Un nuevo cine para una nueva era. Djinn Carrenard, autodidacta de 30 años que desde 2003 había realizado algunos cortos, sabía perfectamente que nadie le iba a financiar una película de 2 horas y 13 minutos. Opciones: recorrer los despachos de las productoras hasta cumplir los 70 años y no conseguir nada, excepto una úlcera, o aventurarse en un proceso de Guerrilla Filmmaking, o sea, buscarse la vida y, con suerte, ahorrarse la úlcera. El director escogió esta última opción. La filosofía del proyecto era evidente, pasar de todo lo que no podía financiar y establecer una economía de intercambio (me dejas tu casa para rodar y te cuido al gato durante las vacaciones…). Presupuesto final del film: 150 Euros. Resultado: una de las mejores películas del año y, sin duda, la mejor sorpresa.
Revista Cine
Con un brillante guión, unos interpretes alucinantes, un equilibrado sentido del ritmo y la historia de cuatro parejas que intentar comprender el amor para poder conservarlo, Djinn Carrenard ha logrado que sintiese lo mismo que años atrás cuando asistí al estreno de Tesis, la primera película Amenábar: la sensación de que estaba ante un director que dará que hablar. Lo curioso es que cuando le formulé al joven realizador la típica y tópica pregunta destinada a todo extranjero (¿tus directores españoles preferidos?) me respondió: Amenábar, sin duda alguna, (el 99% responden Almodóvar y 1% restante, Alex de la Iglesia), y me habló de Tesis como un ejemplo a seguir. Inspirado por el cine independiente o por las lecciones de un Almodóvar que en los años 80 lograba, con los escasos medios que disponía, unas películas fascinantes, la similitud entre ambos es evidente: un enorme talento y destellos de genio.Este director, con unas inmensas ganas de aprender todo lo relacionado con el cine, en versión tradicional, clases de interpretación para conocer a los actores, o en versión friki, realización y montaje estudiados por internet o buscar en Google cómo conseguir que un actor llore, (por cierto, algunas respuestas son muy ocurrentes), posee la habilidad de extraer de cada uno de sus actores lo mejor y lo más intenso de su personalidad. La prueba de ello es un abanico de interpretaciones que deja boquiabierto.Y entre todas una especialmente inspirada, la de Emilia Derou-Bernal. Hija de una malagueña, de la que ha conservado un delicioso acento andaluz, esta excelente actriz ya ha recorrido España, Francia, México e Inglaterra. En su papel de profesora de español aporta una presencia física y una intensidad a prueba de bomba, transmitiendo tal fuerza a su personaje que perdura largo tiempo en la retina del espectador (por cierto, está deseando volver a España para rodar…).Djinn Carrenard es el Orson Welles de la era de los indignados, con la diferencia de que éste tenía todo un estudio a su disposición y Carrenard solamente la firme creencia en su guión y en sus actores. Con otra película ya en proyecto, la historia de una mujer que sólo tiene una semana antes de volver a prisión y su encuentro con un músico que está perdiendo el oído, Djinn Carrenard volverá a hablar de amor, “lo más importante de todo y lo único que nos interesa a los europeos”.Si bien la película no es perfecta (ciertos bordes borrosos debido a una sencilla cámara con un objetivo de 35 mm, algún que otro minuto de más) el film condensa tal concentrado de genio que sería una lástima perdérsela este Donoma que significa, en la lengua de los indios sioux, amanecer.¿Y en que se han invertido los 150 euros? En lo único que el director no podía conseguir a base de un trueque o un arreglo amistoso: el alquiler de un smoking. Tras rodar, el director no satisfecho del resultado, lo eliminó. Djinn Carrenard pasará a la historia del cine como el único director que utilizó el presupuesto global de su película en una escena suprimida del montaje final. Bravo.