Revista Espiritualidad

DUELOS (Julio-Agosto 2009)

Por Srigangamata @SRIGANGAMATA

Durante todo casi todo Julio supe lo que tenía que escribir.
Saltaba de mi corazón a mi garganta y de mi garganta a mis manos sin darme tregua. Pero no podía.
El precio de saberlo era tan alto que me aturdía y mi simple “aquí y ahora” se negaba a mirarlo.
Hizo falta mucho silencio, mucho capullo, hizo falta mirar con ojos atentos y objetivos como eldolor se desayunaba partes de mi corazón sabiendo que todavía no saciaría su hambre.
Hizo falta ser lo que no siempre soy capaz de ser… Sabia. Por eso tardé tanto en escribir esta reflexión.

Duelo, Dolor, Perder, Despojarse… somos todos buenos para consolarlo en el otro con palabras que de tan vacías son irrespetuosas…

-No es nada ya va a pasar-
-Es mejor así quedate tranquila/lo-
-Ya vas a estar mejor-

Decimos lo que es obvio, en el momento en que es menos importante, y produce más frustración. Porque parece que le estamos diciendo al otro
-No le des tanta importancia a tu sufrimiento… no vale nada-
A sí… no me digas? Y entonces por qué no lo sufrís vos?.

Podremos saberlo todo con respecto a la Mara y a la Realidad de la Ilusión, (o creer que lo sabemos), podremos ser maestros en el Arte de apartar los velos, pero no podemos aislarnos hasta hacernos incapaces de toda empatía.

Estoy al borde de perderlo casi todo…

  • Cosas que ya era hora que desaparecieran de mi vida,
  • Cosas que no quiero que se vayan pero que deben irse de todos modos,
  • Emociones que me han alimentado y me han enriquecido,
  • Espacios que revisten para mí una gran importancia,
  • Seres que amo profundamente, que me han bendecido con el don de su amor incondicional.
  • Emociones que me han perturbado hasta calarme las entrañas,
  • Partes de mi vida que ya no quiero para mí,
  • Partes de mi vida que no quiero que se vayan.

Todo se irá, tanto si yo quiero cómo si no… porque el flujo de la vida nos trae, como olas a la costa, aquello que nos es necesario, bendito, bueno de acuerdo a nuestro momento, y después se lo lleva para dejarnos listos para recibir más.

Quienes trabajan conmigo seguramente han escuchado esta historia… va para aquellos que tal vez nunca la hayan oído nombrar:

El alumno llega en presencia del maestro al momento en que éste se servía un té.
-Cuéntame de ti- dijo el maestro y el alumno se dedicó durante minutos a explayarse sobre todo lo que había aprendido hasta el momento.
-Quiéres un té?- le interrumpió el maestro
-Sí maestro, gracias- respondió el alumno y siguó hablando bajo la atenta mirada del maestro quien entre tanto le servía el té.
La taza se desbordaba…
El alumno se debatía entre dejar que se desbordara y corregir al maestro. No supo que hacer y siguió hablando.
La taza se desbordaba más…
El alumno creyó correcto no dejar que el maestro hiciese el papel de tonto y le dijo humildemente:
-Maestro, la taza está llena, no entra más té-
-Eso es lo que tratado de que comprendas… qué esperas aprender de mí si no te vacías?-

Nada es casual, nada es un accidente…
Hace apenas unas horas leí :

“El azar no da puntada sin hilo” (Marduk)

Y supe que ya no tenía dónde más esconderme de esta reflexión.
Porque para escribirla tengo que estar dispuesta a perder, soltar, dejar, entregarme con humilde alegría.
Porque estoy dónde elegí estar y voy hacia dónde elijo ir. Aunque a veces, como el hilo, no sepa nada al respecto de ambos.

El aprendizaje por el dolor se evita con los ojos abiertos y los “Para Qué” prontos. Así, no hace falta “padecer” las lecciones restregándolas con arena en la llaga para no olvidarlas.
Sin embargo eso no nos garantiza estar al margen del dolor, ni ser inmunes a él. No nos garantiza no pasar situaciones que nos provoquen el miedo al desapego, al abandono, a la soledad, al la impotencia.
Pero si tenemos los ojos y la mente y el corazón abiertos al pasar por estos momentos, nos garantiza ser capaces de ver cada arista y aprender de cada saliente, de mirar con ojos manso la emoción, dejarla fluir, no ocultarla, de dejarla pasar a través de nosotros para que nos deje todo aquello que nos pueda enriquecer y siga su camino.
El duelo es bueno, sano, necesario, luminoso… pero nadie dice que DEBE ser atravesado con una pandereta en la mano.

Hace poco me negué a volver a atender a alguien porque en su afán de ser optimista y positivo se cerraba a toda emoción proveniente del dolor en cualquier forma y es alguien absolutamente incapaz de la menor empatía, la menor sensibilidad. Trabajé sobre esto varias veces hasta que vi que su miedo era tan grande, su dolor tan intenso, su angustia tan insondable que esa máscara se había convertido en un modo de vida.
Se lo planteé claramente y le dije lo qué era necesario hacer y como toda respuesta dijo NO.
Cuando salía me dijo:
-Vos no entendés… está todo bien en mi vida…todo… no entendés?!!-
Y yo supe que no estaba hablando conmigo. Que lo seguiría repitiendo compulsivamente para convencerse, que sólo me quería ahí para avalar que la máscara era cierta y que no había peligro.
Pero había… se estaba convirtiendo en un monstruo sonriente a punto de explotar… y la reacción en cadena de esa explosión iba a ser SIN LUGAR A DUDAS el peor momento que hubiese vivido a pesar de ser el verdadero primer paso para que esté todo bien en su vida.

Una cosa es que no permitamos que nuestras emociones tomen el control de nuestras vidas y otra cosa es que les demos la espalda obsesivamente pretendiendo que no existen…. Porque, paradójicamente, es allí dónde toman el control.
Se vuelven miedo de que aparezcan, terror a que existan, angustia de que crezcan… y nos llevan por los caminos de la vida como pelotitas del pingball, sin más destino que el de escapar de un golpe para recibir otro.
Somos seres emocionales, estamos embebidos en la emoción como un modo de sujetarnos a la espacio- temporalidad y para que nos sirvan de señales.
Una de las primeras preguntas que aprendí a hacer durante la consulta es:
¿qué estarías haciendo si no….? (te pasase lo que te pasa, te doliera lo que te duele, te enfrentases a lo que te enfrentas.
Sorprendentemente la respuesta toma miles de palabras y millones de carismas, pero casi siempre dice lo mismo:

“Estaría Siendo Feliz”
O
“Estaría en Paz”

Cada dolor con el que nos confrontamos (No”Enfrentamos” nada, esto no es ninguna batalla) es un aviso de dónde deberíamos estar.
Cada Duelo es una señal de hacia dónde deberíamos ir,
Cada emoción mal calificada (NO, negativa NO, mal calificada) es un indicador de cómo deberíamos estar.
Nos dan pequeños golpecitos que nos ayudan a corregir rumbo, a mejorar trayectoria o a confirmar destino.
Si nos mantenernos flexibles, si dejamos que nos atraviesen sin negarlos, sin resistirnos, pero sin retenerlos. Quedamos frente a lo que son en verdad:

Grandes Maestros Acompañando nuestro destino de Gloria.

Sin duda eso no los hará menos dolorosos, pero no hará más Sabios.
Y ese dolor, producto de entregarnos al momento, (no de perpetuarlo en el tiempo) nos hará más humanos y más capaces de la empatía y la solidaridad que tanto nos debemos en nuestro encuentro con el otro.
Si el otro no ve las cosas cómo nosotros las vemos, ESO NO TIENE NINGUNA IMPORTANCIA, lo que importa es que nosotros seamos capaces de verlas como él las ve y tratar de aportar algo a esa visión… aunque sólo sea silencio.

O ES QUE TENEMOS LA ARROGANCIA DE PENSAR QUE SIEMPRE TENEMOS ALGO VALIOSO PARA DECIRLE A TODO EL MUNDO?

NAMO VHA

(Algunas “Conclusiones” de Valor al respecto)


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