Revista Deportes
La estupidez humana no tiene límites. Unos dedican toda su vida a amasar grandes sumas de dinero a costa de negocios de dudosa ética y, cuando llega el momento de pasar cuentas, somos todos los que tenemos que apechugar con sus excesos. Otros entregan sus vidas a causas de las que la Humanidad debería huir a toda prisa. Entre los pecados más veniales -pero igualmente irracionales-, están los que, un día cualquiera, llegan a Port Aventura y, entre risas nerviosas y nulo sentido común, deciden apostar sus vidas contra nada en eso que hemos llamado "diversión" en forma de Dragon Khan. Claro que, en una categoría superior, están los que distraen tiempos y esfuerzos en el mantenimiento de un blog de football... pero es que estos últimos somos casos perdidos!. Os invito a unir las dos estupideces y dejaros llevar, a través de este artículo, por el Dragon Khan de la NFL en un viaje de ida y vuelta.
VIAJE DE IDA: NORVAL EUGENE TURNER
Desde la práctica deportiva en activo, o como preparador de jugadores en competiciones oficiales, siempre he pensado que más difícil que saber perder es, saber ganar. Tanto en su sentido estricto -conseguir una victoria-, como en el fair play que debe acompañar a todos los deportistas. Norv deja claro que domina lo primero -pierde un partido como nadie- y desconoce lo segundo -es incapaz de ganar un partido si de su dirección depende-. Ya en la confrontación directa contra los Chiefs en el Qualcomm Stadium, estos tuvieron la oportunidad de llevarse la victoria tras una decisión muy criticada de Turner al no agotar el reloj antes de iniciar una última jugada, permitiendo así una última oportunidad de los Kansas City Chiefs. En el MNF y a falta de un minuto para concluir el encuentro, la victoria era segura para los de San Diego. Yarda 15 rival, primera y diez. Una situación en la que cualquier coach de nivel básico ordenaría una "rodilla en tierra", dejar pasar el tiempo, quemar un tiempo muerto, lanzar un simple field goal para irse a las duchas con un 5-2. En lugar de eso, Norv ordenó una última jugada -pues esa era la formación del ataque-, para quien sabe qué. La fatalidad, a la que Turner abrió las puertas de par en par, condujo directamente a los Chargers a su actual 4-3. Una derrota que debe imputarse al "buen hacer" de este head coach.
Norv debió ser destituído al finalizar la campaña anterior. Su dirección no está en consonancia al magnífico roster de su franquicia. Quizá la llegada del lockout hizo pensar al staff directivo de los de San Diego que, en aquellas circunstancias, la mejor decisión era no tomar decisión alguna. Cuando uno cambia de head coach, éste necesita tomar conocimiento profundo del equipo, conocer a sus jugadores y modificar sistemas. Y todo eso necesita de un tiempo, una preparación y una práctica que el lockout habría impedido. Esa debe ser la única razón por la que creo que Turner siguió siendo el máximo responsable de los San Diego Chargers.
Cada vez son más las voces que piden la destitución de Norv, incluso ya abiertamente desde algunas crónicas en ESPN. No sucederá, no ahora. ¿Quién en su sano juicio cesaría a su head coach, momentáneamente líder de la división empatado con Raiders y Chiefs, exponiendo al equipo a una etapa de transición en la que podrían enterrar sus aspiraciones de post temporada?. Nadie. Los Chargers, para bien o para mal y pese a los denodados esfuerzos de Norv Turner, pagarán el precio de esa indecisión. No les queda otro camino que apechugar y seguir adelante.
VIAJE DE VUELTA: ANTONIO RAMIRO ROMO
Todos tenemos en mente una clasificación virtual de los quarterbacks NFL. Y aunque algunos nombres puedan bailar si las comparamos, consideraremos en general dentro de los Top Stars a gente como Tom Brady, Peyton Manning, Aaron Rodgers o Drew Brees. En otra categoría, inmediatamente inferior, vendrían los mariscales de campo "magnificos": Ben Roethlisberger -por favor, que no se enfade nadie, ya he dicho que algunas posiciones son discutibles-, Philip Rivers, Matt Ryan, Michael Vick, etcétera. Incluso la famosa "black list", a buen seguro polémica si hablamos de tipos como Tarvaris Jackson, Mark Sánchez, Curtis Painter y muchos otros.
Siempre me resulta ilusionante observar la llegada de nuevos quarterbacks y contemplar su evolución a base de partidos. En los últimos años he encendido este foco para gente como Sam Bradford, Kevin Kolb, Cam Newton o incluso al denostado Tim Tebow. Pero de igual forma, uno se siente algo estafado cuando llega al convencimiento que, con el paso del tiempo y el devenir de lo que sucede sobre un terreno de juego, llega la hora de aquella conocida ceremonia de degradación. No soy muy dado a ello pero lamentablemente he tenido que admitir que Tony Romo no merece estar situado en una de las posiciones preferentes que hasta el momento venía ocupando.
No se trata tanto en condenarlo si en aquel playoff del 2006 fallara como holder en un field goal ganador contra los Seattle Seahawks. Lo más determinante es su tendencia negativa y la consiguiente pérdida de confianza que el californiano ha experimentado. Igual que sucede en el Dragon Khan, Romo representa un camino tan repleto de giros, sacudidas abruptas y cambios de dirección que así, difícilmente una franquicia puede aspirar a otras metas. El final del partido frente a los New England Patriots, en la sexta jornada de regular season fue de un contraste aterrador. Mientras los locales no dudaron en otorgar la responsabilidad de un último drive ganador sobre los hombros de Tom Brady, los Cowboys prefirieron que la suerte del partido no pasara por las manos de Romo. Demasiados errores, demasiado graves y demasiado continuados han conducido a que Tony, ya bautizado como "el escorpión", en mi particular universo, sea un quarterback explosivo, brillante, incluso genial en determinados partidos, pero de una irregularidad tal que, hoy por hoy, merezca descender varios escalones en este cursus honorum. Y la verdad, es una pena.