Revista Cine

Domingo de nauseas (1)

Publicado el 01 septiembre 2011 por Francissco

Sunday Morning [ años idiotas. Continuación]Domingo de nauseas (1)

Aquella bebida “energética” que me había tragado empezó a despejarme algo, al poquito de arrancar el coche, con Angie y Mila dentro del mismo. Angie estaba otra vez al lado mío, con el asiento reclinado y despatarrada. Mila había entrado en tromba en el Ford y se había tumbado atrás, cuan larga era (y mira que lo era).

-”Tira para la zona de la calle Bilbao y ya te diré, tío.  Si me duermo no te importa ¿verdad?”. Así dijo Mila y se envolvió con la cazadora. Yo me notaba taquicardia por más de una razón. Aquella última bebida -para empezar-  ejercía un efecto acelerante,  Angie me acariciaba el pelo y Mila había empezado a liar un porro. No me había encontrado en una situación así en bastante tiempo y buscaba la salida del párking, esta vez en un estado de sobreatención con el efecto del LSD, al parecer, remitiendo.

En la salida había cola de vehículos, esperando incorporarse al tráfico de la autovía hacia Valencia. Ví que una pareja de tipos a pie se intercambiaban bebidas y, oh, cielos, pero qué casualidades tiene la vida. Porque uno de ellos era bien fácil de reconocer, por llevar un camal del pantalón sucio, al estilo fango gris fashion. Juanmi  -quien si no- para colmo, se volvió cuando yo ya estaba a punto de salir y se me quedó mirando pasmado.

Desde donde nos miraba se divisaban perfectamente las dos musladas gloriosas, la de Angie y Mila. No acerté  mas que a hacerle un gesto de “espera que ahora volvemos” (sic). Tenía los ojos saltones y brillantes y no apostaría por su lucidez, precísamente. Rematé la despedida con el pulgar hacia arriba y hubo suerte: el me hizo el mismo gesto -con cara un tanto perpleja, todo hay que decirlo-  y yo salí al asfalto como alma que lleva el diablo. Y al hacerlo Angie intervino, soltándome en ese momento una frase que me puso más rojo que un tomate:

-“Tío, tío, no aceleres tanto y no hagas el bárbaro con el coche como antes. Te advierto que como corras mucho no mojas hoy…” Y se empezó a reír como una descosida, la muy borde. Mila la secundó a carcajadas y apenas podía liar el porro, vaya apuros para un tímido, señor, señor.

Porque llegados a este punto debo aclarar que yo no tenía todavía ningún tipo de relación con Angie. Estaba muy buena y apetecible,  pero se llevaba con todos de forma fraternal, como una “colega” más. Si aquella noche estaba sola con tanto tío, era debido a que una amiga -con la cual “estudiaba”- al final falló.

Yo, francamente, no sabía que pensar, si sería cierta la promesa de “mojar” o sería en broma. Contesté con un: “seré bueno, corazón”, para quedar elegante (espero). A todo esto, el aroma del porro de Mila pronto llenó la cabina,  pudiéndose oír las supercaladas que le pegaba.

Pero pronto el tráfico me sacó de ensoñaciones, ay; los coches me adelantaban a velocidades de locura, pasando a mi lado como flechas. Los que salían de las discos, al parecer, no tenían a nadie que los refrenara, y yo me había metido en medio de una especie de pique entre varios conductores, maldita fuera mi estampa.

Pronto la cosa tomó un cariz bastante feo ¿Sería ese mi karma aquella madrugada? Uuf. Un coche grandote y rojo, no recuerdo ya el modelo, se puso en paralelo con nosotros por el carril contrario. Iba lleno hasta lo imposible de tipos con el cráneo afeitado. Al parecer, dicho afeitado les había llegado hasta el neocórtex, porque iban todos con la música altísima y agitándose como epilépticos.

-”Joder, que asco -soltó Mila, que al parecer no pillaba el sueño- son todo punkarras con rollo de anfeta…”

Uno de ellos, señaló al interior de mi coche. Las dos mozas que llevaba dentro destacaban y pronto se pusieron todos a babear y soltar barbaridades por la ventanilla.

A mí, la compañía femenina -por no mencionar el humo del “peta”-  me volvía más fanfarrón de lo habitual y sentí que debía ejercer de Chico Guay. Pensando que pronto me adelantarían y me olvidarían, no se me ocurrió otra gilipollez que mandarle, burlón, un besito a uno de ellos, lo que tuvo un efecto explosivo.

Porque pude oir bien alto y claro lo de:  -”…pero si es un puto maricón de mierda. Y encima lleva a dos chorvas. Vas a besar a tu puta madre, bujarra de los huevos. Dani, dale con el carroo…”. Pero, ja, el tal Dani tuvo otras preocupaciones bien pronto…
En efecto, por el carril que iban ellos pronto apareció una especie de camioneta vieja, a lo que recuerdo. Yo pegué un frenazo enseguida y ellos me rebasaron y se metieron pronto por la derecha delante mío.

Pero, lanzados como iban, superaron la cuneta de la carretera y entraron a una huerta que había al lado. Que lástima, ay, cielos, que la misma tuviera un metro de desnivel respecto a la vía.  La camioneta frenó en su carril, pero ya de poco valía para los anfetamínicos desafiantes, porque llegaron a planear unos metros en pleno aire para luego impactar, de plano y fuerte, muy fuerte : “CATACRAAAACCC”.

-”Oooostia, que leñazo. Pero se lo merecen, por mierdas. Arranca, Frankie, tío, sácanos de aquí, que si vienen los “Stupas” (G. Civil) te harán soplar y te empapelarán”

Bueno, aquella era la Angie práctica motivando al Frankie histérico, al cual no le hizo mucha falta nada más para meter otra vez la marcha y salir. Rebasamos a la conductora de la camioneta, una mujer más bien mayor que lo miraba todo con ojos como platos y que continuaba parada en la carretera.

Yo puse la directa y pronto tuve el canuto en la mano. -”Toma, nano, pégale un tirito y tranquilízate, anda” dijo Mila, muy maternal ella. La intención era buena pero, ay, que aquello estaba muy cargado. Le dí una calada demasiado potente quizá y  -combinado con todo lo que ya llevaba y las emociones- me noté al poco una sensación de nausea en la boca del estómago…

(Atentos a la continuación. Si os apetece, claro)

Banda sonora: sunday-morning-the-bolshoi

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