Matar o ser matado, esa es la ley que impera en la sociedad de la dominación.
La lógica de explotación y dominación capitalista fomenta la violencia como recurso para la extorsión del más débil. Se impone el darwinismo social como sistema en el que los individuos se ven obligados a usar la fuerza para competir.
La lucha por la supervivencia o para la vida (en la que se adoctrina al niño desde la infancia) es un eufemismo para prepararse y poder aniquilar al prójimo en una guerra abstracta en la que quedan fuera de la sociedad los más inadaptados, los más débiles y los más rebeldes.
La interiorización del discurso y la conducta del sistema de dominación a través de la propaganda capitalista no sólo conlleva a la violencia y agresividad con un mismo o a la culpabilización de la víctima por su fracaso, sino a la competitividad con el prójimo -antes compañero- en la lucha de clases (promulgada entre otros por Marx).
La lucha de clases se ha transformado en una lucha por la supervivencia, la doctrina de Hobbes; "el hombre es un lobo para el hombre" ha suplantado a la doctrina de Marx, en la que el obrero de base tenía como primer y en ocasiónes (según diferentes intepretaciones de la doctrina marxista) como único enemigo al burgués o patrón que lo explotaba en la fábrica o en el campo sin contar con el Estado (agente mediador de los conflictos entre obreros y burgueses pero también explotador y actor principipal en la dominación de la clase obrea y campesina de base).