Revista Psicología

Dra. Noemí Perez Valdés: amor incondicional a la psicología

Por Yanquiel Barrios @her_barrios
Dra. Noemí Perez Valdés: amor incondicional a la psicología

"La muerte no es la muerte si se ha cumplido bien la obra de la vida"

José Martí

Profesora emérita de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, Doctora en Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana (1954), Doctora en Ciencias Psicológicas en el año 1985 y Presidenta de Honor de la Sociedad Cubana de Psicología de la Salud, Noemí Pérez Valdés (1926-2008), nació, vivió y falleció en La Habana, capital cubana, como consecuencia de un paro cardiorrespiratorio. En mis adentros, mi yo íntimo me habla al oído, me dice que la causa real de su deceso fue una aflicción espiritual y no una dolencia física: la pérdida gradual y progresiva de la visión. Aproximadamente una década atrás y debido a esta afección comenzó a detenerse en su infatigable caminar. La progresiva pérdida la visión provocó que cuerpo, mente y alma comenzaran a morir, hasta que se produjo la partida definitiva al espacio infinito, cuya luz la iluminará eternamente.

La Dra. Noemí se levantaba como una de las figuras clave en el campo de la psicología o la martiana ciencia del espíritu, como suelo nombrarla, a la cual hizo notables aportes desde los puntos de vista asistencial, docente-educativo, investigativo y editorial, ya que -junto a otros ilustres psicólogos- fue fundadora no sólo de la primera Sociedad de Psicología, que vio la luz en la mayor de las Antillas a mediados de los años 50 del pasado siglo, sino también de la Escuela -hoy Facultad- de Psicología, creada por el Gobierno Revolucionario.

Desde las aulas contribuyó a la formación los primeros psicólogos graduados después del triunfo de la Revolución. Propagó entre sus discípulos su amor y respeto hacia la prueba del Psicodiagnóstico de Rorschach, así como a la vida y la obra del genial psiquiatra suizo. La psicología clínica, otra de sus pasiones, cuya teoría adquirida en el medio académico, era alternada con la praxis en las salas y servicios del emblemático Hospital Psiquiátrico de La Habana, que dirigía el Dr. Eduardo Bernabé Ordaz, quien la designó Jefa del Departamento de Psicología (1970) y Vicedirectora Docente (1976); función esta última que desempeñara con eficacia e idoneidad hasta que su deteriorada salud visual se lo permitió.

Fungió como editora del desaparecido Boletín de Psicología (1978-1998) y fue miembro del Comité Editorial de la Revista del Hospital Psiquiátrico de La Habana. En ambas empresas les dejó a las actuales y futuras generaciones de psicólogos un fecundo legado intelectual y espiritual que servirá de faro y guía tanto para quienes ejercen esa noble profesión como para quienes no, percibida por la prestigiosa profesora de Psicología Médica como fuente nutricia de ética y humanismo.

Asimismo honró con su membresía a varias sociedades científicas cubanas y extranjeras y representó cum dignitate a la patria de Varela, Martí y Varona, padres fundadores de la ciencia psicológica cubana, en eventos internacionales, a los cuales llevara el mensaje científico-humanista que caracteriza e identifica a los profesionales de la Psicología que viven y crean en la Isla.

Una de las últimas veces que tuve la oportunidad de hablar con la Dra. Pérez Valdés, me pidió que como homenaje póstumo a su memoria escribiera estas letras... y le prometí que lo haría como una forma sui generis de manifestarle el afecto y la consideración que, en los buenos y en los malos momentos de su existencia, siempre le dispensara a quien nos deja en la mente y en el alma la caricia de la seda y el sabor de la miel.

Finalizo con una locución latina: no hay elogio adecuado para tan gran mujer, que simboliza la esencia íntima de nuestra noble profesión: amar y servir al prójimo.


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