Un estudio realizado a 132 niños en el Hospital Universitario Materno Infantil de Canarias ha llegado a la conclusión de que existen diferencias notorias entre los bebés que dormían boca abajo, y por lo tanto se les estimulaba desde sus pocas semanas, y los que no.
Se estableció un grupo de 35 bebés que recibieron estimulación y 97 que no. En esta última agrupación existían grupos diferenciados según los meses de vida. La evaluación de los niños de los dos grupos, se realizaban en sus domicilios a los 3, 6 y 9 meses. En este análisis se encontraron ciertas diferencias entre los distintos grupos. Se analizaron como indicadores de cada periodo el ‘sostén cefálico’ (sostener la cabeza al estar boca abajo) a los 3 meses, el volteo a los 6 y el gateo a los 9 meses, por la importancia que tienen como logros motores de cada etapa.
Los resultados fueron “significativos”, ya que indicaban que mientras a los 3 meses los 35 bebés que recibían estímulos consiguieron el sostén cefálico, de los que no lo recibían, sólo 8 de 32 lo lograron. Así, a los 6 meses, los que recibían estímulos lograron todos dicho sostén cefálico, mientras que en el grupo de los que no contaban con la estimulación lo consiguieron 21 de 31.
Posteriormente, en la fase de gateo, a los 9 meses, entre los que se ejercitaban, gatearon 31 de los 35 y, entre los que no fueron estimulados, sólo 8 de 34. Las causas que les llevó a realizar el estudio fueron que observaron que había niños con pequeños retrasos en motores que no tienen ningún fin neurológico. Y, finalmente, observaron que los niños pasan “excesivo tiempo” boca arriba.
A todo esto hay que apuntar que cuando un bebé mantiene la cabeza boca abajo desde el punto de vista cognitivo le da la ventaja, porque él puede integrarse mucho mejor en el entorno, ya que para ver qué hay a su alrededor tiene que levantarla.