Impresionado, como muchos otros, después de ver “Leaving Nederland”, el documental que da voz a dos hombres que afirman haber sido objeto de abusos sexuales durante su infancia por parte de la superestrella del pop, Michael Jackson, así como a personas de su entorno. Impresionado evidentemente por la naración de unos hechos que, en caso de ser ciertos, trazan con extraordinaria minuciosidad el retrato de un hombre que era al mismo tiempo capaz de lo mejor en su faceta pública (¿qué duda cabe de que el artista era extraordinario?) y lo peor en su vida privada (un manipulador que no solo planificaba los abusos sexuales a menores -impresiona el uso reiterado que hacen los acusadores del término “rutinas”- sino que incluso establecía mecanismos para no ser descubierto en el transcurso de esos actos).
Más allá de la cuestión de la veracidad, completa o parcial, de los hechos narrados, dos cuestiones que me dejan completamente perplejo, en plena efervescencia social -basta escribir “Michael Jackson” en el buscador de Google para dejarlo patente- por la reciente emisión del publicitadísimo documental.
En primer lugar, aquellas cuestiones que pretender plantear la indisolubilidad entre artista y presunto -si no me equivoco por unas razones u otras nunca fue condenado- pederasta: se multiplican en los medios los artículos en plan “¿Qué hacemos ahora con los discos de Michael Jackson?” o “¿Debería seguir sonando Michael Jackson en las radios públicas?”. Pues buen, mucho me temo que aunque MJ fuera, como el documental afirma, un monstruo de apetito insaciable alimentado por la devoción ciega de unos menores, el pederasta no anula al artista. Que me perdonen por escribir esto, y más estando tan calentito el tema, pero a mi “Don’t Stop ‘Til U Get Enough” (qué distinto suena ahora este título, la elección no ha sido nada casual) me sigue pareciendo una BAR-BA-RI-DAD de canción. Leni Riefenstahl contribuyó eficazmente a la difusión de la maquinaria propagandística de algo tan poco discutible como el nazismo, y eso -es solo mi opinión, me consta que sobre esta cuestión se ha escrito largo y tendido, y por gente mucho más instruida que un servidor- no significa merma alguna al valor artístico a sus películas. Lo sé, soy consciente, en este caso resulta muy difícil separar el resultado artístico del objeto al que fue creado, y sin embargo creo que si es posible valorar una creación artística de forma desligada a la ética de sus creadores. Negarlo supone establecer de un plumazo una autoridad moral que legitimaría o no la valoración de los méritos artísticos de la obra, de rango superior a ella, algo con lo que me siendo profundamente incómodo. ¿Deja de ser la Casa del Fascio de Giuseppe Terragni un edificio magnífico por la plena comunión de su autor con el pensamiento de Mussolini? Entiendo que las marcas comerciales, tan pendientes de la opinión pública, retiraran su patrocinio al corredor sudafricano Oscar Pistorious tras ser acusado este (luego efectivamente fue condenado, los spónsors lógicamente esperaron a la sentencia) de asesinar a su novia a balazos, pero eso no puede restar mérito alguno a las hazañas deportivas -me refiero ESTRICTAMENTE a ellas, insisto- del deportista de piernas amputadas. Gary Glitter fue condenado en 1999 por posesión de pornografía infantil, y en 2006 y en 2015 por abuso sexual infantil y tentativa de violación ¿Qué me parece? Horripilante ¿Ha cambiado ello mi punto de vista sobre la brillantísima “Rock & Roll, Part. 1 & 2“? Pues que me disculpen, pero no. Ni sobre el fantástico trabajo que hace Kevin Spacey (sobre el actor estadounidense empiezan a llover las denuncias por este mismo sórdido asunto) en “Sospechosos Habituales”. Habrá mucha gente, claro está, que no compartirá este punto de vista, pero de igual forma que admitimos que se puede ser un brillantísimo profesional siendo un pésimo marido, en igual medida creo que se puede ser un grandísimo artista siendo una horrible persona, cuando no directamente, un delincuente.
La otra cuestión que más pensativo me ha dejado es la que rodea a las figuras de los padres de esos niños. De aceptar como verdaderos -lo parecen, desde luego- los crudísimos hechos narrados por Wade Robson y James Safechuck, una pregunta terrible queda planeando sobre nuestras cabezas: por el amor de Dios ¿tan fuerte es el fulgor de una estrella, que puede cegarnos de tal manera? “Leaving Neverland” no pretende ser un juicio a Jackson (ya lo tuvo, y nos pese a quien nos pese, fue absuelto de todos los cargos), pero si es una terrible historia de seducción, y que nadie se equivoque: no es sólo la seducción con regalos, promesas y muestras de cariño hacia unos niños -presas fáciles al fin y al cabo- por parte de un depredador insaciable, sino el hechizo tejido alrededor de todo el entorno familiar de esos niños, el encantamiento urdido con dinero que anuló por completo el más elemental sentido de la responsabilidad de sus progenitores. Los testimonios de esos niños, ahora adultos, detallando con pasmosa frialdad los abusos de los que eran objeto, y la total ausencia de violencia con que se ejercieron sobre ellos resulta escalofriante, pero ni la mitad de lo que resulta escuchar a una madre cómo abandonaba a su marido en Australia y se trasladaba a Los Ángeles con sus tres hijos para darse la vidorra , pagada con un cheque en blanco que ni si quiera se cuestionaba. Viajes, regalos, sorpresas, comidas, famosos, un río infinito de lujos y fama al que -parece- era imposible decir no, siempre y cuando no te plantearas preguntas acerca de la idoneidad de que tu hijo de siete años pasara las noches en la habitación de un tipo de treintaycuatro, mientras a ti te asignaban una suite en el ala opuesta del hotel.
Espero no decepcionar a nadie, pero sin ser yo especialmente un gran fan del músico (en casa, si no me equivoco, creo que solo andan “Thriller” y “Off The Wall“), y aun y cuando este documental afecta profundamente, qué duda cabe, a la imagen pública que se tiene de Jackson, seguiré considerando “Billy Jean” como una de las mejores canciones de la historia del pop, y bailando este “Don’t Stop ‘Til U Get Enough” estrictamente como lo que es: un ejercicio de puro ritmo, insuperable y genial, del que un día fue considerado, con muchos motivos, el Rey del Pop.
Advertisements Posted in: Greatest HitsTagged: 1979, Epic, Michael Jackson, Off The Wall, PopPermalinkLeave a comment