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Dormir para ver. Segunda parte.

Publicado el 13 marzo 2012 por Angeles

Ya comenté en la entrada anterior el pasmo que me produce  la sensación de entrar en esa realidad paralela que son lo sueños lúcidos, y ser conscientes de que estamos soñando y de que estamos en un mundo que no es el real, que es otro.Pero no es este mi único motivo de perplejidad. 
Hay personas que dicen que los sueños lúcidos han supuesto para ellos una revelación, un cambio en su forma de ver las cosas. Algunos cuentan que después de haber tenido un sueño lúcido han despertado sintiéndose diferentes y que su vida ha cambiado para mejor.

Desde luego, no es mi caso, pues si pienso en el sueño lúcido que tuve yo hace unos meses, no me queda más remedio que sentirme ridícula. Porque a ver qué revelación, qué lección vital y qué crecimiento personal puedo yo sacar de lo siguiente:Dormir para ver. Segunda parte.Me despierto en mi habitación una mañana. De hecho creo que estoy despierta en la vida real. La diferencia es que al sentarme en la cama me descubro obesa, oronda y barriguda. Me digo que eso no puede ser verdad y que a lo mejor es que estoy soñando. Me veo haciendo un esfuerzo por aclararme. Pero al mirar la habitación lo veo todo tan real y tan exactamente como es, que me convenzo de que estoy despierta. Aunque nuevamente, al mirarme a mí misma me digo que no, que esa generosidad adiposa no puede ser real, que tengo que estar soñando. Al mismo tiempo estoy viendo que en la habitación hay varias personas. No hablan conmigo, pero sí entre ellos, y entran y salen por la terraza con total naturalidad. Yo no tengo miedo ni me extraña que estén allí. Mi preocupación es averiguar si estoy despierta o soñando, y me digo que debo buscar pistas, indicios que me lo aclaren. Entonces, de debajo de la cama sale un perro. Es un perro grande, bonito, bonachón, que no da miedo y que se pasea por la habitación tan tranquilo. Y entonces me digo que esa es la prueba de que estoy soñando, pues algo así -que salga un perro de debajo de mi cama- no puede pasar en la realidad. Me siento muy tranquila y relajada y ahí acaba el sueño. En este sueño, por cierto, hay, aparte de la lucidez, otro fenómeno: el del falso despertar, aunque este asunto habrá que dejarlo para otra ocasión.Y también hay un ejemplo de lo que los expertos llaman “reality checks”, es decir, “comprobaciones de realidad”, que es lo que hacemos cuando en un sueño lúcido buscamos pistas que nos indiquen que realmente estamos en un sueño. Y así,  cuando vemos algo que no es posible en la vida real, ya tenemos la clave que nos dice que estamos soñando.O sea, que este sueño mío es técnicamente muy completo, aunque, como digo, no me ha reportado ningún beneficio emocional. A no ser que las risas cuenten como beneficio, y para mí desde luego, cuentan.Pero, aparte de ese enriquecimiento personal y esa ayuda que parecen proporcionar los sueños lúcidos a algunas personas, y que, como digo, a mí me asombran tanto, debo añadir que también me parece extraordinario el hecho de que haya técnicas que podemos practicar para producir sueños lúcidos a voluntad.A mí, la verdad, no me parece que un sueño lúcido espontáneo y uno inducido sean exactamente lo mismo. No sé, me parece que el espontáneo es más auténtico. Es decir, si los sueños lúcidos tienen alguna finalidad, en términos psicológicos o biológicos –cosa que ignoro-, entonces los tendremos –si los tenemos- cuando nuestra psique o nuestro cerebro los considere necesarios, por así decirlo. En cambio, si los provocamos conscientemente, ¿cumplirán la misma finalidad, si es que la hubiere? El caso es  que los que saben de esto dicen que estos sueños lúcidos inducidos son los más claros e impresionantes, y, como hemos dicho, proponen técnicas para entrenarnos en la capacidad de producirlos.Algunas de esas técnicas son bastante fáciles de llevar a cabo. Otras, en cambio, me parecen una insensatez.Por ejemplo, una de las fáciles consiste simplemente en leer información sobre los sueños lúcidos, como alguna página de internet que trate sobre el tema,  antes de irnos a dormir.Otra consiste en rememorar, con el máximo detalle posible, nuestro primer sueño lúcido (evidentemente, si no has tenido ninguno todavía, esta no te vale). Después, cuando nos vamos quedando dormidos, tenemos que volver a recordar ese sueño, mientras nos proponemos conscientemente tener un sueño lúcido esa noche.También se recomienda llevar un diario de sueños, es decir, tener un cuaderno donde ir anotando los sueños de todo tipo que tengamos. Esto lo hago yo desde hace años, como ya conté aquí, y si bien me ha servido para otras cosas, no me ha dado resultado como método para tener sueños lúcidos. Qué se le va a hacer. Como dice Rebeca Turner en su web,  ni los métodos son infalibles ni todos funcionan igual para todo el mundo.Y luego tenemos la técnica que se denomina Wake Back to the Bed (algo así como “despertar y volver a la cama”), pero que yo llamo ‘la tortura medieval’. Consiste la cosa en irse a la cama y poner el despertador para despertarnos al cabo de seis horas. Una vez despiertos, nada de quedarse acostaditos. Hay que levantarse y espabilarse por completo. Y ponerse a hacer algo que mantenga el cerebro alerta durante un rato, entre 20 minutos y una hora. Al cabo de ese tiempo, hay que volver a acostarse y relajarse, y mientras nos vamos quedando dormidos, pensar en lo que queremos soñar.Ah, y si es usted una de esas personas que duerme seis horas por término medio, entonces póngase el despertador antes, duerma solo cuatro o cinco horas.No sé, no sé… Los que solemos dormir poco o mal podemos aprovechar la coyuntura para practicar esta técnica, pero una persona de buen dormir a la que le cueste lo suyo madrugar por obligación…  

Bueno, ironías aparte, qué interesante y qué desconocida todavía es esta capacidad nuestra para soñar, para decirnos cosas a nosotros mismos 'desde fuera', para crear imágenes, circunstancias y entornos que nos maravillan, nos emocionan, nos impresionan y nos intrigan tanto.

¿Qué posibilidades tendremos en nosotros mismos, y qué capacidades estaremos desaprovechando? ¿Cómo es posible que algo tan cotidiano y tan inherente al ser humano, sea todavía  tan ignoto, desconocido y secreto para nosotros mismos? Una vez más podemos decir que conocemos mejor el espacio exterior, el cosmos, que nuestro propio universo interior. Misterios de la vida.

Dormir para ver. Segunda parte.

Ilustrando esta entrada, el arte de Giorgio Chirico.


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