Desde que soy madre no veo las cosas de la misma manera, eso está claro.
En concreto, me pasa con las películas de dibujos animados. No me había fijado antes, pero algunas esconden verdaderos dramas. Violencia incluso. Pongamos por ejemplo la película Nemo. Qué bonita. Las aventuras y desventuras de un pececillo en busca de su hijo. Qué divertida. ¿Pero cómo empieza? Con un pez gigante que se traga a la madre de Nemo y a todos sus hermanitos y hermanitas. Glups. ¿Es que no había otra manera de empezar? Bastaba con que la madre se hubiera ido de viaje a visitar a un familiar y la historia podía ser la misma.
Luego está El Rey León. Su canción, Hakuna Matata (“No te angusties”), ya te va preparando. Venga, vale, no me angustio pero ¿De verdad era necesario que el padre muriera de una forma tan cruel? ¿ Necesitábamos verlo de esa manera? Cada vez que ve que me acuerdo de esa escena se me pone mal cuerpo.
Por supuesto, la peli estrella del momento, Frozen, también tiene su parte de drama. Se van los padres de viaje en un barco y, zas, una tormenta acaba con ellos. Por lo menos, no se recrean en el momento y la escenita sólo dura unos segundos. ¿Pero qué necesidad había? Qué manía con que los personajes de estas películas sean huérfanos.
Cada vez que llega una de estas escenas, le doy al mando para pasarla rápido. Lo malo es que mis hijos se la saben y me saltan. “¿Por qué pasas rápido cuando se muere el león?”. Vaya. Me hago la loca. Tal vez sea mejor no hacer nada y seguir viendo la escena como si tal cosa. Pero no puedo. Otra técnica es aprovechar ese momento para preguntar a los niños qué tal en el cole o con su amigo fulanito. Pero claro, ni me contestan: están hipnotizados viendo al padre del Rey León muriendo aplastado debajo de una manada de ñus. A veces son ellos los que me preguntan: mi hija de tres años me dijo el otro día “¿Dónde está la mamá de Frozen? ¿Y su papá?”. A ver qué me invento. Pues que está de viaje en una isla. Qué voy a decir.
Aunque es verdad que los críos luego se lo toman todo con mucha naturalidad. No sé qué es mejor. Por un lado me da miedo que les de miedo. Por otro, puede que le esté dando demasiada importancia a algo sencillo. No lo he consultado. Seguro que si miro en Internet hay opiniones para todos los gustos.
Por eso a mí me gusta por ejemplo la peli Monstruos SA. Todo es alegría, no hay nada que ocultar. La de Bichos también le encanta a mi hija. Al final, con toda la manía que les he cogido después de verlas un millón de veces, tengo que reconocer que Cars y Aviones son buenas opciones. Aunque ahora que lo pienso, en Cars un par de coches buenos acaban destrozados por los malos. Retiro lo dicho, Cars tampoco vale.
Pero qué complicado es ser madre (o padre): hasta una cosa tan sencilla como ver una película de dibujos te supone un dilema. ¿O soy yo que me como demasiado el coco?