Revista Deportes
Hacía mucho tiempo que mi amigo Luis me había dicho que fuese a su finca a pescar con él con lo que el último fin de semana de Semana Santa decidimos quedar con él Daniel David y yo.
Quedamos el sábado por la mañana con él y con Gustavo en un pequeño pueblo cercano a su finca y tras algún problema que hubo por el camino llegamos a las 2 y poco del mediodía al agua. Entre que montamos los cacharros y comimos, nos metimos en el agua alrededor de las 3. El agua estaba ligeramente tomada, con muchas encinas y retamas medio sumergidas y la temperatura era bastante agradable a pesar del mal tiempo que había hecho los días anteriores. Una ligera brisa rizaba la superficie del agua y por estas razones decidimos dedicarnos a hacer “power fishing”, pescando con crankbaits y lipless y algún jig y texas para pescar algunas estructuras.
Cuando ni Dani ni yo nos habíamos metido en el agua, Gustavo, quien ya estaba dentro clavó el primero en el primer lance, un bonito bass que superaba el kilo y medio.
Llevábamos poco tiempo en el agua y ya habíamos tenido bastantes picadas y habíamos sacado unos pocos de peces de los cuales ninguno bajaba del kilo de peso. Las picadas al vinilo eran muy rápidas, apenas nos daba tiempo a clavar, con lo que decidimos dejarlos un poco de lado y darle más caña a los lipless y crankbaits con los cuales sacábamos los peces con más facilidad.
Los peces salían uno tras otros, estábamos “flipando”, menos un par de ellos, todos pasaban con facilidad del kilo de peso, eran frecuentes los dobletes y los tripletes, teníamos ya los dedos completamente pelados y con heridas.
Ya de vuelta al coche, de noche, Luis nos comento que si nos queríamos quedar a dormir allí. Ni nos lo pensamos. Dejamos los catamaranes atados a la orilla y nos fuimos a comer algo y a descansar para el día siguiente.
Tras una larga y fría noche, llegamos al agua a las 9 de la mañana y esta vez nos acompañaba Luis quien nunca había montado en pato.
Al poco tiempo Luis le había pillado el truco al pato. Los peces estaban algo parados con los que empezamos a pescar con vinilo montado al texas y algo de cranking.
Conforme fue incrementado el calor los peces se fueron activando con lo que empezamos a pescar con jerkbaits duros e incluso swimbaits. La media era mayor que la del día anterior. Nos habíamos encintado los dedos con esparadrapo, pero los peces lo raspaban e iban desgastando hasta que se caía, nos lo tuvimos que encintar varias veces, esto no me había pasado en la vida. Tuvimos la oportunidad hasta de sacar 4 peces a la vez.
Ya sobre las 5 de la tarde los peces estaban en su pico máximo de actividad y decidimos empezar a pescar en superficie. Las picadas eran bravísimas y si fallaban le metían una y otra vez hasta prenderse de las poteras, era una pasada.
Quizás no pude disfrutar del momento tanto como mis compañeros ya que me dio una pequeña insolación y se me quitaron las ganas de todo, pero los peces no hacían nada más que romper la superficie para coger nuestros señuelos.
A eso de las 9:30 de la noche decidimos dar la jornada por acabada e ir tirando para el coche que no estaba nada cerca.
La barriga de algunos era exagerada debido a los peces tan grandes que comían y a la carga de huevos que llevaban.
No solo salieron basses.
Me gustaría agradecer enormemente a Luis el habernos llevado a aquel maravilloso lugar donde tanto disfrutamos. Sin duda algunas una de las mejores pescatas de nuestras vidas.
También me gustaría dedicar esta jornada de mi parte y de parte de Dani a Fabio y a Jorge.