Revista Deportes

Donde sueñan los presos

Por Malagatoro

Arrestado

“Donde sueña un preso es una celda de castigo que termina por gustarle. Al preso, hombre atenazado y crispado, termina por gustarle su perra vida de crápula valiente, se mete en el papel por llevar la contraria y piensa que todos vienen en su contra, como el kamikaze en la autovía.

Al preso, si es torero, le da por soñar embestidas y las mece como nadie. Luego, en el recreo de las 19.30, sale al patio y le embiste el Arrestado como siempre fantaseaba en la celda de castigo. Pero el preso, lejos de dejarse llevar y soltar lastre, lejos de quitarse su cara de malo para sacar su sensibilidad de fantasía, interpretaba su papel de tío aguerrido, valiente, violento y osado. Sebastián en la celda, Le Coq entre los reclusos, lo inició como sentía en la irrealidad, con sus sabrosos doblones y el desdén matador y brillante.

Dejó de sentir, avergonzado de que los otros internos le tomaran por un sensiblero cualquiera, y sacó su látigo, su castigo, sus toques de hombre bruto cuando el compañero Arrestado embestía clamando caricias. Se iba hasta allí, donde iban los toros de ensueño, volvía humillado, se reducía para templarse solito ante tamaña rudeza perdonando una y otra vez que su enorme temple y su ritmo no tuviesen la misma respuesta. ¡Ay, Arrestado! Toro cobarde de primeras, que se calienta y tira coces al peto, ¡Ay, Arrestado! qué gran corazón de brava entrega en los finales, cobardón y huidizo en los inicios.

Al preso Le Coq le pudo su apariencia guerrera, olvidando su sueño para interpretar al malo y valiente que respetan. El preso Le Coq le corta un rabo en sus fantasías nocturnas, tan solo una oreja en el patio de internos. Hierro al malo, mimo al dulce, debía ser. Por eso su faena ya se encuentra donde habita el olvido. Por eso Arrestado sigue escribiendo la historia de otro gran alcurrucén en la plaza de Madrid.”

De la crónica de Javier Hernández en Burladero.com


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