Drones

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“Fomentar la lectura es facilitar que seamos más dueños de nuestras vidas”. Eso, al menos, mantiene Daniel Goldin, el director de la biblioteca de Vasconcelos, el tercer edificio más visitado de México. Más allá de en qué soporte leeremos la cuestión es que se debe fomentar la lectura, la asimilación de conocimiento. Saber, pues, para poder decidir debe de ser una obligación moral para los ciudadanos. Ya sea en digital o en analógico.

Ella es una romántica. Ya lo saben. Prefiere el papel por encima de todas las cosas. Y en la medida que su economía lo permite elige comprar los libros con los que se documenta para su tesis doctoral. Muchos los compra on line a través del gigante americano Amazon. Su diligencia es imbatible. Busca el libro en papel que necesita y, según prioridades y premuras, puede tenerlo en casa en un tiempo récord, si se está dispuesta a pagar por un servicio extra. Hasta la fecha ni se había planteado problemas de almacenamiento, ni de logística, ni de márgenes de beneficio. Tenía los libros y ya.

La compañía fundada por Jeff Brezos en 1994 comenzó como una librería en línea. Hoy en día comercializa de todo y más. Es una obviedad que las empresas venden productos y los consumidores compran sensaciones por eso Amazon está tan próxima a ser una love mark. De no ser por las últimas afirmaciones de Brezos en las que mantiene que, en unos cinco años, la compañía podría repartir sus pedidos con, atención, drones. Esos aviones no tripulados que siempre se han asociado al mal, a bombardeos indiscriminados en zonas alejadas e impronunciables, plagadas de malvados insurgentes que tienen la rara habilidad de morir selectivamente.

Las redes sociales han ardido estos días con el tema y han salido a relucir las miserias de la compañía, las supuestas condiciones de semi esclavitud de los empleados, entre otras lindezas. Drones para repartir libros. Usar armas para construir. Bello a priori. Pero, ¿qué ocurre con la seguridad de los ciudadanos, con la inviolabilidad del espacio aéreo? Por no hablar de si un dron se estrella en una ciudad europea y, por ende, sin insurgentes bien entrenados para desaparecer ordenadamente.