Revista Coaching

¿Dónde me he metido?

Por Interesproductivo @RoberttiGamarra

¿Dónde me he metido?En cualquier emprendimiento, tener los instrumentos apropiados para ejecutar las acciones permite evaluar las posibilidades reales de alcanzar el propósito. Lo idóneo es trabajar en un escenario donde sólo falta la aportación personal. Los conocimientos y la experiencia son al final la llave para abrir o cerrar las puertas hacia el objetivo, pero de nada vale esa aportación sin las herramientas estructurales para operar. Sin embargo, no todas las empresas lo entienden así, y en muchos lugares no queda otra salida que preguntarse: ¿dónde me he metido? 
Algunas empresas centran toda su atención en conseguir beneficios, sin tener en cuenta que no proporcionar a sus empleados las herramientas necesarias, al final acaba por frustrar la consecución de los dividendos deseados. Por eso es importante partir de la base de que para rentabilizar el potencial de cada trabajador, se debe fomentar el aprovechamiento de las sinergias de grupo, conocer con precisión las necesidades de cada área de trabajo, y clarificar los objetivos, así como las estrategias y las herramientas para el desempeño idóneo en el ejercicio de las funciones.

Hace pocas fechas, una persona me relató su experiencia en una empresa de venta telefónica, de la que se marchó con gran decepción. En primer lugar, porque no entendía que en un campo tan cambiante como era la venta telefónica, donde no existen simulaciones para corregir los errores, porque se pasaba directamente a la acción, se dejara todo en mano de la persona, del empleado, con lo cual el resultado nunca se acercaba a lo deseable.
Esta empresa, según me relataba este desempleado decepcionado, tenía instalada toda su estructura, seis empleados, en una pequeña habitación. Proveía a sus trabajadores de guías de teléfono, que ni siquiera cubría en cantidad el número de personas que trabajaban allí. Por lo tanto, sin quererlo, cada mañana se desataba una guerra sin cuartel por hacerse con estas guías, lo cual eliminaba cualquier posibilidad de alimentar la sana convivencia entre los compañeros de trabajo.
Si una persona al llegar a su puesto de trabajo por la mañana, tenía la suerte de conseguir hacerse con una guía de teléfono, se garantizaba la base de datos para realizar sus llamadas diarias. Sin embargo, si no tenía esa suerte,
-Estaba obligado a buscar los números de los posibles clientes con su propio teléfono móvil. Lo cual le producía un gasto de conexión a internet, la pérdida de tiempo para elaborar su propia base de datos, además de la incomodidad de realizar esa búsqueda a ciegas y completamente manual.
-Debía anotar los números a mano en un papel y trabajarlos a conciencia, porque la dimensión de su base de datos era ridículo y completamente irracional.
Con todo ese panorama, cada trabajador estaba sometido a una presión descomunal para conseguir realizar un número determinado de ventas diarias. Por desgracia para ellos, la distribución desequilibrada de los recursos debilitaba la capacidad o los conocimientos para conseguir los objetivos exigidos. Una vez más, como hemos visto muchas veces, para ciertas empresas sólo vale vender a cualquier precio. Afortunadamente, no todas tienen ese perfil ni se dedican a sus obligaciones con tanta desconsideración.
El mundo de los negocios nunca es intuitivo, sino matemático. Los resultados suelen responder proporcionalmente a la inversión realizada en término de recursos personales, estructurales y de formación. La posibilidad de éxito en un escenario estructurado sobre la deficiente combinación de recursos y exigencia es casi nula. Naturalmente puede haber excepciones, pero por regla general no es lo común encomendarse a ella.
Queramos verlo o no, las condiciones laborales, tanto en el aspecto estructural como en el psicológico, ayuda al trabajador a desempeñarse con serenidad, porque no es su obligación diseñar los recursos corporativos para producir, sino utilizarlos adecuadamente para maximizar el rendimiento.imagen: @morguefile
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