La Real Academia Española define sentido común como modo de pensar y proceder tal como lo haría la generalidad de las personas.
Wikipedia nos dice que sentido común es el conjunto de creencias y proposiciones que benefician a la mayoría de la sociedad (familia, clan, pueblo, nación).
Y hay una tercera definición propuesta por Trout y Rivkin que a mí me gusta más porque introduce una palabra clave:
Una facultad que posee la generalidad de las personas, para juzgar razonablemente las cosas.
Haciendo un mix: Modo de pensar y proceder razonablemente, como lo haría la generalidad de las personas, de manera que se beneficia a la mayoría de la sociedad.
Veamos cómo se aplica en España el sentido común.
En la nueva Reforma Laboral
Esto es lo que nos dice el partido en el poder:
Y por eso han elaborado una reforma laboral cuyo objetivo, según ellos es:
"...que la economía española pueda volver a crear empleo y así generar la seguridad necesaria para trabajadores y empresarios, para mercados e inversores."
¿No será sólo para empresarios, mercados e inversores?
Porque para los trabajadores está claro que no: En vez de dar protección en tiempos de crisis al grueso de los trabajadores y desempleados, lo que hace es dar carta blanca a los empresarios fomentando la contratación basura (contrato Rajoy con un año de período de prueba) y la liberalización del despido por causas objetivas rebajando las cuantías por indemnización.
Interesantes los datos que aporta Rub sobre el Real Decreto que aprueba la reforma laboral: la palabra despido aparece 148 veces, la más mencionada, frente a otras como contratación (38 veces), indefinidos (25 veces), protección (14 veces). Lo que nos da una idea de por dónde va esta reforma.
¡Ah! Y la patronal, como medida para reducir el paro, propone que los desempleados estén obligados a aceptar cualquier oferta de trabajo que se les presente, ¡hasta en Laponia!
Claro, seguro que Papá Noel contratará a todos los parados españoles como elfos y nuestro gobierno nos pagará el transporte en trineo para ir y venir todos los días.
En el sistema electoral
En esta democracia que nos han fabricado, los representantes del pueblo se eligen con un sistema muy raro, por circunscripciones y por listas cerradas que, realmente, no tiene nada de democrático, pues se producen contradicciones como que pueda resultar elegida una persona que no haya recibido la mayoría de los votos.
O que un partido que ha obtenido más votos que otro en una circunscripción no consiga representación parlamentaria.
O puede ocurrir que un partido obtenga menos escaños que otro que ha recibido menos votos en esa circunscripción.
O que no se pueda votar sólo a una persona de un partido, sino que tienes que votar a una lista de gente que no sabes ni quiénes son.
Unas operaciones muy raras que yo siempre he observado que no tienen nada que ver con la democracia. ¡Y resulta que se aplica en un montón de países! (Austria, Francia, Grecia, Argentina, y más). Vaya plan.
Al final del proceso electoral, el gobierno queda en manos del partido que más votos ha recibido. Normalmente, por mayoría absoluta, pero, si el partido ganador no la consigue, hacen coaliciones para tenerla y poder gobernar a placer, sin oposición que les pueda quitar el ordeno y mando.
Pero... La mayoría absoluta, ¿no es más bien dictadura? Gobernar un sólo partido, sin que haya oposición que les pueda rebatir, incluso uniéndose el resto de representantes de otros partidos... Está claro.
Los políticos: corrupción y ajustes
Las escaleras se barren desde arriba hacia abajo.
Aquí en España no, se hace al revés. Los políticos ordenan que la corrupción y el fraude empiece a limpiarse desde el escalón más bajo.
Ese fontanero parado que cobra la prestación mínima y que se está ganando unos euros extras haciendo alguna chapuza. ¡A ese es al que hay que perseguir y castigar! ¡Que le cuelguen!
Esas grandes fortunas que evaden capitales a los paraísos fiscales y esas grandes empresas que defraudan miles de millones de euros a Hacienda. Bueno, esos... Hay que tener en cuenta cómo están los mercados... No hay que ponerse drásticos.
Ahí está el sentido común de nuestros políticos. A los débiles que intentan llegar a fin de mes buenamente, aplastarles, y a los poderosos corruptos y defraudadores de miles de millones de euros, alfombra de terciopelo.
Sobre los ajustes, que os voy a contar, ya los estamos sufriendo. Aquí se aplica la misma táctica de sinsentido común: primero estrujar y recortar al pueblo y luego... Y luego nada. Aplicar los ajustes a los ciudadanos medios y a ellos nada. ¡Qué cara más dura!
Ya nos lo decía Rajoy al comienzo de su mandato: "Los españoles van a tener que hacer un gran sacrificio". Él debe ser francés o alemán, porque parece que no se incluye en los españoles que tenemos que hacer el sacrificio.
¡Qué fuerte! ¡Qué fuerte!
¿Y por qué no empiezan ellos, desde arriba, a dar ejemplo? ¿Porque no se recortan los políticos los huevos... huys, digo, los sueldos?
Bueno, creo que por hoy ya hemos visto bastantes ejemplos de sentido común en diversos ámbitos económicos y políticos. Aunque todavía quedan más sitios dónde buscar el sentido común.
Ya los iremos descubriendo. Aunque me temo...