítulo 11 es el mejor, te va a hacer llorar”, en clara alusión a este Doctor, el 11. Son referencias sutiles que el público agradece, y que no necesariamente involucran al Doctor lamentándose por la gente que perdió, como solía pasar con 10 luego de perder a Rose. No es una crítica, amo la “era Rusell T. Davies” y a Tennant, pero está bueno ver que este Doctor es más alienígena que humano en ese sentido y no se deja embargar tanto por los sentimientos y el drama.
Y hasta acá llego por esta semana. No sé si voy a comentar todos los episodios siguientes, pero ahora sentí la necesidad casi imperiosa de volver a escribir sobre la serie y de decir algo sobre esta nueva etapa que, seguramente, será épica. In Moffat we trust.