Revista Opinión

Dos motores: La necesidad y el interés propio

Publicado el 27 octubre 2013 por Jocoma
Dos motores: La necesidad y el interés propio
Hace ya de ello casi 40 años y es como si lo estuviera viendo ahora. Un grupo de gente joven estábamos en mi casa sentados en el césped del campo de futbito. Disfrutábamos de una tarde estival espléndida al aire libre y charlábamos amigablemente, cuando mi amigo Enric que es 10 años más joven que yo, me dijo: “La necesidad es el motor más importante que mueve al hombre”. Quedé estupefacto y tardé en digerirlo unos segundos. Tuve la clara sensación de que aquello era importante. Hasta ese momento yo pensaba que los verdaderos motores que empujaban al ser humano eran el dinero, el poder, el sexo, el amor… Él tenía razón. En un segundo todo mi planteamiento se había venido abajo. Lo reconocí inmediatamente. No recuerdo cómo siguió la cosa, pero sí sé que desde ese momento hasta ahora siempre he tenido muy presente aquello.
Tenemos además la necesidad de expresión, la de creación artística, la de comunicación, la de libertad… que también son necesidades profundas del ser humano. Este motor hace crecer a la persona y a su vez a la sociedad, confiriéndoles madurez. Pero no se nos debe pasar por alto la parte negativa de la necesidad; cerebros enfermos generan también necesidades defectuosas.
Dos motores: La necesidad y el interés propio Mira si es potentísimo este primer motor, el de la necesidad, que llega a mover montañas por la simple razón de que es básico. Llevándolo al terreno de los tiempos actuales, lo curioso del caso es que a pesar del sufrimiento de las personas caídas en desgracia que tenemos a nuestro alrededor, no sé que les pasa que ni siquiera ese motor las mueve. Veo embotamiento, resignación. ¿Será por que la situación aún no les ha llevado al límite? ¿Cuánto margen tenemos las personas?
Dos motores: La necesidad y el interés propioPor otra parte, en estos últimos tiempos de crisis general, me llama la atención cómo una serie de personas incluidas en organizaciones políticas, sindicales y empresariales integradas en el Sistema (instituciones), y sus acólitos, pues las estoy viendo movidas por el segundo motor: El del interés propio. Siempre hay excepciones y es complicado generalizar, pero lo cuento tal como lo siento; puede que sea injusto, pero es una impresión que tengo. Con generalizaciones se puede hacer una mejor abstracción de la realidad que lleve a una mejor comprensión.
Mientras se ve claramente que una parte importante de la sociedad que les rodea van descaradamente en busca del beneficio propio, a pesar de ello, la gente humilde lo entiende como normal y acepta la situación con resignación pensando en que ya llegará el final de la crisis y las cosas volverán a ser como antes. Lo que no saben es que muchos de ellos no llegarán a verlo, si es que algún día dentro de 20 o 25 años, se llega a una situación parecida. Y mientras tanto, a sufrir, mientras los espabilados se aprovechan. Esta sociedad tiene medios para corregir esto, pero sólo en el caso de que sea exigente.
Dos motores: La necesidad y el interés propio El problema de los “motores” como con todo, son los abusos. Mientras en el caso de los animales y en el de la mayoría de las personas la necesidad se limita a satisfacer sus necesidades básicas, en el caso de algunos seres humanos cuando el motor del interés propio impulsa, vemos que nos falla la solidaridad, se echa de menos el altruismo, y es entonces cuando queda de manifiesto el egoísmo. En situaciones extremas como en el caso de guerras o de crisis como la actual es cuando vemos como el motor del interés propio se pone en marcha y aparece aquello de “sálvese quien pueda”. Este segundo motor también tiene mucha potencia y se pone a funcionar en una serie de minorías pragmáticas y muy poderosas que se benefician en detrimento de los demás. A ellas se les incorporan los acólitos que no quieren saber nada de racionalidades ni de solidaridades y se disponen a aprovechar lo que ven como una oportunidad. Tampoco se nos debe pasar por alto la parte positiva que en este caso, el del interés propio, fomenta la defensa personal y de la familia contra situaciones injustas que nos acabarían haciendo daño.
Dos motores: La necesidad y el interés propio
Para mí, es evidente que la necesidad y el interés propio son motores distintos, y mientras el primero es el más importante, el segundo es complementario. Los animales también tienen el primero, mientras que el segundo es característica meramente humana.
Posteriormente y con el tiempo, he ido poniendo un poco de orden en todo esto y he visto que podríamos “ver” submotores denominados la necesidad de dinero, la del poder, la del sexo, la necesidad del amor… Pero no. Si miramos bien, la necesidad es sólo una y tiene muchísima fuerza. Se trata de todo aquello que es mínimamente imprescindible para vivir. Lo otro son ruedas dentadas que van girando impulsadas por el motor principal y cada una de ellas tiene un determinado tamaño. Las necesidades básicas de comida, refugio, protección, reproducción… que nos harán movernos para cubrirlas, las tenemos todas las personas y los animales; pero depende de cada persona, unas tendrán cubiertas esas necesidades con muy poco, mientras otras tendrán grandes necesidades de ello. Su movimiento se limita al puro instinto de supervivencia. Cuando nos encontramos con ese mínimo de necesidad cubierto y continuamos exigiendo más, es cuando se pone en marcha el motor del interés propio, que como todos los motores impulsa hasta coger velocidad de crucero, y dependiendo de personas, algunas de ellas por ambición o miedo previsor, seguirán apretando el acelerador para conseguir más y más. Dos motores: La necesidad y el interés propio
Caña a la falta de madurez que lleva al egoísmo destructor.

Joan-Llorenç [email protected]
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