Continuamos con la segunda parte del estudio de las óperas del siglo XX que están basadas o son versiones de obras teatrales, con la idea de dar una visión de cómo fueron tratados estos textos en ambos ámbitos y como se relacionaban con el momento histórico en que fueron escritas.
La selección hecha está basada en la importancia de las obras para el desarrollo del lenguaje lírico y en la forma que se relaciona con la obra original en la que basa su libreto.
La utopía sesentera
Los años sesenta en el mundo significaron la revolución juvenil, en mundo en manos de chicos y chicas de 20 años que buscaban un orden social nuevo, una manera de entender el mundo que no implicara los mismos cotos de poder.
La ópera de este momento histórico ya no será nunca más una hermosa melodía que llevarte en el oído mientras caminas por la calle de regreso al teatro. Buscará cuestionar, contestar y replicar, no agradar.
Britten había logrado vencer casi todos los prejuicios y definiciones de su tiempo. Homosexual cuando estaba penado por la ley inglesa, pacifista en plena segunda Guerra Mundial y libre pensador, logra la independencia creativa creando el festival de Aldeburgh en el que además va a dirigir todos sus estrenos a partir de los años 60. Midsummer night dream es una ópera extraordinaria, hecha por una pareja extraordinaria. Está considerada como una de las mejores adaptaciones que se han hecho a la ópera del repertorio Shakesperiano, ya que logra la misma atmósfera de la obra y no traiciona ni su carácter ni su tono.Seis años después del estreno de la sexta ópera de gran formato de Britten, el Metropolitan opera House de Nueva York cambia de sede y entra al Lincon Center, desechando su antiguo teatro. Para conmemorar ese acontecimiento encargaron a Samuel Barber esta fastuosa obra cuyo estreno fue un absoluto desastre a pesar de contar con un electo estelar liderado por Leontyne Price, (quien, por cierto, se quedó atrapada en plena función dentro de una de las pirámides de la escenografía). Después de varias versiones, la ópera funcionó bastante bien pero nunca se olvidó su estreno desastroso.
Los violentos años setenta
El mundo utópico de los años 60 se convierte a partir de la protesta de los estudiantes en el mundo en 1968 en una lucha agresiva y violenta, que definirá a esa generación como la de las marchas sociales, la de la juventud contra la guerra y contra el mundo establecido. La ópera no se va aislar de esa temática y va crear obras donde se cuestione el orden imperante.
En 1971 ve la luz una de las obras maestras más desconocidas de la segunda parte del siglo XX. Es muy extraño que esta obra no haya tenido repercusiones mayores, ya que es una obra de extraordinaria actualidad y cuyo tono, irónico y grotesco, la vuelve excepcional. Fue estrenada por Christa Ludwig y bajo la batuta de Horst Stein.En Italia mientras tanto Luigi Nono, perteneciente a la generación de artistas de la talla de Darío Fo, Eduardo de Filippo o Federico Fellini, hace un retrato a la manera de misa de réquiem por las mujeres asesinadas y la violencia que sufren, con personajes históricos, que actúan y cantan pero también regresan en grabaciones magnéticas, como si fueran los fantasmas de sí mismos. Una ópera llena de innovaciones, que hasta la fecha no ha podido ser superada en concepto.
Los fabulosos años 80
La década de los 80 es un periodo donde la globalización comienza y llega el despertar a un nuevo mundo operístico. El teatro por su parte no solo sale a la calle, sino también entra a los foros pequeños, a las cajas negras, a un submundo que no siempre habla desde el espacio a la italiana. La ópera llega a más gente, la televisión transmite funciones operísticas, los teatros se llenan cada vez de nuevos espectadores, el video inunda el mercado.
Una gran polémica rodeó al estreno de Baal en su versión operística. Sus detractores tacharon esa versión como la edulcoración de una obra anárquica con la decencia burguesa, sus defensores hablaron del tratamiento de la obra brechtiana como un clásico. En cualquier caso esta obra pasa a la historia como una de las mejores adaptaciones de la obra brechtiana a la lírica.Terminando el siglo
Todos hablan de que la ópera está muerta, de que los nuevos compositores no logran tocar a los espectadores de la década de fin de siglo. Sin embargo los teatros se llenan y la industria del disco, con las nuevas innovaciones técnicas invade de Cds el mundo. Los fanáticos operísticos cambian de formato sus audiotecas al completo. La ópera demuestra que puede ver el pasado con ojos nuevos y que el punto de vista del fin de siglo es muy complejo y enriquecedor.
El estreno de The Ghosts of Versailles en el Metropolitan opera House estaba lleno de estrellas, los que pudimos estar presentes, jamás olvidaremos a la Maria Antonieta de Teresa Stratas tratando de olvidarlo que había visto antes de morir guillotinada, ni a la extraordinaria Marilyn Horne con su vis cómica y por supuesto a Gino Quilico haciendo el Fígaro que simbolizaba a todos los Fígaros. Un punto de vista fresco, moderno y espectacular de cómo veíamos la historia desde el fin del siglo.Con una enorme influencia de Richard Strauss, esta ópera se convierte en una de las banderas del renacimiento operístico. No toda la ópera contemporánea es incomprensible, anti melódica o poco agradable al oído. André Previn logra un equilibrio importante entre la modernidad y el contacto con su espectador. Pero es precisamente eso lo que los críticos de la época van a resaltar: su falta de modernidad y riesgo.
El nuevo siglo
El siglo XX cerró con una idea completamente diferente de lo que debía ser la ópera: Un espectáculo mucho más integral y menos centrado en la figura de la estrella solista. Se democratizó y se acercó a muchos más espectadores en todo el mundo por medio de las transmisiones cada vez de mejor calidad y las grabaciones en videos que se comercializaron por todo el mundo. La producción se disfrutaba ya de manera completa y no sólo auditiva.
Los teatros se centraron en mostrar la mayor poliédrica programación posible y las temporadas abarcaron títulos de toda la historia de la ópera. Estrenos internacionales y nacionales se volvieron una necesidad, que convivía con los remontajes y versiones modernas de clásicos y caballitos de batalla.
"Despiadada" fue la palabra que más se usó para describir el trabajo de Reimann con la versión operística de La Casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca. Un mundo femenino marcado por la represión y la crueldad, con el texto de Lorca casi intacto pero traducido al alemán.Thomas Adés en cambio, tiene por objetivo lograr el ambiente lúdico, mágico y misterioso de la obra de madurez de Shakespeare. Un homenaje al mundo teatral inglés y a la vida de los extraordinarios personajes que son ya parte de la cosmogonía universal.
A manera de conclusión
El punto de vista de los compositores siempre estará ligado al trasfondo y el subtexto de los libretos dramáticos. A diferencia de las obras teatrales en la música encontraremos una atmósfera ya dada por la orquesta y un tempo ya definido en la partitura, aún así el encuentro y la simbiosis a la que pueden llegar estas obras nos hacen pensar en un mundo desconocido al que no hemos aterrizados todos, en parte por prejuicios sobre la música contemporánea, pero también porque no hemos desarrollado una cultura en el espectador que le dé suficientes herramientas para disfrutar de estas óperas.
Desde el principio la ópera ha sido definida como el drama per música, pero siempre había sido considerada un apéndice de la disciplina musical. Es hasta el siglo XX en que el teatro y la verdaderamente se comportan como artes escénicas multidisciplinarias y conjuntas. Un gran logro para el desarrollo del arte lírico y su capacidad, siempre sorprendente, de expresarse expresándonos.