Revista Arquitectura
Lars von Trier en su película Dogville (2003), apuesta por la eliminación física de todos aquellos elementos que considera superfluos y nos presenta una escenografía en la que podemos observar simultáneamente a los miembros que ocupan las distintas unidades domésticas.
Para ello, von Trier construye en un estudio la maqueta del pueblo de Dogville como un plano de arquitectura, en el que las casas quedan reducidas a su representación en dos dimensiones, como las huellas que dejan en el suelo las marcas de tiza alrededor de un cadáver. [...]
Las casas de Dogville nos hablan de las huellas, de la importancia de los límites y del horizonte visual. No es necesario que una cosa exista, el cine nos ha enseñado a lo largo de su historia que basta con que creamos que esa cosa existe. Las nuevas propuestas de arquitectura nos liberan incluso de la percepción visual del espacio imaginario. Nos bastará con sentirlo.
el espacio imaginario
antes y después de la vivienda cinematográfica
MARÍA ASUNCIÓN SALGADO
Revista de Arquitectura y Urbanismo del COAM 345 pgs. 98-103