Ahora que he vuelto a las pastillas, a "mis droguitas", me extraña que la gente se haga adicta a ellas o, mejor dicho, no lo entiendo por como me sientan a mí. Ni siento ni padezco, no duermo, no como, no me concentro, no hablo y tengo la misma creatividad que un neumático. Doy vueltas por mi casa intentando pensar en algo fresco, divertido, chisporroteante (como dice Isa Calderón) e ingenioso y no se me ocurre nada. Leo el New Yorker, una novela búlgara y las noticias del New York Times buscando algo que me provoque una reflexión sesuda. Escucho podcasts, uno tras otro, sobre las temáticas más variadas y aunque se me ocurre alguna cosa pienso «me voy a repetir» o «esto no da para un post».
«Haz listas de lo mejor del año» me dice un amigo que me temo que se guarda sus mejores ideas para él. «Esas listas son un rollo» le digo. Me gustaría hacer algo ingenioso, una lista interesante, divertida, efervescente, llena de datos sorprendentes: 20 (bueno, mejor 10, no seamos ambiciosos) cosas que he aprendido este año, 10 cosas que no había hecho jamás hasta que llegó una pandemia, 10 cosas buenas de las relaciones de segunda vuelta, 7 datos para sospechar de las manzanas, 7 reacciones diferentes cuando tus amigos se dan cuenta de que has quitado el doble check azul de whasapp, 10 cosas que no sabías que tus hijas te iban a preguntar, 10 (por acotar, porque podría poner 20) cosas que tus hijas adolescentes siguen sin aprender a pesar de que se las ha repetido tres millones de veces, las treinta cinco veces que has cerrado la puerta del baño porque siempre se la dejan abierta y la blasfemia que has soltado en cada una de ellas, 10 cosas que me ponen muy nerviosa de las cuentas de decoración, las 10 frases más insultantes de las gurús de instagram que siempre contienen las palabras tú, poder y querer y siempre van asociadas con comprar alguna mierda que no necesitas y que se vende en Cobo Calleja por la décima parte, 10 (o 45) prendas de ropa que pensé «ey, esto me gusta» pero que no compré porque «bah, para qué, si no lo necesito», 5 razones por las que creo que el director de casting de The good doctor es ciego porque de otra manera es incomprensible que siempre emparejan a actores que tienen entre ellos la misma química que una vela y un zapato, las siete maravillas del teletrabajo, las siete etapas de dejarte el pelo blanco, los ocho atuendos (atentos que no he escrito look ni oufit, soy la resistencia) que le robaría a "la droguitas", ocho escenarios apocalípticos que imagino durante mi insomnio y siete enfermedades terminales que cada noche creo sentir, etc.
En fin, mis droguitas me tienen bloqueada. Y sí, quizá me estoy identificando un poco con El Nota.