Todo lo que vive y siente una mujer durante los nueve meses de su embarazo afectan de forma positiva o negativa a su bebé en gestación, ya que se encuentra completa y permanentemente conectada a su hijo a través de su placenta, así como llegan sus nutrientes, también llegan sus estados de ánimo, por eso se ha alertado por ejemplo que el estrés de la madre afecta al niño, lo que puede perjudicar su desarrollo.
Los expertos han descubierto que la forma en el que el estrés de la madre afecta al feto podría revelarse en el desarrollo de diversas enfermedades vinculadas al desarrollo neuronal como la esquizofrenia y el autismo, sobre todo cuando se trata de varones.
Lo que ocurre es que la placenta de los mamíferos no solamente transmite nutrientes y oxígeno sino además los estados de ánimo de la madre mediante la alteración de los niveles de una proteína que afecta direcyamente el desarrollo del bebé en gestación, de forma diferente si se trata de un niño o de una niña según indica un grupo de investigadores pertenecientes a la School of Veterinary Medicine de la Universidad de Pennsylvania en los Estados Unidos.
Tracy L. Bale, la autora principal del estudio asegura que se han encontrados pruebas para pensar que todo lo que una mujer vive durante su embarazo afecta a su bebé, y en ciertos casos existe un marcador que señala en el feto que su madre ha padecido estrés durante su desarrollo en el vientre materno.
La investigación se basa en el estudio de ratones hembra que sufrieron estrés durante su embarazo y que como resultado dieron a luz bebés machos con una respuesta mucho más negativa al estrés, un efecto que se ampliaba aun más en la segunda generación, ya que las crías de esos ratones machos eran mucho más vulnerables al estrés.
Lo que buscaron los investigadores fue un biomarcador, que identificara los niveles bioquímicos, moleculares o celulares que indique un estado biológico alterado por el estrés, y tras arduos estudios se pudo identificar que el mismo es diferente en hembras y en machos así como en madres estresadas y no estresadas.
“Si tenemos un marcador que indique la exposición, podremos fusionar ese dato con lo que ya sabemos acerca de los perfiles genéticos que predisponen a los individuos a estas condiciones, y mantener una estrecha vigilancia sobre niños con un riesgo aumentado”.
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Foto | sean dreilinger
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Durante el embarazo el estrés de la madre se transmite al bebé a través de la placenta