
Siempre se hace difícil enlazar ideas,que devienen en especies de teorías científicas con intereses distintos, pero al mismo tiempo con la necesidad de abordar, a groso modo: una misma problemática. Tal es el caso de las dos que se han propuesto analizar, en un principio, de manera particular.
Para empezar se está hablando de dos propuestas que confluyen temporalmente y que por tanto hacen referencia, de manera general, a un mismo régimen de sociedad que es el capitalista de finales del Siglo XX. Ambas están dedicadas a un análisis social, desde el lugar que para aquel entonces ya ocupaban los nuevos mecanismos de comunicación e informatización. Cada una de ellas, está por demás, dirigida a criticar directamente las especificidades de este tipo de orden social. Luego tanto Barbero como Deleuze, necesitan de dicha crítica para conformar dos investigaciones, que aún cuando persiguen caminos diferentes terminan de una manera u otra por ir al vínculo entre Comunicación y Sociedad, o viceversa. Existe un deseo compartido; en tanto uno como otro aborda la temática de los medios comunicacionales y de información, en la búsqueda de una explicación coherente en relación al tipo de sociedad que aún hoy vivimos.
Ahora bien, esto no niega el hecho de que no exista una linealidad en cuanto a la forma en cada una de estas teorías se construye. Entre ellas, pudiera ser la del receptor activo de Jesús Martín Barbero, quien inserta la problemática de la asunción de lo que se transmite en calidad de mensaje por distintas etnias culturales. Se pudiera plantear que su análisis incentiva el interés por lo que se convertiría en el problema de: ¿cómo se asume desde diferentes culturas aquello que se dice a través de los medios de difusión masiva? Lo mismo se encuentra justificado en el quehacer barberiano por cuestionarse aquello que a diario el proceso de comunicación construye en función de: modelos culturales, paradigmas ideológicos, estilos de vida. Existe una preocupación en su obra por el replanteamiento en cuanto a la manera en que hoy se establecen dichos códigos o patrones. Es por ello que Barbero tiene que proponer un análisis otro de la Comunicación, que surja de las propias prácticas sociales de quienes consumen directamente los resultados de este proceso. Porque finalmente desea demostrar: que la Comunicación ha sabido crear un mundo, regido estrictamente por quienes son dueños de los propios medios con los que ella misma se hace.
Guilles Deleuze, por su parte; estará haciendo una crítica al interior mismo de esa, o esta sociedad, que ha permitido sumirse en el poder de esa gran barrera que hoy crean los medios comunicacionales; con el objetivo de demostrar que ella a estas alturas no funciona si no es a través de los patrones psicológicos y de conducta que estos mismos han logrado conformar. O sea, que mientras Barbero decide replantearse la Comunicación a través de los índices de sociabilidad, por así decirlo; Deleuze necesita legitimar que dichos índices no son capaces de explicarse hoy, sino es a través de lo que los propios medios han hecho de ellos. Lo mismo significa que mientras el primero decide hacer comunicación desde las propias actitudes de quienes la legitiman, el segundo pretende descontruir un modelo social que ha sabido conformar dichas actitudes en función de lo que dictan los propios medios de orden comunicacional. El primer elemento en la conjugación de ambas teorías, sería entonces que: mientras una deconstruye la Comunicación en su proceso de conformación social a través de las diversas maneras, que de asumirla existen a su alrededor; la otra utiliza el escenario de movilidad social para explicar y a su vez criticar, la manera en que el propio proceso de comunicación ha logrado conformar nuevas subjetividades e identidades en la imposición de nuevas relaciones de sociabilidad. Ello equivale lo mismo a decir que: en tanto una se dirige al interior de la crítica de un proceso comunicacional que no ha tenido en cuenta la diversidad de relaciones sociales que a su alrededor genera, para con su construcción en su calidad propia de comunicar; la otra va al interior mismo de una crítica social, que ha tomado el enfoque comunicacional como centro en la explicación del problema.
No obstante, estas líneas no están destinadas únicamente a entrelazar estas teorías; sino a criticarlas, en función de aportar elementos que pudieran devenir, a través de ellas, en otra: que evidencia la Enajenación en la Comunicación. Por ende, a medida que es analizado el vínculo entre ambos conocimientos, son propuestas e ideas que evidencian lo que podría conformarse como una teoría de la enajenación en la comunicación.
Volviendo entonces al análisis, existe un Barbero que exige pensar la comunicación desde la manera en que esta es asumida por aquellos que la consumen. Viéndolo así, pareciera que quienes pueden explicar la esencia del proceso comunicacional en su totalidad son los receptores de mensajes, usando propiamente los términos de este autor. Pudiendo ser esto cuestionado, en tanto quienes se encuentran detrás, o sea: quienes piensan en el proceso en su conformación, también brindan elementos importantes en el análisis del problema. ¿O es que acaso aquellos que emiten mensajes no lo hacen también bajo ciertos condicionamientos propios y externos a su vez? ¿Quienes elaboran el mensaje no lo hacen también sobre la base de lo que representa el propio proceso de comunicación en su desarrollo? En términos de enajenación sería asumir los condicionamientos sobre los cuales se decodifica un mensaje por parte del sujeto de la recepción y no de quien elabora o conforma el mensaje mismo. O sea sería negar que quien crea está tan enajenado como quien más tarde asume e incorpora como parte de su individualidad aquello que se le transmite. Aún cuando se muestra un mensaje que busca enajenar a un alguien, no deja de estarlo también en correspondencia a los propios condicionamientos de quien lo crea; en referencia a sus particularidades como individuo, a la imagen que se construye en función de lo que desea expresar y a las propios condiciones que el proceso de Comunicación, en su sentido macro, crean tanto en él como en quien lo recibe, ambos a partir de la creación y decodificación de mensajes anteriores. Desde esta perspectiva, obviar este elemento, conllevaría a tronchar parte del problema en su etapa de análisis.
Sin dejar de mencionar que en esto último, se ha dejado ver otro elemento importante y es que: se trastocan bajo este punto de vista los lugares de emisión y recepción, teniendo en cuenta que el proceso es de retroalimentación. Quien crea el mensaje, lo hace sobre la base de la recepción que él propiamente a echo en relación a mensajes anteriores; de la misma manera quien recibe o decodifica, lo hace en función de ciertos elementos que con anterioridad él ha brindado al que ahora es emisor en función de lo que necesita o desea escuchar. Por tanto somos todo el tiempo, emisores y receptores a la vez. Pudiendo esta idea replantearse el gran paradigma de relación que quizás establece Deleuze, dígase entre el poder de los mecanismos comunicacionales y la construcción de subjetividades y con ello un nuevo modelo social. Es por lo mismo, que si hoy los medios de comunicación logran evidenciar un nuevo modo de vida y las relaciones sociales se convierten en relaciones comunicacionales o informacionales; es porque ha surgido un imperativo, de índole social, que así lo ha requerido. Es este un elemento, que no queda resaltado en ninguna de las dos teorías.
Por otra parte, Barbero nos conduce a una sustitución del concepto de Comunicación por el de Cultura. Pero: ¿Cultura de quién?, diría de quienes consumen la información en calidad de proceso comunicológico. Barbero nos está diciendo que en las prácticas sociales, desde la selección de aquellos elementos que el sujeto ha decidido lo conformen propiamente como sujeto de una sociedad actual, ¿y por qué no?, diría a la par de Deleuze: sujeto de la comunicación: se halla la clave en la conformación de todo el sistema informacional y en el modo en que se asume o se des-cubre esa información que se pretende hacer llegar.
Ahora bien, Deleuze respondería a esto: ¿Cómo asumir el proceso desde la manera en que se decodifican los mensajes si estos ya vienen dirigidos bajo el propósito de conformar la identidad de cada cual como sujeto? O sea, está diciendo: se es lo que otro, que tiene el poder de la información y la comunicación, ha deicidio que se sea a través de los patrones de pensamiento y conducta que ha logrado incorporar en la sociedad de la cual se forma parte. Finalmente Deleuze preguntaría: ¿Cómo entender la Comunicación desde sus sujetos, si ha emergido una sociedad capaz de conformar distintas subjetividades gracias a lo que precisamente han venido a representar los medios comunicacionales y de información? ¿Cómo creer que la esencia de la comunicación como proceso se encuentra en los sujetos que la consumen si ellos se deben precisamente a lo que estos medios han hecho de ellos? Desde la perspectiva de Deleuze el análisis carecería de objetividad en tanto ese sujeto desde el cual se pretende explicar la esencia del proceso comunicativo, está siendo condicionado precisamente por él. En términos de enajenación, constituiría lo mismo a preguntarse: ¿Cómo entender la Comunicación desde un sujeto que está siendo enajenado comunicacionalmente?
Sin embargo, uno de los elementos importantes en la teoría Barbero es el lugar que este le otorga a la diversidad cultural al respecto de la conformación de distintas identidades alrededor de un mismo mensaje; que a su vez obliga a redefinir todo el tiempo el sentido en el que es construido aquello que luego se denomina: local, nacional o internacional. Esta idea pudiese tener mucho que ver con el lugar que por otro lado Deleuze le otorga al nivel que ha logrado alcanzar la Información en su carácter científico; en tanto logra trascendernos como sujetos, amén de que sea producto nuestro (a imagen y semejanza de la enajenación). Existe un reconocimiento en Deleuze de un estadío en el que se sitúa la información como simbolismo, como identidad, como representatividad. Estadío que es quien entonces, se pudiese decir: conforma la diversidad cultural de la que Barbero habla. O sea, que en este punto parecieran complementarse ambas teorías.
Luego, Barbero considera que es a partir de estas propias diferenciaciones culturales que debiesen explicarse los fenómenos comunicacionales; en tanto enriquecen las diversas maneras de asumir alrededor del mundo aquello que los medios desean trasmitir con una función unificadora. He aquí otro elemento que debiese aportarse en función de una teoría de la enajenación en la comunicación y es que: no existe una comunicación. Existen diversas maneras de construirla y asumirla alrededor de distintas sociedades. Por tanto, una nueva teoría requiere entender: que el propio sentido de comunicar varía en torno a los propios condicionamientos culturales, del lugar desde el cual, se intente construir una comunicación cualquiera.
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Mientras existe en Barbero una denuncia hacia la manera en que la Comunicación falsea lo que debiese ser la transmisión de un mensaje real, en tanto no representa los intereses de una sociedad toda teniendo en cuenta sus propias diferenciaciones; Deleuze alude a la manera en que hoy la sociedad pareciera adoptar un único modelo de vida, impuesto desde los medios de la comunicación y la información. Lo último refiere a que la sociedad entera y sus sujetos, no pueden actuar en la actualidad si no es a través de lo que dicen los medios, de lo que ellos representan y de lo que la Información en cuanto a la construcción de signos y símbolos identifica. Más que eso, Deleuze está diciendo que no puede pensarse a estas instancias un modelo de vida alguno, que deje de estar condicionado y construido: comunicacionalmente.
Ambos son conscientes de la Enajenación que el sujeto contiene y reproduce a la par, en donde la Comunicación y la Informatización pasan a ser herramientas fundamentales para ello. Finalmente, tanto la teoría de Barbero como la de Deleuze se nos presentan como dos estudios por separado, dirigidos al interior de lo que son capaces de lograr las masmediaciones en su poder de homogeneización.
Solo que como se ha visto; mientras a la teoría de Barbero le interesa no solo cuestionarse, sino replantearse: los mecanismos a través de los cuales se hace hoy comunicación; a Deleuze le importa en mayor medida la manera en que dicha comunicación y su uso, han sido capaces de convertirse en legitimadores de un modelo social determinante.
Teniendo en cuenta que las estructuras que conforman la realidad tienen un carácter enajenante, su apropiación también lo será. En cierto modo la misma está basada en la presencia de un otro, que no nos identifica necesariamente como sujetos. El problema consiste en que entonces somos los mismos que a la vez legitimamos un modelo social específico a partir de esos propios condicionamientos externos. Por tanto la sociedad misma es el producto acabado y a su vez el reflejo de una enajenación que desde lo individual cobra un sentido colectivo. Por ende desde la propia enajenación que asume y a la vez porta cada individuo, se conforman identidades colectivas, que luego vienen a representar los índices de movilidad social, que como ya se ha visto no son otra cosa que la mejor prueba de esa enajenación que evidentemente forma parte de todos. Más aun, cuando entonces son estos índices quienes continúan enajenando aquellos elementos con los que paradójicamente, a su vez, se enajena a la sociedad de la cual se es miembro.
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Con relación a la enajenación propiamente comunicativa, se podría entonces decir que es un proceso que no tiene un lugar de origen o desenlace. El sujeto ha creado una Comunicación enajenada, a raíz de sus propios condicionamientos como sujeto individual. Pero al mismo tiempo ella es enajenante en tanto brinda elementos nuevos en la conformación de esa identidad subjetiva que más tarde contribuye a la legitimación de ese proceso comunicacional; que a la par que refleja su estado de enajenación como sujeto, continúa enajenándolo a él mismo como parte del propio proceso de legitimación que se mencionaba antes.
A modo de conclusiones:
Las teorías de Jesús Martín Barbero y Guilles Deleuze, más que contradecirse o sustentarse completamente: se complementan; en tanto ambas son capaces de contener elementos que tributan, desde sus intereses particulares, a la conformación de una nueva teoría que validara la enajenación en la comunicación. De las experiencias que tanto una como la otra otorgan, se considera que esta última debiese tener en cuenta que:
- La comunicación, como proceso, tiene que ser analizado sobre la base de los condicionamientos tanto de quienes lo consumen como de quienes lo conforman. Ahora bien, ella en su plataforma de análisis tiene que tener en cuenta la diversidad cultural para con su asunción.
- No existe una clara definición de la emisión y la recepción, teniendo en cuenta que el proceso comunicacional es de retroalimentación. Quien crea el mensaje, lo hace sobre la base de la recepción que él propiamente ha hecho en relación a mensajes anteriores; de la misma manera quien recibe o decodifica, lo hace en función de ciertos elementos que con anterioridad él ha brindado al que ahora es emisor en función de lo que necesita o desea escuchar. Por tanto somos todo el tiempo, emisores y receptores a la vez, de las comunicaciones.
- La comunicación que se transforma en información va conformando las identidades y subjetividades que forman parte de la diversidad cultural, que luego tendrá diversas maneras de asumir aquello que se transmite en calidad de mensaje. Es este proceso de diferenciación cultural en torno al uso que se hace de la información lo que hace rico el proceso comunicacional, en relación a su estudio como fenómeno.
- No existe una: "Comunicación". Existen diversas maneras de construirla y asumirla alrededor de distintas sociedades. Por tanto el propio sentido de comunicar, varía en torno a los propios condicionamientos culturales del lugar desde el cual se intente construir una comunicación cualquiera.
- Desde la propia visión enajenada que cada sujeto tiene de sí mismo, se construye una imagen social que de la misma manera se encuentra enajenada, y que a su vez enajena las distintas subjetividades con las cuales se construye esa propia imagen social.
- La comunicación como proceso es reflejo de las condicionantes enajenadas en las que vive el sujeto, en tanto ella es producto suyo. Pero a su vez es la propia comunicación quien hoy es capaz de enajenar a los mismos sujetos en función de sus necesidades, a través de cómo estos asumen y contribuyen a su fortalecimiento como realidad social.