Por Mª José Fernández
La verdad es necesaria para mantener sana a una sociedad en pleno desarrollo; no obstante hay quienes pretenden ocultarla, utilizando todo tipo de tretas para su beneficio. Con este insano gesto la hacemos vulnerable, sin un camino propio, pues no sabemos hacia dónde se dirige.
Gran parte de la sociedad actual pretende apoyase en la opinión de la masa: lo que piensan muchos parece tener más razón... Por eso el manipulador utiliza la desinformación, la mentira; y la mezcla con la verdad para confundir: nunca a había habido tanto embuste como ahora, en una época donde las comunicaciones están a la orden del día: Aluviones de bulos y mentiras se hacen virales e inundan las redes.
Pero dónde y cómo encontrar la verdad, en esta sociedad que nos rodea, dirigida por personas que gozan de un inmenso poder. Ellos son los que nos programan bajo intereses sociales, políticos, económicos, etc.
Hemos escuchado decir que “la verdad está dentro del hombre”, que “el fin principal es ser feliz”; no obstante, para ser feliz, nos meten en la cabeza que tenemos que poseer cosas, porque, con ellas, nos sentiremos personas triunfadoras en la vida. Cuanto más admiradas socialmente seamos, más gozaremos de las atenciones y privilegios de los que nos rodean... Pero –aquí viene la madre del cordero– los privilegios no los puede alcanzar cualquiera: el que pase por el aro social o pague un tributo gozará de esos privilegios... –Voilà el montaje o apariencia social.
Sabido es que el hombre se siente feliz cuando no se compara con nadie, elogia al que se lo merece y sigue su camino personal, porque en él habita la paz interior. La paz interior aparece cuando existe en nosotros la verdad y la sinceridad de corazón. Palabras textuales de Confucio: “La verdad y la sinceridad son las bases de toda virtud”, elementos muy valiosos pero, frágiles. No obstante el hombre tiene que esforzarse: todos debemos hacerlo para superarnos, perfeccionarnos... y, de paso, alcanzar nuestros sueños; aunque no deberíamos olvidar que, con los sueños logrados, vayamos a ser o seguir siendo mejores o más felices; por el camino, si hemos errado o no hemos amado, bien pudiéramos haber perdido gran parte de la capacidad que poseíamos para serlo: ya sea la salud, el dinero, la libertad, etc. Aquí es donde aparecerían las frustraciones en la medida que nos hayamos equivocado.
Si la verdad está dentro de cada uno de nosotros, entonces la escucharemos conectando con la conciencia; no obstante, en nuestro interior se libra una batalla clarificadora que pudiera obstruir la voz interna; por eso es preciso desechar mentiras, para escucharla: ser virtuosos, con el fin de poner en claro el camino a seguir. Una vez que estemos en él nos hallaremos liberados de ciertas cargas o compromisos vanos que nos abruman. Aquí hallaremos las palabras de Jesús: “Conoced la Verdad y ella os hará libres”.
Por añadidura el hombre que es conocedor de sí mismo, está en el camino de la verdad. "Podemos modificar la frase, con Hobbes, para decir: Hombre,conócete a ti mismo y conocerás a todos los hombres".
El final último de todo hombre es la felicidad. Si la felicidad está dentro de mí mismo, no preciso atarme a ciertas historias externas que me tienen esclavizado... Y claro este razonamiento no interesa a los que viven de generar apariencias innecesarias para el aparente desarrollo del hombre feliz que genera el tener dinero, posesiones o mucho poder: la eterna lucha del bien y del mal (el mal se alimenta del bien, le vampiriza).
Para perfilar ciertas conclusiones y profundizar sobre el tema, os invito a leer la Obra Completa (Tomos 1 y 2) del escritor, teólogo, conferenciante y filósofo Anthony de Mello: un revolucionario puente espiritual entre la mentalidad de oriente y occidente; y para los creyentes apostólicos romanos os recomiendo Gaudete et exultate(alegraos y regocijaos) de S. S. Francisco. “Gaudete et exsultate es el quinto documento escrito por Francisco en estos cinco años de pontificado. No es la primera vez que el Papa publica un texto con referencias a la alegría”.
Leyendo, meditando, dialogando, etc., uno se va dando cuenta de una verdad que antes no sabía verla; y, tarde o temprano, llegará a la conclusión de lo que “en realidad es preciso para ser feliz”, sin necesidad de absurdas esclavitudes... Llegado el momento entenderéis que el encuentro de nuestra verdad es una experiencia intransferible y personal. El mundo está infectado de egoísmo, la mentira pulula por doquier en el ámbito político, social e, incluso, cultural: lo estamos viendo en las altas esferas: "El Nobel de Literatura no se dará este año tras el escándalo de abusos sexuales".
Es nuestro deber conocer la auténtica verdad de lo que nos atañe para descubrir a la mentira, porque en nuestra sociedad existen mentes obtusas que pretenden apropiarse de lo ajeno, bajo el sello de la apariencia: nos venden humo; o pregonan verdades a medias, cuando desean subirse a poltrona del poder, y, desde allí, dirigir el mundo a su libre albedrío. Lo último: “ETA anuncia su disolución” El PAÍS: ¿Qué es lo que ocultan? ¿Porqué no se arrepienten de sus crímenes? Quizás pretendan subir a los asesinos al carro público y (como hacen los Catalanes) desde ese lugar de privilegio enzarzase con demagogias... conseguir buenas prebendas mensuales pero, ese será otro tema para desarrollar. ¿Dónde está pues la verdad? Busquemos en la bondad o corazón de cada hombre: en sus valores humanos y buenas acciones; sin anteponer interés individual o de grupos.