Ese mecanismo que tenemos en el cerebro y que produce sueños cuando dormimos es algo que a mí me asombra y me fascina.
Y si el hecho de soñar, en general, me causa asombro, determinados tipos de sueños me parecen cosa de pura magia.
Es verdad que a las mentes simples cualquier cosa nos parece magia, pero también es verdad que los sueños tienen una naturaleza ignota y un carácter ultraterreno que a mí me sobrecogen.Ya comentamos aquí en otra ocasión que sueños tenemos de varias clases, desde los normalitos de todos los días, que reflejan imágenes de nuestras propias experiencias cotidianas, hasta pesadillas escalofriantes que cualquiera sabe de dónde salen, a qué se deben y qué significan, pasando por sueños premonitorios, sueños reveladores que nos proporcionan la solución a un problema, o esos que llamamos ‘sueños lúcidos’ y que a mí personalmente me dan un poquillo de miedo. Aunque la situación soñada no sea en sí amedrentadora.Digo lo del miedo porque tener un sueño lúcido a mí me parece que es como vivir un rato entre dos mundos, el de la conciencia y el onírico; el real y el de la fantasía. Como estar con un pie aquí y otro allí. Como verse atrapado entre dos realidades y no estar del todo ni en una ni en otra.Aunque, según he leído aquí, unos estudios recientes indican que un sueño lúcido no es ni sueño ni estado consciente ni una mezcla de ambos, sino un estado de conciencia diferente, independiente. Y eso lo saben –o creen saberlo- por los niveles de ondas Gamma que se activan, que son distintos de los de los sueños comunes.Sin embargo yo, con la tozudez que me otorga la ignorancia, sigo pensando y sintiendo que un sueño lúcido es como asomarse a una ventana y tener medio cuerpo en nuestro mundo y el otro medio en un mundo exterior y con frecuencia rarito. Más o menos como el señor Valdemaren el cuento de Poe. Aunque sin llegar a tan terroríficas consecuencias, menos mal.
Pero a pesar de que me dan, como digo, cierto repelús, la cuestión de los sueños en general y de los lúcidos en particular me atrae mucho, me interesa y ciertamente me gustaría tener sueños lúcidos de vez en cuando. Yo creo que no he tenido más que dos en mi vida. El primero del que fui consciente lo tuve siendo pequeña. Tendría unos siete u ocho años, y me desperté tan asombrada, tan sorprendida, tan pasmada por lo que acababa de experimentar, que tanto el sueño como el asombro se me quedaron grabados en la memoria para siempre.El sueño no era nada espectacular en cuanto a imágenes, símbolos, ni nada de eso. Era un sueño, supongo, propio de la experiencia infantil. Las imágenes, las personas, las palabras del sueño eran las cotidianas, las normales para un niño. Era, efectivamente, la clase de sueño lo que me impresionó tanto.Soñé que yo estaba con mis padres en casa de mis abuelos, y que mi abuela iba a preparar el almuerzo. Yo le decía que quería paella y mi abuela me decía que no podía ser, que la paella tardaba mucho, que no le daba tiempo… Pero yo insistía, insistía, y al final ella accedía. A continuación veía a mi abuela aparecer en el salón con una gran paella. Y de pronto la paella estaba en la pared, por encima de un mueble, como un cuadro redondo y amarillo. Entonces yo le decía a mi abuela que ya no quería paella. Mi abuela se enfadaba, me decía esto y lo otro… pero yo miraba la paella en la pared y decía tan tranquila: “No te preocupes, abuela, si esto es un sueño.”Como digo, creo haber tenido solamente este sueño lúcido y otro que tuve hace poco, hace unos meses, en el que el nivel de lucidez era extraordinario. Diría que fue, por sus caraterísticas, un sueño lúcido prototípico, con todos los elementos que señalan los expertos en la cosa onírica. Dicen también que es posible entrenarse para tener sueños lúcidos. Y las técnicas, por cierto, no parecen difíciles…
(¿Continuará?)