Revista Salud y Bienestar

Dolor de dientes en los niños

Por Sramosa @sramosa

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Es muy importante cuidar la higiene bucal desde pequeños. Por ello, Elena Ramos explica en este artículo la importancia de prestar atención al dolor de dientes de los pequeños, así como a las caries.

Si desde los primeros días de vida del recién nacido, el pediatra visita a nuestro hijo, de igual forma debería ocurrir con el odontopediatra. Una buena salud oral infantil, junto con la adquisición del hábito de su mantenimiento desde pequeños, hará que pueda conservar sus dientes para toda la vida.

El cuidado de los dientes y su higiene debe comenzar desde el momento que erupciona el primer diente, suceso que ocurre aproximadamente a los seis meses de edad. En el ecuador del segundo año de vida, erupcionan los primeros molares temporales. Finalmente a los seis años del infante, con la erupción de los primeros molares permanentes, se producen las claves definitivas de la oclusión.

Las principales causas de tratamiento odontológico en los niños son los tratamientos ortodónticos y las obturaciones, causadas precisamente por la falta de cuidado en estos dientes, aunque sean dientes de leche.

Dolor de dientes y caries

Las caries es una enfermedad infecciosa contagiosa de etiología multifactorial que si no se trata en sus inicios puede conducir a la destrucción y pérdida del diente. En la fase inicial la caries cursa sin dolor de dientes, pero el progreso de la lesión va acompañado de una sintomatología que se puede reconocer. En las primeras etapas el niño acusará dolor de dientes al frío y también sentirá dolor al tomar alimentos dulces, seguidamente la sintomatología sigue con dolor al calor para pasar a un dolor de dientes agudo, continuo y pulsátil.

Un diente con caries, es decir, parcialmente destruido por una lesión y perfectamente reconstruido, nunca podrá equipararse a un diente sano.

Desgraciadamente el principal motivo de consulta al odontólogo sigue siendo el dolor de dientes. Sin embargo, si el niño conoce al odontopediatra desde pequeño podremos evitarle traumas en un futuro, ya que en estas visitas, de medicina preventiva, tan solo se practicará una exploración, se efectuará un programa de fluorización, selladores de fisuras, prácticas preventivas, así como se ofrecerán consejos a los padres sobre la dieta y alimentación y podremos prevenir otras enfermedades que sin una buena revisión se nos pueden pasar por alto.

Un ejemplo de alguna enfermedad que podríamos desconocer sería el síndrome del biberón. Hace referencia a las bebidas que tienen azúcar y se consumen después del primer año aún con biberón, que en bastantes casos y en grandes cantidades se consumen especialmente durante la noche. Estas bebidas pueden favorecer la aparición de trastornos cariosos en la dentición. Los niños pequeños que toman jarabes o antihistamínicos por enfermedades crónicas, serán más susceptibles a hacer caries.

La higiene y la administración de flúor puede evitar los efectos perniciosos del azúcar.

Consejos para una higiene bucal

Los padres y educadores deben asumir sus responsabilidades. Algunos consejos saludables serían:

  • En el colegio, por ejemplo, se debe destinar un tiempo para la higiene oral, en especial si los niños toman alimentos durante su estancia allí.
  • En casa debemos motivarles para que cuiden sus dientes. Empezaremos a educarles con una alimentación que contenga poca azúcar. Los dulces, las golosinas y los refrescos son muy perjudiciales para nuestros dientes. Sin embargo, los alimentos ricos en fibra favorecen el efecto limpiador de la masticación.
  • Comenzaremos a limpiar la boca del bebe con una gasa limpia y húmeda.
  • Cuando el niño tenga dientes utilizaremos un cepillo pequeño y blando y limpiaremos sus dientes muy suavemente con movimientos circulares sin dejarnos ninguna cara de los dientes. Lo haremos por lo menos dos veces al día con una pasta dental con flúor.
  • Utilizaremos cepillos atractivos y pastas con sabores agradables.
  • Intentaremos crearles un hábito de higiene bucal desde bien pequeños para garantizarles una boca sana.

Estas medidas tan sencillas pueden ayudar a que nuestros hijos visiten al odontólogo sin temor y de una manera natural por lo menos cada seis meses.


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