Revista Historia

¿Dónde guardas tu vida?

Por Codiceeremita @codiceeremita

¿Dónde guardas tu vida?Las personas (las maravillosas personas) que han apostado por mi trabajo para guardar su vida lo han hacen por diversas razones. Lo sé.

Muchas se declaran coleccionistas de cuadernos.

Otras, apasionadas de la encuadernación, ven los libros como objeto de deseo y de arte.

Algunas, quizás las más, son personas creativas que necesitan volcar sus ideas en un espacio que haya pasado previamente por un proceso creativo, que sea inmediato, y que no tengan que esperar “a que se encienda” (ese mismo espacio digital, magnífico y práctico, pero que también está, a veces, “demasiadas” horas con ellas). Las hojas del libro, su olor, su tacto, son un espacio cálido y conocido, atemporal; un punto de desconexión con su trabajo diario. Esos cuadernos están llenos de bocetos de todo tipo, de ideas sueltas, de pensamientos fugaces. Me gusta imaginármelos así, parecido al mío…

Meditatio de viaje

Otras, necesitan ese libro para guardar las experiencias de sus viajes. Porque claro: no se trata sólo de escribir lo que se ve: a veces no hay tiempo para eso. Ni ganas. Se trata muchas veces del después: de darse un tiempo para saborear los recuerdos, para pegar en él las entradas de los sitios que visitamos, para colocar alguna foto especial; el ticket de ese restaurante maravilloso -u odioso, en donde nos cobraron un precio estratosférico por dos cervezas y unas patatas y queremos recordarlo-; la hoja de ese árbol desconocido bajo el que estuvimos disfrutando de una sombra y una botella de agua… Luego, ese mismo libro, cuando lo abramos después del viaje, tendrá dentro de sus páginas arena, una mancha de café, quién sabe qué más restos orgánicos. Tal vez la cubierta haya sufrido con arañazos de todo tipo. No importa. Se ha convertido en una parte nuestra. Su exterior está hecho de piel, como nosotros.

Otras utilizan ese diario para un momento o etapa especial de su vida. Para guardar los recuerdos de una boda, después de utilizarlo como libro de invitados donde todos han dejado sus recuerdos.

O para recordar todas las ocurrencias del nuevo ser que ha puesto patas arriba su vida, un pequeño o pequeña Charlot que todos los días les ofrece algo nuevo.

O para contar la historia de un amor que quede para los hijos y los nietos, al modo de El diario de Noa. Quién sabe.

¿Dónde guardas tu vida?

O para homenajear a un ser especial que sigue ahí a pesar de la ausencia de su cuerpo. Un familiar amado que necesita algo más que un álbum.

O incluso -por qué no- como homenaje a un creador que formó parte de su vida de una manera tan íntima que sólo recogiendo su obra unida a sus experiencias e ideas en un libro podría hacerle justicia.

Quizá ese libro de viajes sólo recoja sueños. ¿Sólo? La maravillosa Up nos enseña que los sueños pueden hacerse realidad. Lo que pasa que no siempre como esperábamos.

Otras, quizá las más, necesitan ese libro como un diario personal. Un compañero que les apoyará en esos momentos -minutos probablemente- en los que se permitan estar a solas. Ordenar ideas. Demonios. Sentimientos encontrados. Un lugar donde se han permitido perdonarse. Donde también han perdido perdón a alguien a quien ya no pueden volver a ver. Donde se permiten recordar cosas que no contarían a nadie, ni bajo tortura, coacción o pena de cárcel. A nadie. Es su “jardín secreto“, que diría el viejo Bruce.

¿Dónde guardas tu vida?

Y tú… ¿dónde guardas tu vida?


Volver a la Portada de Logo Paperblog