Revista Religión

¿Dólar Blue o Dólar negro?

Por Proferay

Me pasaron este “dato”.

El dolar oficial está $ 75 para la venta.

El dolar blue está 120 para la compra.

Creo que al comprar los 200 dólares (límite mensual posible) te cobran un % que no sé bien cuánto es.

Un compañero de trabajo compró sus 200 dólares, y pagó cerca de $ 19.000.

Luego pidió turno en el banco (por la pandemia ahora hay que sacar turno para la atención por ventanilla) y retiró sus dólares.

Después los vendió a un arbolito de su confianza a $ 24.000.

En unos días, ganó 5000 sólo por comprar en el banco y vender en la calle.

De no ser por el turno en el banco esta transacción podía haberla hecho en un solo día.

Lo anterior es cierto.

Lo que sucede es que no es legal.

Pueden verlo en la nota: https://www.lanacion.com.ar/economia/arbolitos-aprovechan-suba-del-blue-hacen-pocos-nid2355440

Por lo tanto, es pecado.

Si sé que el Señor me pide guardar la ley para dar buen testimonio y no ser avaro, y contentarme con lo que tengo y recibí de Él por mi trabajo o por misericordia.

¿Haciendo un movimiento como éste romperé mi fidelidad al Señor por conveniencia económica?

¿Venderé mi integridad por un ingreso “extra”?

¿Lo haría, aún sabiendo que no corresponde, sólo porque otros cristianos (que aún no han entendido que es pecado) lo hacen?

Es cierto, las leyes en muchas ocasiones, no se adecúan a nuestras “urgentes” necesidades.

Pero… ¿acaso el Señor nos dijo que existían atajos para vencer las pruebas?

¿Nos dio herramientas para estar por encima de la ley y justificar nuestras acciones en pos de un rédito económico sólo por el hecho de que “todos lo hacen”?

¿No nos estaremos perdiendo otro tipo de bendiciones (que el dinero no puede pagar) acarreando condenación por no hacer lo correcto que es respetar la ley impuesta en el país que Él (nada menos) nos ha hecho vivir con un propósito?

Lo loco es, que quienes justifican éstas acciones para llevarse un “puchito extra” de plata al bolsillo, no se dan cuenta de que forman parte del engranaje de corrupción que tanto afirman rechazar.

Porque ese dinero es el que, a paso de hormiga, reúnen los fugadores y lavadores de grandes masas de dinero para llevarse las divisas fuera del país hacia paraísos fiscales.

Los “arbolitos” generalmente trabajan para casas de cambio u otras empresas que luego le venden ese dinero negro a los grandes saqueadores del país.

Y la rueda jamás termina.

La consecuencia final, es que esa misma persona, que se benefició temporalmente por una ganancia deshonesta, hunde en el mismo movimiento la economía del país que dice defender, llevando a que otros no puedan salir de su pobreza o los empujan a caer en ella.

Esa mínima responsabilidad debiera ser suficiente para llamarles la atención.

Pero el apetito suele ser más grande.

Como dice el dicho popular: “La necesidad tiene cara de hereje”.


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