Ayer se disputó uno de los duelos más esperados y apasionantes del fútbol moderno: Real Madrid vs FC Barcelona. Nadie duda del talento de sus jugadores y de que son dos de los mejores equipos de Europa (con permiso del Bayern de Múnich) pero visto lo visto ayer en el campo todos esperábamos un juego más vistoso (pese a la ausencia de jugadores de la talla de Xavi y Xabi Alonso). El resultado (2-1) sólo sirvió para inyectar de moral a los madridistas de cara a su encuentro contra el Manchester United el próximo martes y para generar más grietas en la moral de un equipo blaugrana que en los últimos años no se ha encontrado en situaciones tan inestables como las de estos últimos días. Pero estos duelos, estos derbis, siempre tienen algo de épico y ensalzador del espectáculo, con polémicas casi siempre de regalo. Y eso a quienes siguen este deporte y, sobre todo, a esos señores y señoras que han pagado por ver este partido, ya sea en el estadio o por televisión, es lo que reclaman. Lo que provoca toda nuestra atención y por lo tanto, hace mover un poco más la rueda de este negocio.
Los duelos en el cine siempre se han identificado con el género del Western. Es esa situación crítica donde el protagonista y su antagonista se miden en un escenario donde, al igual que en el ring de “Mad Max 3″, sólo uno puede salir vivo. Es el momento previo al clímax de la película donde se concentra el mayor interés por el espectador. El suspense, la tensión, las ganas de que gane uno u otro, la identificación con los protagonistas y otros etcéteras que provocan ese silencio en la platea van intrínsecos en estos duelos. Westerns con duelos míticos los hay a patadas. Posiblemente en “High noon” (Sólo ante el peligro, Fred Zinnemann) es donde encontramos la perfección académica de cómo mezclar de la mejor manera posible todos los ingredientes que hacen de estas secuencias algo inolvidable y un sello de identidad indiscutible de un género en el Séptimo arte. Un ejemplo máximo del hombre enfrentándose a su destino inevitable y de la soledad existencial que adquiere ese momento para el protagonista.
Pero también los duelos de los westerns de Sergio Leone consiguieron darle una vuelta de tuerca más a estas características más allá de la ortodoxia formal de sus predecesores. El montaje adquiere una importancia mucho mayor, la música juega un papel de “jugador número 12″ en estos encuentros y la dureza de sus personajes amplifica la épica de este momento crucial de la película.
Este duelo final de “Por un puñado de dólares” es un buen ejemplo de ello.