Alicia: ¿Cuánto tiempo es para siempre?
Conejo blanco: A veces, sólo un segundo.
Alicia en el País de las Maravillas
Aclaración del autor: No pude sacar fotos durante los hechos que se narran en esta entrada.
Poco después del final de la anterior entrada me dormí en el camión. Recuerdo todavía el sueño que tuve, fue especial. Estaba yo en Gracia (barrio de Barcelona), esperando a una chica con la que me veía antes de empezar todo esto, pasaba el tiempo y no venía a mi encuentro, no podía alcanzar a ver su melena rubia entre la multitud de hipsters que pueblan ese vecindario barcelonense. Entonces, llegaba un momento en el que no aguantaba más y empezaba a correr sin dirección alguna, el día se nublaba, se ponía a nevar y mi yo se trasladaba a un día de nieve de mi infancia.
La escena cambiaba y tenía a mi madre a mi lado mientras subíamos por una cuesta nevada, íbamos a apuntarme al colegio. Durante la caminata, yo luchaba por andar a través de una nieve que me llegaba hasta la cintura, el camino se me hacía muy angustioso y difícil. Una vez que llegábamos, nos entrevistábamos con la directora y hablaban sobre que yo me iba a viajar (si, un niño con 3 años) y sobre lo preocupada que estaba mi familia por ello. Al final de la conversación, la directora estaba de acuerdo con admitirme en la escuela y me entregaba un pasaporte (qué genial es que los sueños no sigan la lógica de nuestra realidad!).
-Mirá, esto es Trelew viteh! - Me decía el camionero mientras me despertaba.
-Si que he dormido! Lo siento.
Eran las 2 am de la mañana y estábamos llegando a Trelew, una población cercana a Madryn pero separada por unos 60 km. El entretenido trayecto con el camionero no me había dejado pensar que iba a llegar de madrugada a una ciudad que no era mi destino y que a esa hora no pasaría ni Dios por la carretera para llevarme. Me empecé a preocupar, afuera hacía más frío que en la tumba de Walt Disney y por lo que me decía el camionero, Trelew se había vuelto peligrosa. Me estuvo contando que él intentaba que nadie supiese cuanto tiempo iba a estar afuera de su casa, ya que los "bolivianos" estaban siempre al acecho para entrar y robarle.
-Sabes de algún sitio dónde pueda hacer dedo?- Le pregunté al camionero.
-Tranquilo, cuando deje la carga agarro el coche y te llevo al control policial a ver si te pueden ayudar viteh.
Y así fue, llegamos al negocio del camionero, descargó la carga y me llevó en su coche rumbo al control policial.
-Te llevaría yo mismo hasta Madryn, pero quiero coger con mi esposa jajaja. - Bromeó mientras me ofrecía una "medialuna" para comer.
Durante este corto trayecto, pude observar que todo estaba desierto, no había nadie en la calle y, las carreteras, estaban totalmente vacías. Imagino que por las mañanas están llenas de coches de personas que van a trabajar, pero eran las 2 am y os aseguro que allí mismo podrían haber rodado la escena final de El Planeta de los Simios sin dificultad alguna. Charlton Heston podría haber gritado allí "Yo os maldigo" y habría colado.
El camionero, cuyo nombre nunca supe, paró en el puesto, se despidió de mí y bajé del coche con mis dos mochilas. Esa parte también estaba desierta, no había ningún policía haciendo control, así que entré dentro de la caseta. Tampoco había nadie, me acerqué al mostrador y toqué el timbre.
Al cabo de unos pocos segundos se escuchó un ruído y este fue acompañado por una silueta un poco ancha que se dirigía hacia el mostrador. Os juro que, cuando la luz de la sala tocó a ese tipo, me quedé flipando, se parecía muchísimo a Hank de Breaking Bad. Era gordo, calvo, estatura media,con la misma cara y...policía.
-Buenas noches- Me dijo entre bostezos.
Le expuse mi caso y me dijo que podía ponerme a hacer dedo enfrente. No parecía dispuesto a ayudarme a parar coches y estaba bastante antipático. Le dí las gracias y salí decepcionado a hacer dedo. ¿La suerte me había dejado de lado?.
Hacía frío, no pasaba nadie y si pasaba alguien lo hacía a toda velocidad. La noche tenía todos los ingredientes necesarios para que fuese eterna. Además, empezaba a tener hambre, la medialuna no había sido suficiente para mi estómago, el cual llevaba casi 24 horas sin comer.
Cómo parecía que estaba en pleno desierto de Nevada, dejé mis mochilas en el suelo y saqué de una de ellas una lata de atún y me la comí, también bebí agua. A los 20 minutos, el agua empezó a planear una operación de fuga para escapar de mi cuerpo y busqué un lugar para que fuese todo un éxito. ¿Quién soy yo para quitarle sus ansías de libertad?
Así que hice mis necesidades tranquilamente, sin ser consciente de que tenía la caseta policial de frente y que eso podía traerme problemas, cosa que casi sucede. Cuando estaba terminando, observé como Hank abría la ventana y me hacia un gesto para que me aproximara.
-Mierda, me va a multar- Pensé.
Me acerqué con temor hasta la ventana, pensando cuánto tendría que pagar por echar orina en la vía pública y si aceptarían euros. Pero, la hospitalidad y amabilidad de la gente argentina me volvió a sorprender (y ya son...muchas veces), no quería multarme ni nada por el estilo, me había preparado un café y me llamaba para dármelo. ¡Qué majo Hank!
Se lo agradecí y estuvimos charlando un rato. Al final de la charla, el cuñado de Heisenberg me contó que ganaba poco dinero y que se iba a ir a un boliche (discoteca) a hacer de guardia y que, por lo tanto, me iba a quedar sólo.
-Pero antes de irme, intentaré ayudarte.-
Le debí haber caído bien o algo, porque estoy seguro de que, antes de ofrecerme el café, el tipo no tenía intención alguna de ayudarme y después se convirtió en mi mesías. Hank se puso el abrigo, salió y se plantó en la carretera. Paró al primer coche que pasó y empezó a hablar con el conductor. Algo iba mal, estuvieron hablando mucho tiempo y eso me inquietaba.
-¿Tienes el carnet de coche?-. Me preguntó.
-Si...- Le respondí con inseguridad.
-Pues ven, te toca manejar hasta Madryn.
Fui a la puerta del conductor para subirme, salió por ella un hombre con el pelo largo y con la mano vendada.
-Llevo conduciendo desde Piedrabuena así y ya no aguanto más, si quieres llegar a Madryn tendrás que conducir tú.
Al escuchar esas palabras tuve miedo. Desde el comienzo de mi aventura me había fijado mucho en la manera de conducir de los argentinos y, desgraciadamente, se parecía demasiado a la de los indios (quien haya estado en la India me entenderá, menuda jodida locura). No se respetan los límites de velocidad, los carriles tampoco y el peatón no tiene prioridad ninguna. Pero no me quedaba otro remedio si quería llegar hasta Madryn. Por eso...accedí
Me monté, me despedí de Hank deseándole que no se metiese en ninguna encrucijada dentro del desierto y me concentré. Entonces, empecé a escuchar una voz de niño que me interrogaba, giré la cabeza y había un chaval de unos 10 años en el asiento de copiloto. ¡Lo que me faltaba!
-¿Conoces a Messi? ¿Tienes muchas novias? ¿Barcelona es grande? ¿Allá tenéis auto?.
Intenté responder cómo pude, arranqué el motor y aceleré. Más para que el niño se callara que para llegar a Madryn. Al principio, la carretera vacía me permitió que ganara seguridad y vacilara de buen conductor.
-Que se note que aprobé a la primera y fui el único de los 11 que subieron que que lo hizo.- Bromeé con el antiguo conductor del vehículo.
Pero claro, mi confianza estaba destinada a mermarse desde que me subí a ese coche, cuando me uní a otra carretera, empezaron a invadirme muchos coches a una velocidad cercana a la de la luz y comencé a ponerme tenso. Hacían lo que querían y tenía que poner los 5 sentidos en la carretera si quería llegar de una pieza a Madryn.
Llegué a tal nivel de concentración y alerta que me sentí como Ryan Gosling en Drive, incluso podia escuchar la canción de la peli mientras conducía ( A real hero, a real human being nanana...). No pensaba, solamente utilizaba mi instinto (como buen jedi), hacia maniobras que nunca había hecho antes y noté como mi nivel de conductor se incrementaba en esa loca carretera. Todo el mundo tendría que hacer las prácticas por aquí (es broma).
Allí estaba yo, un mochilero con poca experiencia al volante conduciendo un coche ajeno por Argentina. ¿No es gracioso?. Además, a la escena le tenéis que sumar un niño que no paraba de hacerme preguntas muy extrañas. Me llegó a preguntar que si éramos negros los españoles.
No sé cómo pero sobreviví. Al llegar a Madryn el tráfico se relajó y ya no tenía que esquivar coches. Le pregunté al propietario sobre su destino y me dijo que no me preocupara, que conduciese hasta donde me esperaban y que luego él se encargaria de conducir hasta su casa.
-No tengo ni idea dónde está, solamente tengo una calle y una puerta- Le comenté.
Le dije la dirección pero no la conocía, así que cogió el móvil y llamó a un número de información. Tras colgar, me indicó hasta llegar al hostel de helpx en el que me esperaban.
Cambiamos asientos y nos despedimos. Al niño le regalé una chocolatina que me sobraba de las que me dio la mujer de Ushuaia y fui directo a la puerta del hostel, piqué al timbre, pero nadie salía.
-Mierda, no harán checkins de noche-, pensé.
Así que piqué unas cuantas veces más con esperanzas de no pasar esa noche en la calle. Al cuarto o quinto intento se iluminó la casa y salió de la puerta un hombre.
-Buenas noches, ¿tienes reserva?- Me preguntó.
-Buenas noches, no, soy Teo de Helpx.
-Ah, Teo, bievenido, yo soy Vincent, pasa.
Una parte del camino terminaba, había llegado a Madryn sano y seguro y me esperaban unas tres semanas de estar fijo en un sitio. Pero lo mejor de todo es que había recorrido 2000 km sin gastarme un duro.
A dedo, desde Ushuaia hasta Madryn, final de etapa:
-KM: 2000.
-Coches:4.
-Camiones:2.
-Buses: 1 (gratis).
-Cosas obtenidas por pura bondad de la gente: Mate, hierba de mate, camiseta de Argentina, toalla, pizza, asado, medialuna, alfajor,fernet con coca, chocolatinas, cafés en sobres, unos cuantos pesos y un mapa de carreteras (esto me lo dio el evangelista, se me olvidó de ponerlo).
Creo que voy por el camino correcto para ser un Súper vagabundo! jeje. Hasta otra.
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