Al igual que la alegría, el dolor emocional también es una emoción innata en los seres humanos. Todos sentimos dolor o lo vamos a sentir en algún momento de nuestra vida inevitablemente.
Sin embargo, no podemos negar que el sentirlo sumamente molesto e insoportable, razón suficiente para que queramos evitarlo a toda costa.
Pero, ¿realmente es bueno evitar el dolor?, ¿en qué nos beneficia hacerlo?, ¿podemos lograrlo totalmente?
¿Cómo vivimos el dolor emocional?
Lo que hacemos normalmente las personas es que cuando comenzamos a sentir dolor, en seguida queremos huir de el y hacer de cuenta como si “no existiera”.
Es decir, lo negamos constantemente y tratamos de ocultarlo lo mejor que se pueda. Y es que en la sociedad actual pareciera que vivimos cada vez más disociados de nuestras emociones.
Un ejemplo de ello es cuando nos encontramos atravesando un proceso de duelo, en donde soportar la frustración y la enorme tristeza que este nos causa se ha convertido en algo estigmatizado, escondido, a lo que tengamos que darle la espalda.
Al parecer, cada vez se ve peor que nos encontremos tristes y que lo expresemos durante varios días o meses cuando atravesamos una pérdida, independientemente que sea por una muerte de un ser querido, un abandono, el término de una relación, etc.
¿Cómo no vamos a sentirnos tristes y desolados cuando perdemos a una de las personas más importantes en nuestra vida?
Lo que generalmente nos recomiendan en cuanto expresamos nuestro dolor, son cosas como:
“Olvidate de eso, ahora tienes que seguir adelante”, “no llores porque no lo vas a dejar descansar tranquilo”, “olvidate de el(ella) ya llegará otro mejor para ti”, “la vida sigue”, “tienes que ser fuerte”, “tómate este medicamento que te sentirás mejor”, etc.
Si lloramos varias veces al día durante meses, en seguida se piensa que esa tristeza no es justificada y que ya se le puede llamar depresión.
Es como si hubiera una prohibición implícita del derecho a sentirnos mal y a expresar nuestra pena.
¿Por qué evitamos el dolor?
Evitamos el dolor porque al ser una emoción que nos genera mucho malestar, tendemos a pensar que es algo únicamente negativo y como tal, debemos de evadirlo.
En este caso la medicalización es una buena muestra de ello.
Tras la implementación y el uso cada vez más frecuente de los psicofármacos y la demanda de que los psicólogos y psiquiatras nos hagamos cargo de cada vez más aspectos de la vida cotidiana.
Se oculta la creencia de que mágicamente se va a solucionar todo sin esfuerzo alguno.
Por lo que cada vez resulta más difícil tolerar las pérdidas y las frustraciones que los momentos difíciles que la vida conlleva.
Es por esta razón que con el tiempo nos volvemos menos tolerantes al sufrimiento.
Está claro que en ciertas circunstancias, cuando existe algún trastorno emocional es necesario el uso de fármacos, pero es importante saber diferenciar cuando es necesario realmente.
Otra de las cuestiones que favorece el deseo de evitar conectar con nuestras emociones y en este caso con nuestro dolor emocional, es que vivimos en una sociedad en donde ha aumentado drásticamente la cultura del “inmediatismo”.
Pareciera que cada vez tenemos que resolver más rápido las cosas, ya que nos tenemos que adaptar más rápido a los cambios sin quedarnos “estancados”.
En parte, el desarrollo tecnológico y social ha llevado a que mucha gente piense que el dolor emocional podría ser evitado y erradicado.
¿Cuántas personas se encuentran tomando antidepresivos aún sin sufrir un trastorno psiquiátrico?, ¿cuantas personas se encuentran tomando el famoso “prozac” u otros antidepresivos con la finalidad de superar sus penas sin que les implique algún esfuerzo?.
¿Qué pasa cuando evitamos el dolor?
Uno de los problemas que tiene estar evitando continuamente el dolor emocional causado por situaciones que nos ocurren en la vida es quecada vez nos alejamos más de nosotros mismos.
Es como si reprimiéramos continuamente nuestras emociones que nacen de forma natural y dejáramos de vivir esas experiencias.
Desafortunadamente hay experiencias que no podemos evitar, sucesos traumáticos y difíciles que nos mueven y que nos hacen llorar y sentir dolor.
No podemos pretender hacerlos los fuertes y fingir que no ha pasado nada cuando ha pasado de todo.
Y es que otro de los problemas que tiene el resistirnos al dolor y tratar de ocultarlo es que al hacer eso todavía nos genera más dolor y sufrimiento.
Cuando sentimos dolor y no lo expresamos, si no nos desahogamos al rato nuestro propio cuerpo nos vuelve a recordar que por más que no queramos verlo, ahí está.
El dolor puede regresar en forma de dolores de cabeza, opresión del pecho, dolores musculares, enfermedades....
¿Vale la pena realmente resistirnos al dolor?, ¿qué pasaría si lo aceptamos?, ¿para qué pretendemos hacerlos los fuertes?, ¿realmente funciona?
¿Qué sentido tiene aceptar el dolor?
Aceptación no es sinónimo de resignación, en este caso no aceptamos el dolor para que nos haga daño, sino más bien, aunque suene irónico, vamos a aceptarlo para que podamos realmente dejarlo ir.
Sino expresamos el dolor que sentimos se queda ahí estancado. Es similar a cuando se guarda rencor hacia alguien, es un sentimiento que ahí está y nos hace daño sino hacemos nada con el.
Permitirnos vivir el dolor significa dejarnos tocar por el aunque en ese momento nos sintamos mal, aunque lloremos e incluso gritemos de dolor...
Significa aceptar que así como hay cosas que nos causan alegría también hay cosas que nos hacen daño y que la mayoría de las veces no está en nuestras manos evitarlas.
También significa darnos el derecho a llorar y a pasarlo mal, ¿por qué no habríamos de tener derecho a hacerlo?
Cuando eso pasa, a pesar de que vivimos el dolor en su esplendor, permitimos también que pueda partir y que nos podamos sentir libres cuando se vaya.
Y es que el dolor se vuelve sufrimiento cuando nos resistimos a él alimentándolo con pensamientos y actitudes de rechazo.
Hay que recordar que el dolor es una emoción natural así como la alegría pero el sufrimiento es algo que si podemos controlar y ponerle un alto.
Un ejemplo de ello sería cuando terminamos una relación y sentimos un dolor emocional normal propio de la situación.
Si aceptamos que nos han dejado y vivimos nuestro duelo con aceptación, después de un tiempo podremos estar recuperados.
Sin embargo si nos resistimos y comenzamos a negar el suceso, a maldecir a la persona que nos dejó, a impedir que se vaya, etc. ese dolor se prolonga e incremente más y es a lo que llamamos sufrimiento el cual es innecesario.
Te invito a hacer una reflexión sobre este tema y que puedas hacer conciencia de todas esas ocasiones en las que has intentado o sigues intentando evitar el dolor emocional.
No prometo que vayas a sentirte nada bien aceptándolo y viviendolo con todo su esplendor pero lo que si te aseguro es que si lo llegas a hacer el solo se irá.
Gracias por formar parte de esta comunidad “Dosis de psicología”, espero que esta pequeña reflexión acerca del dolor emocional haya sido de tu agrado.
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