Más allá de lo que convencional y académicamente conocemos como género musical nos podemos topar con una subcategoría fílmica cuya vida e historia giran en torno al mundo de la música, y como ejemplos que den imagen mental de ello pueden pasarse por la cabeza títulos como Alta fidelidad, La niña de tus ojos, Casi famosos o la más reciente Begin Again. Duets (A dúo) es una pequeña historia sencilla de almas a la deriva rodada con mucho corazón y pocas ambiciones con lo bueno y malo que puede englobar el término. Reconozco que hablando de esta cinta desvelo uno de mis placeres cinematográficos inconfesables, pues no se trata de una película de magistral factura técnica, ni verosímil en absoluto, ni siquiera con un alto nivel interpretativo por parte de todos sus participantes. De hecho estamos ante una obra algo cándida y de almibarada moraleja con espíritu peligrosamente parecido al navideño, pero tiene algunas fortalezas innegables que cautivaron en su momento a quien suscribe, que vuelve a visionarla cada cierto tiempo.
El elenco conforma, como es lógico, la clave de lo bueno que encontramos. Nos topamos con nombres como Maria Bello (que tomó clases de canto tres meses para el papel), Paul Giamatti (colosal en su interpretación desequilibrada y también en el escenario), Huey Lewis (con matices, el único cantante profesional del reparto), Gwyneth Paltrow (ilustre, oscarizada y cantarina hija del director, Bruce Paltrow, que moriría dos años después de esta colaboración con ella) o Scott Speedman (el único que no tuvo que pasar el trago de coger el micrófono en público). Todos ellos (y algún curioso cameo como el de un juvenil Michael Bublé) encarnan en esta road movie a personas descarriadas y bastante infelices que recorren el circuito americano de concursos de karaoke, de manera profesional unos y ocasional otros, y cuyas vidas acaban confluyendo de diversas inconcebibles formas.
Para el recuerdo quedan la primera aparición del personaje de Huey Lewis en su faceta timadora, casi al principio de la película, en un momentazo sólo igualable por los destellos de Paul Giamatti con sus “caramelos de la risa” o la canción que interpretan en absoluta y deliciosa simbiosis el propio Lewis, aportando el peso musical a la canción, y Gwyneth Paltrow, complementando con el peso emotivo la escena. Por supuesto, como principal motivo para que la curiosidad nos arrastre a buscar el visionado de esta producción que pasó sin pena ni gloria por los cines, casi sobra decir que cuenta con una banda sonora absolutamente gloriosa.
Realizado este ejercicio de generosa sinceridad, que tire la próxima piedra aquél que pueda asegurar que en su filmografía más selecta no cuenta con algo que no hace juego con la grandiosidad o el arte y ensayo. Pues eso mismo.
Dirección: Bruce Paltrow. Paises: Canadá / USA. Año: 2000. Duración: 112 min. Intérpretes: Maria Bello (Suzi Loomis), Andre Braugher (Reggie Kane), Paul Giamatti (Todd Woods), Huey Lewis (Ricky Dean), Gwyneth Paltrow (Liv), Scott Speedman (Billy Hannon), Marian Seldes (Harriet Gahagan), Kiersten Warren (Candy Woods), Angie Phillips (Arlene), Angie Dickinson (Blair). Guión: John Byrum. Producción: Bruce Paltrow, John Byrum y Kevin Jones. Música: David Newman. Fotografía: Paul Sarossy. Montaje: Jerry Greenberg. Dirección artística: William Heslup. Vestuario: Mary Claire Hannan.