Dos joyas del modernismo egarense. Entre las actividades que se celebraron en la última edición de la Setmana del Turisme Industrial hubo una jornada de puertas abiertas en diferentes museos, que incluían la posibilidad de visitar las terrazas del edificio que acoge el Museu Nacional de la Ciència i de la Tècnica de Catalunya, en Terrassa.
Una excelente excusa para ir a pasar una mañana paseando por la ciudad, y aprovechar para descubrir dos joyas del modernismo egarense.
El modernismo egarense
El Vallès Occidental es una de las comarcas catalanas que posee importantes muestras del patrimonio arquitectónico novecentista y modernista, tanto civil como industrial, debido a la importe expansión económica que se vivió en la zona a finales del siglo XIX y principios del XX, y a la apuesta que la burguesía autóctona hizo por invertir en la construcción de fábricas, edificios civiles y casas residenciales, contratando a los arquitectos más representativos del momento.
En el caso de Terrassa, una de las poblaciones de la zona con importantes ejemplos, fue Lluis Muncunill i Parellada, el arquitecto municipal de aquellos años, el artífice de muchas de esas obras.
De entre su larga lista de edificios, nuestra visita a Terrassa nos llevó a elegir dos de ellos. Dos que, de un tiempo para aquí, se han convertido en todo un referente de la ciudad y, además, objetivo de instagramers y cazadores de imágenes sorprendentes.
Fachada oeste de la Masia Freixa
El Vapor Aymerich, Amat i Jover
Nuestra primera visita fue a esta antigua fábrica textil, situada en la Rambla de Egara, y que desde 1984 es la sede del mNACTEC, un museo dedicado a la ciencia y a la técnica que venía proyectándose desde principios del siglo XX.
A finales del siglo XIX, tres industriales egarenses (Josep Aymerich i Grané, Pau Amat i Boguñà i Francesc Jover i Barba) se asociaron para crear una industria dedicada a la fabricación de tejidos de lana (tipo “novetats”), que además llevase a cabo todo el proceso fabril completo, desde el hilado, pasando por el tejido y finalizando con los acabados.
Aunque inicialmente iniciaron su actividad en una nave de alquiler, en 1905 optaron por encargar la construcción de su propio vapor a Muncunill, quien sería el artífice de uno de los edificios industriales más bellos de toda Europa.
Panorámica interior de la nave de producción del antiguo vapor, donde se aprecia la luminosidad de las claraboyas
El resultado fue un edificio estético, funcional y, sobre todo, muy luminoso, que permitía trabajar con luz natural la mayor parte de la jornada. Convirtiéndose en la mejor y más espectacular muestra de arquitectura industrial modernista del país, usando únicamente baldosas, ladrillos y hierro colado.
El conjunto fabril -tal y como todavía hoy se conserva- estaba formado por una gran nave de producción, un edificio anexo donde estaban las carboneras, calderas, chimenea y la máquina de vapor, y un patio con oficinas cuya fachada da directamente a la calle principal.
De toda la construcción, sin lugar a dudas, el elemento que hace única la construcción son las 161 cubiertas con bóveda catalana que cubren la nave principal. ¿Nunca te han preguntado si alguna vez has visto el mar sobre un tejado? Pues esa es la pregunta que te debes formular antes de acceder a la terraza superior de este edificio, porque es lo que te vas a encontrar cuando llegues allí.
Panorámica de las 161 “voltes de maó”
Tal y como nos explican, sustituyendo las formas rectas de la cubierta por un techo abovedado con claraboyas, el arquitecto consiguió que, en una nave sin una sola ventana se pudiese trabajar con luz natural la mayor parte de las horas del día.
¿Alguna vez te han preguntado si has visto el mar en un tejado?
Otra curiosidad de la construcción son las 300 columnas de hierro fundido (“ferro colat”), que actuaban como soporte de las claraboyas, a la vez que servían de bajantes de agua y elementos de conducción para hacer llegar la fuerza del vapor producido por la máquina central hasta cada uno de los diferentes telares que había en la fábrica.
Antigua máquina de vapor que generaba la energía que movía los telares de la fábrica de paños de lana
mNACTEC
En la actualidad, como sede del Museu Nacional de la Ciència i de la Tècnica de Catalunya, el edificio mantiene todo su interés arquitectónico, además de ofrecer la posibilidad de hacer un recorrido interactivo a través de la evolución de la ciencia y la técnica, desde la revolución neolítica hasta nuestros días, combinando las explicaciones museisticas con la experimentación.
Un lugar ideal para grandes y pequeños, que te permite poder pasarte una mañana investigando, aprendiendo y curioseando, con la posibilidad -especialmente para los más nostálgicos- de volver a recordar elementos que formaban parte de nuestra vida diaria, familiar y laboral, no hace tantos años.
Recreación de una cocina de principios del siglo XX con todas las “novedades tecnológicas” de la época
Antiguo taxi de Barcelona, de los años 20, expuesto en el mNACTEC
Conjunto de telas expuestas en el mNACTEC, que recuerdan los tejidos de lanas que se fabricaban en el antiguo vapor
Que levante la mano quien se inició en la informática con uno de éstos
mNACTEC
Rambla d’Egara, 270
Terrassa
La Masia Freixa. Una torre que nunca fue masia
Nuestro segundo destino es la Masia Freixa o “el Castell de Fades de Terrassa”. Una impresionante construcción modernista que es, sin lugar a dudas, uno de los lugares más instagrameados de Terrassa en los últimos tiempos.
Vista parcial del lateral de la Masia Freixa con la torre-mirador al fondo
Considerada una joya del patrimonio modernista de la ciudad, la verdad es que sus formas y su estructura la convierten en un edificio de lo más singular, con “un punto de foto” ideal para compartir en las redes sociales. Un edificio al que personalmente le encuentro cierta similitud con el Celler Cooperatiu de Gandesa. ¿Lo conoces?
El edificio original data de 1896, y poco tiene que ver con el que hoy en día encandila a propios y foráneos cuando accedes al interior del Parc de Sant Jordi, donde se encuentra. Inicialmente fue una fábrica de hilados, propiedad del industrial Josep Freixa i Argemí, de planta rectangular y tejado a dos aguas que, una vez se quedó pequeña, el propio Freixa decidió reconvertirla en su residencia familiar.
Para ello, en 1907, contrató los servicios de Lluis Muncunill y le dio total libertad en el diseño de la remodelación, que se llevaría a cabo en dos fases.
Sin derribar ningún muro, Muncunill optó por revestirla exteriormente de arcos parabólicos y bóvedas, -siguiendo la moda de la época y la inspiración gaudiniana-, y le añadió una galería porchada y una torre-mirador, similar a un minarete. En el interior, las puertas y las ventanas también se adaptaron al mismo tipo de diseño, dándole ese carácter de edificio ondulante.
El resultado fue un espectacular edificio de planta rectangular -según la construcción inicial-, pero con un contorno completamente ondulado.
Detalle del porche exterior de la Masia Freixa
Destaca por el encalado blanco de la fachada (tan propio de Mediterráneo), el zócalo de cerámica vidriada que la rodea exteriormente y por las cubiertas sinuosas de color gris brillante, conseguido mezclando mortero con pequeñas piezas de vidrio y cerámica, una técnica innovadora que el propio Gaudí usó en la construcción del Palau Güell veinte años antes. Todas las contraventanas están pintadas en verde, lo que le da un plus de realce sobre el blanco de las paredes y arcos exteriores.
Interior de la Masia Freixa
Entre los objetos originales de la época que todavía se conservan en el interior están los muebles del comedor y del despacho, diseñados por Joaquim Vancells i Vieta, un artista polifacético que fue artífice de la escuela pictórica de Terrassa y uno de los paisajistas más importantes de dicho movimiento.
El edificio se restauró en 1984, y en la actualidad es la sede de la Oficina de Turismo de Terrassa, y aunque se puede acceder a su interior durante las horas de apertura de la oficina, se puede visitar de manera más pormenorizada mediante una visita guiada gratuita, que se lleva a cabo cada día a las 12 h, de lunes a domingo.
El Parc de Sant Jordi
Visitar la Masia Freixa te invita a dar un paseo por el zona ajardinada que la rodea. Se trata del Parc de Sant Jordi, inspirado en la estructura paisajista de los jardines ingleses, y tiene el honor de ser el primer parque público que hubo en Terrassa.
Panorámica de la rosaleda y la pérgola del Parc de Sant Jordi
Más o menos conserva su estructura original, aunque con una extensión mucho más limitada, y en su diseño combina parterres con zonas de paseo y de descanso, destacando una explanada semioval con plataneros, el paseo de los cipreses y la rosaleda, donde hay una glorieta y un pequeño estanque.
El parque debe su nombre a una escultura de bronce de Sant Jordi que preside la zona del jardín posterior a la masía. Se trata de copia de la escultura original que realizó Donatello, entre 1415 y 1417, y que se conserva en el Museo Nazionale del Bargello, en Florencia.
Otra curiosidad del patrimonio egarense que vale la pena ir a descubrir.
Estatua de Sant Jordi que da nombre al parque de Terrassa. Es una copia de la que diseñó Donatello y que está en Florencia.
Masia Freixa
Pl. Freixa i Argemí, 11
Terrassa
Dos recomendaciones que te pueden interesar
La primera recomendación es que te descargues la audioguía “Modernisme industrial a Terrassa” , que te permitirá recorrer de manera libre diez de los principales edificios de la ruta industrial y modernista de Terrassa.
La segunda recomendación es que te informes sobre el Turistren,. Se trata de un billete combinado de FGC (línea Barcelona-Vallès), que incluye viaje y entradas a diferentes lugares de la ciudad.
Y hasta aquí nuestra breve visita de una mañana a Terrassa, para recorrer dos joyas del modernismo egarense, aunque prometemos que habrá más… Como, por ejemplo, una visita a la Fira Modernista que se celebra el segundo fin de semana de mayo, y que también nos puede llevar a conocer de manera pormenorizada la Casa Alegre de Sagrera.
Puedes buscar más información en RRSS con #terrassaturisme #visitaterrassa #bcnmoltmés #costabarcelona #viuelvallès #xatic
También te puede interesar:
Modernismo de verano en l’Ametlla del Vallès