Como comentamos anteriormente, cuando apareció un artículo en Scientific American ( SciAm) asegurando que la obra de Edward O. Wilson era difícil de valorar debido a su conexión con el racismo científico, lumbreras de la Ilustración como Dawkins, Shermer, Coyne y otros, salieron a "desgarrarse las vestiduras" de la indignación, mostrándose enojadísimos que alguien pudiera insinuar que un humanista y ambientalista como Wilson fuera racista, e incluso algunos llegaron a compartir invitaciones para no volver a escribir ningún artículo en las páginas de SciAm, buscando así "cancelar" a la revista "woke" (oh, dulce ironía) instando a que toda la comunidad científica hiciera lo mismo.
Sin embargo, también coincidimos con el punto principal de estos críticos indignados: la autora de aquel artículo, Monica McLemore, había hecho un artículo con muchas afirmaciones extraordinarias sobre una superestrella científica sin ofrecer evidencia extraordinaria, más allá de apelar a que la idea de racismo ha estado presente en la biología evolutiva en general. Yo argumenté que, con todo lo malo de McLemore, su artículo hablaba explícitamente de Wilson como una especie de defensor del racismo inherente a parte de su campo, no que él fuera un supremacista, como Dawkins y otros se quejaban.
Pero un nuevo artículo, esta vez publicado en la revista Science for the People, venía a demostrar que esta última valoración podría ser un error. Wilson sí estuvo involucrado con supremacistas blancos declarados, y no solo a una distancia conservadora, sino apoyando y fomentando la carrera de uno de sus mayores proponentes en la segunda mitad del siglo XX: el psicólogo Philippe Rushton.
Una polémica justa y necesaria
El artículo de McLemore era un mal artículo (parecerá repetitivo, pero en temas tan polarizantes como este, donde para muchos o eres aliado o enemigo, hay que recordar las ideas más básicas varias veces), pero tuvo un efecto enorme al revivir la polémica, misma que inspiró en parte la publicación de un nuevo artículo, escrito por la pareja de historiadores de la ciencia Stacy Farina y Matthew Gibbons:
Cuando la Dra. Monica McLemore instó a la comunidad científica a abordar la relación de Wilson con el racismo científico en un artículo de opinión de Scientific American, recibió una rápida y fuerte reacción de los biólogos y otros partidarios de Wilson.
[...]
El racismo en la academia y la educación es un tema perennemente relevante... Por lo tanto, como dijo la Dra. McLemore, ahora es el momento de "la verdad y la reconciliación" al confrontar cómo algunos biólogos prominentes han trabajado para dar credibilidad, tanto cultural como en el registro científico, a las nociones pseudocientíficas de una jerarquía racial biológica.
Y es que hay un hecho que no se puede ignorar, independientemente de si tu héroe de la divulgación científica defendió o no alguna forma de racismo:
Las ideas evolutivas continúan siendo utilizadas por los "realistas raciales", científicos y comentaristas por igual, para promover la ideología sobre el origen y las implicaciones de las diferencias individuales entre los humanos que caen en grupos raciales construidos socialmente. El antirracismo en la biología evolutiva requiere una confrontación honesta de estos temas. Si bien muchos han realizado este importante trabajo a lo largo de las décadas, incluidos Theodosius Dobzhansky, Jerry Hirsch, Stephen J. Gould, Richard Lewontin y Joseph Graves Jr, aún queda mucho trabajo por hacer. Al responder a la pregunta de por qué el racismo científico persiste hasta el día de hoy, podemos ver cómo los sistemas, y las personas dentro de esos sistemas, funcionan para mantener la credibilidad de las ideas racistas y profundamente defectuosas.
El racismo, como otras varias formas de discriminación (desde el machismo hasta la transfobia), se vale de discursos que apelan a la ciencia, especialmente a la biología y afines. En ocasiones, también apela directamente a presuntas autoridades que defienden el punto de vista con el que se siente cómodo, sin importar si tal autoridad realmente sostiene una postura favorable a la discriminación no. Podemos encontrar ejemplos fáciles de ambos tipos de discursos: del lado de quien sí ha afirmado posturas abiertamente discriminatorias, encontramos al genetista James D. Watson, que además de haber sido galardonado con el Nobel de Medicina de 1962 por su descubrimiento (entre otros, junto a Francis Crick) de la estructura molecular del ADN en 1953, es una desagradable persona con un largo historial de sexismo y racismo; por el lado de los fake news atribuidos a alguna autoridad científica, podemos nombrar las presuntas afirmaciones del también genetista Francis Collins acerca del "gen gay" y el origen de la homosexualidad.
El racismo presuntamente basado en la ciencia parece ser tan popular hoy, como lo fue durante los siglos XVIII y XIX (una diferencia importante es que hoy en día, al menos, ya no es más que una pseudociencia marginal rechazada por el grueso de la comunidad científica). Tanto así, que asociaciones científicas como la Sociedad Estadounidense para la Genética Humana (ASHG, por sus siglas en inglés), tuvo que publicar, en 2020, una declaración sobre los "buenos genes" y la genética humana contra el supremacismo blanco, en donde leemos:
La genética demuestra que los seres humanos no pueden dividirse en subcategorías o razas biológicamente distintas, y cualquier esfuerzo por reivindicar la superioridad de los seres humanos basada en cualquier ascendencia genética carece de pruebas científicas. Además, es inexacto afirmar que la genética es el factor determinante de los puntos fuertes o los resultados de los seres humanos, cuando la educación, el entorno, la riqueza y el acceso a la atención sanitaria suelen ser factores más potentes. No existe ninguna base factual para los intentos de definir comunidades o regiones de personas con genes "buenos" o "malos" y un siglo de ciencia ha desacreditado tales afirmaciones, que pueden alimentar opiniones desacreditadas e ideologías racistas. La aplicación incontrolada y poco ética de falsas "teorías" genéticas ha dado lugar a atrocidades en el pasado, desde las esterilizaciones forzadas hasta el Holocausto, y aún hoy puede alimentar políticas sociales poco éticas en todo el mundo. A lo largo de las décadas, nuestro campo también ha reflexionado sobre su propio papel en esas ideas ahora condenadas, y nos pronunciamos como comunidad y como individuos para combatir su resurgimiento.
La "sociobiología" de Rushton y su correspondencia con Wilson
El artículo de McLemore tuvo la virtud de encender una vez más la polémica, pero fracasó y fue demolido por la crítica por carecer de una sola referencia o alguna cita donde se siquiera se sugiriera alguna clase de prejuicio racial en la obra de E. O. Wilson. Tenía razón en decir que el racismo seguía siendo un problema al que la comunidad científica debía seguir analizando y combatiendo, pero ¿dónde estaba la prueba para decir que ese racismo se podía encontrar en Wilson? En "The Last Refuge of Scoundrels", de Farina y Gibbons, se muestra lo que hasta ahora es la evidencia más contundente para sostener este caso: correspondencia de apoyo de Edward O. Wilson para con el difunto psicólogo J. Philippe Rushton.
Para quienes no sepan la historia de Philippe Rushton, podemos resumirla como uno de los casos más oscuros y vergonzosos de la psicología en las últimas décadas. Fue el fundador de su propia pseudociencia: la teoría diferencial K, creada a partir de una interpretación sesgada de la teoría de la selección r/K en ecología (actualmente, un modelo que está quedando en desuso). Rushton postuló su teoría por primera vez en un artículo para la revista Personality and Individual Difference en 1985, titulado "Differential K theory: The sociobiology of individual and group differences". Según decía, buscaba explicar lo que él describió como una escala evolutiva de características indicativas de un comportamiento de crianza en el que los asiáticos promediaron consistentemente alto, los afrodescendientes bajo y los blancos europeos en el justo medio. Las "características indicativas" se referían a diferencias raciales en fertilidad, coeficiente intelectual, criminalidad y anatomía y comportamiento sexual, donde, como ya adivinarán, las personas de piel negra recibían las peores puntuaciones (eran el grupo con el IQ más bajo, los orientales recibían el puntaje más alto, y los caucásicos se encontraban en el medio). Para esta teoría había, al menos, tres razas distintas: negroides, mongoloides y caucasoides, y sus diferencias estaban determinadas genéticamente. Entre las anécdotas más divertidas de las afirmaciones de Rushton, se cuenta su curiosa hipótesis en donde el tamaño del pene (entre otras características) sería inversamente proporcional a la inteligencia, así que los negroides, si bien poseen un envidiable tamaño del órgano reproductor, esto a su vez mostraría que son estúpidos, mientras que los asiáticos, reconocidos por el estereotipo de tener un "amigo" demasiado pequeño serían todos unos genios; y claro, los caucásicos occidentales tendrían un pene adecuadamente promedio y una inteligencia adecuadamente promedio. Sobra decir que sus estudios, aunque alegremente citados por supremacistas blancos de todo el mundo, fueron ampliamente criticados y desacreditados, y no, no porque fueran "políticamente incorrectos", sino porque eran científicamente falsos: el artículo de 1990, " Differential K theory and racial hierarchies", publicado en Canadian Psychology por Frederic Weizmann y colaboradores lo confirmaba de la siguiente manera:
Señalamos que el modelo r/K es frecuentemente malinterpretado y sobregeneralizado, que las predicciones que Rushton deriva del modelo r/K son arbitrarias, y que estas predicciones se apoyan en la cita selectiva y la tergiversación de la literatura de investigación y en el uso de fuentes poco fiables.
Trabajos posteriores solo corroboraron la falsedad de las teorías de Rushton e hicieron evidentes su racismo, al ser un activo promotor del "realismo racial" de la "biodiversidad humana" en grupos de supremacistas blancos y neonazis, tal como se resume en la entrada " Scientific Racism and North American Psychology" de la Oxford Research Encyclopedia. En 2020, el Departamento de Psicología de la Universidad de Ontario Occidental (donde Rushton se desempeñó hasta 1990) describió la teoría diferencial K como un enfoque "completamente desacreditado" y a su autor como un racista confeso, que había fundado asociaciones para seguir promoviendo sus ideas con la capa del prestigio científico, algo común en todo buen pseudocientífico y charlatán. Philippe Rushton murió en 2012, trabajando la última década de su vida en la Pioneer Fund, una fundación que apoya la "investigación" sobre realismo racial. Hoy en día, con excepción de los supremacistas blancos de clóset (que según ellos solo quieren "enseñar la controversia" y salvar la libertad de expresión de los "ataques woke" aunque sea "políticamente incorrecta") y algún despistado que sigue prestándoles voz ( como Michael Shermer, para sorpresa de nadie), se toma a Rushton como un supremacista blanco, pseudocientífico de la raza, que no merece atención en psicología, más que como un ejemplo para ejercitar el pensamiento crítico y la ética en el campo. Todo bien hasta aquí, pero, ¿qué tiene que ver todo este asunto con la obra o el pensamiento de Ed Wilson?
Volviendo a la revista Science for the People, los historiadores de la ciencia Farina y Gibbons cuentan que, mientras investigaban sobre controversias académicas con la sociobiología (y alejadas del racismo científico), se toparon con material muy particular en los "Wilson Papers", una colección de documentos donados por el difunto entomólogo a la Biblioteca del Congreso:
The Wilson Papers comprende cientos de cajas de documentos y numerosas grabaciones digitales. Comenzamos a explorar estas existencias en septiembre de 2021, debido a nuestro amplio interés en el debate sobre Sociobiología. No teníamos la intención de investigar el racismo científico. Sin embargo, las cuatro carpetas con la etiqueta "Rushton, John Philippe" llamaron nuestra atención. Y a la luz de la controversia iniciada por el artículo de opinión de Scientific American, esperamos compartirlos y brindar un contexto adicional para comprender el legado de Wilson y el legado más amplio del racismo científico.
La correspondencia de Wilson con Rushton abarca varios años y, para estos investigadores, el tono de la misma parece la de un mentor para con su protegido, algo "conmovedor", afirman, aunque después uno se acuerda de las detestables doctrinas de Rushton y se te pasa.
El contenido de la correspondencia Wilson-Rushton
Es probable que todo mundo tenga algún mensaje donde se intercambian palabras no despectivas con algún colega considerado éticamente cuestionable. Podríamos imaginar, por ejemplo, que entre las cartas del físico teórico nazi, Philipp Lenard, se encuentran algunos nombres más respetables y hasta considerados como admirables, tal vez un Max Planck. Acusar a Planck de nazi solo por esta correspondencia sería irresponsable y difamatorio (aunque sí que podemos cuestionar al padre de la física cuántica por sus decisiones durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, y sus puestos de poder en la academia durante la Alemania nazi). Del mismo modo, tal vez el hecho de encontrarnos con el apoyo de Wilson para que el debate sobre la "realidad racial" que Rushton proponía no significa que Wilson supiera o adoptara estas mismas ideas. Y de hecho, mucho de la correspondencia Wilson-Rushton parecen mostrar más un tipo de apoyo en favor de la libertad académica y el debate abierto, que de alguna tesis específica sobre la raza.
Estimado profesor Vanderwolf: Primera regla para alguien que se encuentra en un hoyo: deja de cavar. La University of Western Ontario está en un pozo profundo, al borde de violar la libertad académica de una manera que le dará una notoriedad de proporciones históricas.
El destinatario de esta carta de septiembre de 1990, era el profesor de neurociencia del Departamento de Psicología, Case Vanderwolf, quien estaba encargado en establecer si Rushton debía ser castigado por mala conducta académica, y esto parece solo una apelación a la libertad académica, una postura que Wilson parece haber sostenido con firmeza especialmente después de las reacciones virulentas contra su propia obra. Pero la carta continúa con afirmaciones más sospechosas:
Sin duda, usted y el profesor Cain han encontrado fallas en los escritos del profesor Rushton sobre la raza, pero algunos destacados especialistas en genética humana y psicología cognitiva los han juzgado sólidos y significativos.
También asegura que una encuesta "encontró que una gran minoría de especialistas en genética humana y pruebas cree en una base hereditaria parcial para las diferencias de coeficiente intelectual promedio entre negros y blancos". La carta es aún más sospechosa cuando Wilson decide utilizar como fuente a una organización de derecha, la National Association of Scholars (NAS), asegurando que uno de sus análisis "concluye que la libertad académica es el problema en este caso y que la libertad académica de Rushton está amenazada". Rushton agradeció a Wilson que aplacara a uno de sus "más duros críticos". Vanderwolf, por su parte, insistía que los ensayos de Rushton tergiversaban los datos y las pruebas en las que pretendía apoyarse.
Tal como admiten Farina y Gibbons:
Este intercambio no es lo que salvó la carrera de Rushton; por lo que podemos decir, fue intrascendente para la investigación. Pero es posible que la relación que se había desarrollado en la década anterior entre Rushton y Wilson contribuyó significativamente a establecer la credibilidad científica de Rushton, que usó con éxito para apelar los cargos de erudición poco ética de su institución y seguir siendo profesor titular por el resto de su la vida.
Pero esto apenas es el inicio de varias cartas. Otro caso comprometedor ocurrió en julio de 1989. Rushton recibió una evaluación del Presidente del Comité de Promoción y Permanencia (P&T), el Dr. Greg Moran, calificando su desempeño como "insatisfactorio", porque "su desempeño general entre 1988-1989 estuvo por debajo del nivel mínimo aceptable para un miembro de la facultad en este departamento", y la razón para esta opinión aún cuando Rushton había hecho varias publicaciones en ese período: los miembros del comité compartieron la opinión unánime que "su trabajo sobre la base genética de las diferencias raciales es sustancialmente defectuoso y que su registro publicado indica serias deficiencias académicas". El 4 de abril de 1990, Ed Wilson escribió una carta defendiendo la veracidad de los datos publicados por Rushton como "sólidos, adaptados de una manera directa a partir de principios bien documentados de selección rK en biología", y la razón por la que no hay otros biólogos opinando sobre lo mismo, la "respuesta es el miedo a ser llamado racista, lo que es virtualmente una sentencia de muerte en la academia estadounidense [sic] si se toma en serio. Admito que yo mismo he tendido a evitar el tema de la obra de Rushton, por miedo." Wilson también mandó una carta al NAS, pidiendo que se concentraran en el caso de Rushton:
Por mucho que les guste, sus críticos [de Rushton] simplemente no podrán condenarlo por racismo, y llegará un día en que los más honestos lamentarán el día en que se unieron a este renacimiento izquierdista del macartismo.
La NAS, como Rushton reconocería al año siguiente en una carta de agradecimiento a Wilson, desempeñaría un importante papel en la continuidad dentro de la universidad y el que las investigaciones en su contra concluyeran sin ninguna consecuencia. Rushton, escriben Farina y Gibbons, siguió siendo profesor de psicología en la University of Western Ontario durante el resto de su carrera, lo que le dio credibilidad a la vez que recorría el país hablando con grupos de neonazis. Rushton jamás se cansó de agradecer el apoyo de Wilson, convencido de la relevante influencia del entomólogo en su triunfo.
Decir que los datos de Rushton sobre la base genética de las diferencias raciales son "sólidos" no parece ser el comentario de un científico ignorante y políticamente ingenuo, como intentan retratar sus defensores (como veremos más adelante), ni parece un comentario propio de alguien que en Nature habría publicado que no se había encontrado "ninguna justificación para el racismo en el estudio verdaderamente científico de la base biológica del comportamiento social." Acudir a un think tank derechista tampoco parece muy propio de un humanista liberal, como también lo fue.
En otra carta dirigida al biólogo Bernard Davis (famoso por sus críticas a la acción afirmativa en las universidades y autor del término "falacia moralista"), pidiéndole que apoyara a Rushton, Wilson afirma:
Rushton está rompiendo el tabú y es posible que, después de una espeluznante persecución, finalmente se salga con la suya. La discusión libre, que permita nuevas ideas y la liberación de tensiones, puede ser posible en los próximos diez años.
Farina y Gibbons también comentan que entre la correspondencia de Wilson no solo encontramos fraternas cartas con Rushton y Davis, sino también con otros realistas raciales, como Arthur Jensen y Richard Herrnstein. Los autores también comentan que el apoyo de Wilson a este tipo de académicos tan cuestionables parece haberse incrementado como respuesta al frente común de críticas que Richard Lewontin y Stephen Jay Gould lanzaban contra los racistas científicos y contra la sociobiología en general. En una carta a Davis, llama a Lewontin y Gould sus "antirracistas de izquierda favoritos" y aseguraba que "el antirracismo es el último refugio de los sinvergüenzas".
Las primeras reacciones: Jerry Coyne y Greg Mayer
La correspondencia es contundente: E. O. Wilson sí apoyó la carrera de realistas raciales, pero, ¿esto significa que Wilson también era un realista racial, y por tanto, un racista? Lo primero que se tenía que decir es que, a diferencia de McLemore, Farina y Gibbons habrían hecho un trabajo impecable donde se documentan pruebas de la complicidad de Wilson con Rushton y otros racistas científicos. Esto es justo lo que reconoce el biólogo evolutivo Jerry Coyne, uno de los primeros que también mostraron su indignación con el artículo de McLemore. Coyne parece dudar ahora sobre los reclamos por promover el racismo por parte de Wilson, aunque hace una acertada observación sobre el legado científico del difunto entomólogo:
Al final, entonces, ¿qué pienso de Wilson después de estas nuevas revelaciones, que definitivamente NO son un éxito? Pienso menos en él como persona. Si bien fue un excelente científico en casi todos los sentidos, se equivocó en el caso de Rushton. Se equivocó (y fue una tontería) al apoyar las ideas de Rushton, se equivocó al patrocinar artículos de Rushton y no fue lo suficientemente crítico con el racismo obsesivo de Rushton en un momento en que debería haberlo sido. ¿Wilson era un "racista"? Es difícil para mí responder esa pregunta, y todo lo que puedo decir ahora es "No estoy seguro". Preferiría aplazar el tratamiento de esa caracterización cargada hasta que más investigaciones revelen lo que dijo o escribió Wilson.
¿Debemos devaluar las ideas científicas de Wilson o su legado si trató favorablemente a un conocido racista? Ciertamente se puede reevaluar quién era Wilson como persona, pero yo diría que las verdaderas contribuciones de Wilson al campo -su trabajo sobre las hormigas, su trabajo de conservación, su popularización de la biología evolutiva y su promoción de un campo que estudia las bases evolutivas/genéticas del comportamiento animal- sí, todo eso es bueno. En general, dado que su vida me parece un bien neto, y su ciencia suele ser excelente (una advertencia: critiqué la tendencia a la selección de grupos de sus últimos años y escribí una reseña muy crítica de su libro Social Conquest of Earth), le honraría como científico.
Nunca está de más recordar que ninguno de los investigadores que han señalado estas relaciones tan cuestionables con racistas científicos por parte del padre de la sociobiología, creen que el legado científico de Ed Wilson sea menos que necesario y completamente relevante para entender gran parte de la biología (así como varias de sus controversias filosóficas y sociales) de la segunda mitad del siglo XX.
Opinión un poco más escéptica es la presentada por el matemático Greg Mayer, en el mismo enlace del blog de Coyne. Para Mayer, "lo que han podido encontrar [Farina y Gibbons] es poca cosa" y ofrece tres puntos principales para pensar esto. Primero, Mayer se concentra en los casos donde E. O. Wilson apadrinó un artículo de Rushton para PNAS (omite a su vez el otro artículo para la misma publicación, que Wilson rechazó apadrinar por temor a futuras críticas en su contra por racismo, tal como le hizo saber a Rushton). Mayer cree que el visto bueno de Wilson no fue exactamente por Rushton, sino por el coautor del paper, Charles Lumsden, quien a su vez fue coautor con Wilson de Genes, Mind and Culture (1981) y de Promethean Fire (1983):
En mi opinión, el factor motivador obvio en la presentación de este artículo a Wilson, y de la decisión favorable de Wilson como editor, es la participación de Lumsden, el importante colaborador junior de Wilson. Uno puede levantar una ceja acerca de enviar documentos a sus amigos, pero esta era la política de PNAS en ese momento. Si Wilson estaba interesado en ayudar a Lumsden o a Rushton (o a ambos) puede determinarse a partir del registro superviviente de documentos y correspondencia (y los recuerdos de Lumsden), pero al menos es prematuro juzgar esto con base en la evidencia proporcionada. Supongo que examinar la correspondencia mostrará que Wilson tuvo una relación de apoyo constante con Lumsden durante muchos años.
Sobre las cartas, Mayer lo explica de forma sencilla: "el contexto clave para el apoyo de Wilson a Rushton es la propia experiencia de Wilson con los intentos de silenciarlo y calificarlo de racista que se remonta a la publicación de Sociobiology en 1975." Según este matemático el caso se ve socavado en parte por la propia declaración de Farina y Gibbons que la carta que destacan era "en última instancia, intrascendente". Habría que decirle que, el hecho que al final de la historia, se presuponga la participación de Wilson como probablemente intrascendente, no dice nada sobre las intenciones ni lo que apoyaba Wilson sobre la defensa de Rushton. Mayer insiste:
Wilson claramente simpatizaría con alguien que piensa que existe una variabilidad genética en la población humana, y que Wilson cree que está siendo atacado por esa creencia.
El estudio adicional de los artículos de Wilson será revelador, pero Wilson ha expresado públicamente durante mucho tiempo su profunda angustia por los ataques, tanto verbales como físicos en un caso, que experimentó durante el apogeo de la controversia de Sociobiology Espero que su correspondencia privada esté repleta de referencias a estos eventos y sus disputas con Lewontin y Steve Gould.
Por último, Mayer nos recuerda que Wilson criticó conceptos como el de "subespecie" en zoología o el de raza geográfica:
Wilson estaba muy familiarizado con el concepto zoológico de subespecies porque pensaba que en realidad NO existían. Su artículo con WL Brown de 1953 en Systematic Zoology es un ataque clásico a toda la idea de subespecies. En términos generales, Wilson no creía que hubiera razas. Wilson claramente creía que había una variación genética interesante dentro y entre las poblaciones humanas (así como las de otras especies animales), pero no creía que estas variaciones estuvieran lo suficientemente estructuradas y concordantes como para permitir una identificación útil de los patrones geográficos generales. Pensó que se podían estudiar caracteres individuales, y estos podrían mostrar patrones geográficos, pero que los patrones eran discordantes entre los caracteres. (Enlace del original).
Así que Wilson, según esta explicación, estaría tan traumatizado con sus experiencias amargas por las reacciones contra la sociobiología, que defendería a cualquier impostor intelectual que se viera presionado por los mismos que lo presionaron a él, siempre en nombre de la libertad académica. La "hipótesis de la ingenuidad" se vería reforzada por el hecho que Wilson jamás mostró actitudes ni tesis racistas en sus libros, artículos ni presentaciones. Esta será una explicación similar presentada por colegas cercanos a él, aunque otros se mostraron más decepcionados, como la presidenta de la Fundación E. O. Wilson para la Diversidad.
La declaración de la Fundación E. O. Wilson
Establecida en 2005 para honrar y continuar el legado científico y conservacionista del entomólogo, la Fundación E. O. Wilson lanzó un comunicado impactante, el 15 de febrero:
La Fundación EO Wilson para la Biodiversidad, su Junta Directiva y personal rechazan el apoyo del profesor Wilson a Rushton. Reconocemos los efectos insidiosos del racismo sistémico. Tal racismo estructural, ya sea que opere intencionalmente o no, otorga ventajas injustas basadas en la raza y efectos nocivos, incluso maliciosos, en los demás. La aparente defensa del profesor Wilson de la línea de investigación de Rushton sin examinar las implicaciones del daño que podría causar a las personas es uno de esos efectos.
La Fundación EO Wilson para la Diversidad no aprueba ni apoya el racismo, en ninguna forma, ni lo tolera por parte del personal, socios y contratistas. Reconocemos que siglos de racismo, violencia, discriminación y marginación, incluso en las ciencias, han obstruido la participación de personas negras, latinas, indígenas y asiáticas y comunidades de color en la conservación y en otros lugares, y nos comprometemos a ser parte de romper este ciclo.
El mensaje, firmado por la presidenta de la fundación, Paula J. Erlich, dejaba pocas dudas sobre el reprobable actuar de Wilson en la investigación contra Rushton. La declaración no fue bien recibida por quienes defendieron desde un inicio a Wilson. Michael Shermer, por ejemplo, lanzó un tweet furioso:
Tal vez deberían investigar un poco antes de doblegarse ante la chusma woke con la esperanza de salvar sus puestos de trabajo. Cobardes sin espinas; y están equivocados.
Sobra decir que el mensaje de Shermer da por hecho que la fundación no conoce o no sabe investigar, que se han doblegado ante un grupo imaginado por el propio Shermer (la "chusma woke"), ya que el mensaje de la fundación hace explícita referencia al artículo de Farina y Gibbons, quienes hicieron un trabajo de investigación documental, que nada tiene que ver con ataques ideológicos. Por supuesto, los detractores del artículo mencionan que fue publicado en Science for the People, una publicación de orientación marxista, famosa por ser la principal fuente de ataques contra la sociobiología durante los años más intensos del debate sobre esta disciplina. No es sorprendente que esta revista se uniera a la renovada controversia sobre las opiniones de Wilson sobre la raza, pero termina siendo irrelevante si las correspondencia sí revela apoyos explícitos a las teorías raciales de Rushton.
Después de las polémicas, el 18 de abril Erlich editó y amplió la declaración de la fundación, moderando el tono y ofreciendo una de las citas de Wilson que se encuentra en Sobre la naturaleza humana (2004):
la mayoría de los científicos han reconocido durante mucho tiempo que es un ejercicio inútil tratar de definir razas humanas discretas. Tales entidades de hecho no existen. De igual importancia, la descripción de la variación geográfica en un rasgo u otro por parte de un biólogo o antropólogo o cualquier otra persona, no debe llevar consigo juicios de valor sobre el valor de las características definidas.
Esto, sin embargo, no significa una retractación, y como asegura en su nota a pie, "la Fundación EO Wilson para la Biodiversidad ha revisado la correspondencia desde la publicación de nuestra declaración en febrero, y nuestra posición no ha cambiado. Continuaremos examinando y reflexionando sobre la oportunidad de demostrar nuestros valores mientras llevamos a cabo nuestra misión."
¿Vigilantismo científico? La respuesta de Bert Hölldobler
Cuatro días después de la publicación del artículo de Farina y Gibbons en Science for the People, los historiadores de la ciencia Mark Borrello y David Sepkoski publicaron su aporte original al asunto en The New York Review of Books, con un artículo de título bastate sugerente: " Ideology as Biology", lo que a su vez recuerda al libro de Dick Lewontin, Biology as Ideology (1991), que no parece coincidencia. Aunque parece que, en un inicio, el artículo de Borrello y Sepkoski fue (más o menos) opacado por el de Farina y Gibbons, no pasó mucho tiempo desapercibido, especialmente por uno de los que más se han desgarrado las vestiduras a lo largo de esta renovada polémica: el ya citado editor de la revista Skeptic, Michael Shermer.
Con el fallecimiento de Wilson, Skeptic no publicó uno, sino dos tributos a Wilson, uno del psicólogo Frank Sulloway y otro del biólogo Mark Moffett (ambos pupilos del difunto entomólogo), junto a una entrevista a Wilson realizada en 1998 por Frank Miele para la misma revista. Después de las publicaciones de Science for the People y del New York Review, Shermer buscó que los "aliados" de Wilson hablaran en favor de su colega muerto, incapaz de defenderse de estos nuevos escritos, que consideró como ataques difamatorios (lo que ha recalcado varias veces). El más importante en responder al llamado de Shermer fue el entomólogo y coautor de varias de las obras de Wilson, Bert Hölldobler. Shermer también haría una respuesta amplia, especialmente después de un agrio intercambio de tweets con David Sepkoski, aunque todo esto lo revisaremos con más atención en otra ocasión, junto al artículo del New York Review (spoiler: parece que Shermer ha quedado muy mal parado). Por el momento, nos concentraremos en la respuesta de Hölldobler, quien la publicó en un artículo tan sugerente como el de Borrello y Sepkoski: " Self-Righteous Vigilantism in Science".
Usando como título la misma acusación que Wilson usó de " vigilantismo farisaico" contra sus críticos, hay que admitir que Hölldobler tiene buenos argumentos contra el caso más extremo (y lamentable para quienes admiramos a Wilson), en donde el difunto entomólogo sería un supremacista blanco. No parece ser el caso, y Hölldobler lo argumenta así (desde la experiencia de años hasta citas contundentes):
*En todos sus años de trabajo junto a Wilson, nunca escuchó afirmaciones racistas de parte de su colega muerto. Sobre Rushton (el psicólogo supremacista al que el autor de Sociobiology le prestó apoyo en momentos de crisis), Wilson nunca lo citó en ninguna obra y tampoco lo mencionó jamás frente a Hölldobler, lo que le sugiere que no tomaba en serio su trabajo o lo ignoraba por completo.
*Wilson ya había sido acusado de racismo o, al menos, se había enfrentado a acusaciones que ligaban el determinismo biológico (inherente a la sociobiología) con el racismo, y lo había hecho de forma magistral, exponiendo la "trampa peligrosa de la sociobiología" de la falacia naturalista (confundir el "es" con el "deber ser"), que los sociobiólogos debían evitar a partir de una constante vigilancia en su propio trabajo.
*Hölldobler además cita a quien fue el principal detractor de Wilson, Richard Lewontin, asegurando nada menos que:
La sociobiología no es una doctrina racista, pero cualquier tipo de determinismo genético puede y alimenta otros tipos, incluida la creencia de que algunas razas son superiores a otras. Sin embargo, esto está muy lejos de la intuición de Wilson. Debido a que Wilson se preocupa por los universales de la naturaleza humana, su punto principal es que todos somos iguales.
Dicho de otro modo, aunque a Lewontin sí le preocupaban las consecuencias sociales del determinismo biológico de propuestas como la de la sociobiología, para él resultaba evidente que Wilson no difundía ni apoyaba el racismo. Es verdaderamente triste saber que Lewontin (y otros colaboradores de Science for the People) le llegó a confesar a Hölldobler que tergiversaba a propósito a Wilson porque veía su lucha como una guerra política, más que una controversia científica, y siendo así, había que ganar sin importar los medios.
*Quizás el mejor argumento sea el conjunto de citas de E. O. Wilson en sus obras, hablando sobre el asunto del racismo, como esta: "La mayoría de los científicos han reconocido durante mucho tiempo que es un ejercicio inútil tratar de definir razas humanas discretas. Tales entidades de hecho no existen."
Y es que, la sociobiología humana propone nada menos que "la esperanza y el orgullo y no la desesperación son el último legado de la diversidad genética, porque somos una sola especie, no dos o más, un gran sistema de crianza a través del cual los genes fluyen y se mezclan en cada generación. Debido a ese flujo, la humanidad vista durante muchas generaciones comparte una naturaleza humana única dentro de la cual las influencias hereditarias relativamente menores se reciclan a través de patrones siempre cambiantes, entre los sexos y entre familias y poblaciones enteras."
Si Wilson no fue un racista ni tampoco apoyaba ideas semejantes, ¿por qué apoyó y recomendó en su momento a un reconocido supermacista y realista racial como Philip Rushton? En opinión de Hölldobler, todo se reduce al trauma de Wilson sufrido por las múltiples (y en ocasiones, violentas) críticas contra su persona al ser acusado de racista por sostener la sociobiología humana:
Habiendo mirado ahora el trabajo de Rushton con mayor atención, es claro para mí que Ed no pudo haber puesto mucho escrutinio al trabajo de Rushton sino que estaba motivado por la impresión que obtuvo de la propia descripción de Rushton de su situación, a saber, que él estaba siendo perseguido por ideólogos de extrema izquierda, como lo había sido el propio Wilson después de la publicación de Sociobiology. Tenga en cuenta también que Rushton tenía sólidas credenciales académicas como ex becario John Simon Guggenheim y miembro de la Sociedad Canadiense de Psicología. Sin embargo, la recomendación de Ed de un manuscrito enviado por Rushton a la revista Ethology and Sociobiology, en el que Rushton aplicó erróneamente el modelo de selección r/K de Wilson, fue en mi opinión un grave error de juicio. Cuando Wilson alentó a Rushton a seguir esta línea de investigación y le aconsejó que no se desanimara, advirtiéndole en un momento que "todo el asunto se vería empañado por cargos personales de racismo hasta el punto de que la discusión racional sería casi imposible", supongo que la respuesta de Wilson estuvo teñida por su propia y dolorosa experiencia y decisión de continuar con su trabajo a pesar de los ataques viciosos de Science for the People, en lugar de un examen en profundidad del artículo de Rushton. Si pudiéramos preguntarle a Ed hoy, estoy seguro de que diría: "Cometí un error, me equivoqué". ¡Pero un error de juicio al revisar un artículo para una revista no convierte a Ed Wilson en un racista o en un promotor de la ciencia racial!
Vale la pena detenerse en esta hipótesis: primero, por el lado bueno, es una hipótesis que parece ser consistente con el resto de argumentos y conocimientos que tenemos sobre el pensamiento de Wilson (similar a lo que adelantaba Greg Mayer), además que se trata de la interpretación más benevolente que se puede dar (Wilson estaba evidentemente sesgado por su propia experiencia, así que se olvidó de ser científico y se volvió promotor de Rushton solo porque estaba viviendo una situación similar a la suya, aunque nunca se detuvo a analizar si en su caso, las acusaciones de racismo estaban justificadas realmente). Por otro lado, es básicamente una disculpa rápida a Wilson, buscando que el tema quede zanjado, y en parte basados en evidencia anecdótica y en dar por hecho que el testigo (Bert Hölldobler) dice la verdad, aunque no lo podamos demostrar del todo (la mayoría de los argumentos expuestos, a lo mucho, son circunstanciales y no demuestran la verdad de esta hipótesis).
Quizás lo único que le reclamaría a Hölldobler es esa enorme falacia de consecuencias adversas que colocó hasta el final (sospecho que en parte culpa de Shermer, quien ya la había repetido en acusaciones al artículo de Borrello y Sepkoski), asegurando que quienes han expuesto este asunto de la correspondencia Willson-Rushton, y con "la cultura actual de hipersensibilidad a todos los asuntos de raza y racismo, tenían que saber que hundirían la reputación de uno de los más grandes científicos de nuestro tiempo." La reputación de Wilson fue juzgada durante décadas por muchas personas, y por más o menos los mismos cargos. Y el único que realmente debía estar interesado en eso, era el propio Wilson, quien ya no está. No debatir los puntos más complejos y controvertidos "de uno de los más grandes científicos de nuestro tiempo" solo por cuidar su reputación, es un reclamo puritano que no tiene cabida en este asunto.
Aún así, me parece, es un caso relativamente sólido, y acaba haciendo una de las defensas mejor argumentadas en favor de Wilson. Michael Shermer buscaría complementarla con un aporte personal, así como con la publicación de una carta del antropólogo Melvin Konner complementando el comentario de Hölldobler. Pero ni Hölldobler, y mucho menos Shermer, zanjaron el debate, y la crítica no se hizo esperar. El historiador David Sepkoski no quedó convencido de las afirmaciones de Hölldobler por tratar de forma superficial lo que él y Borrello expusieron por un lado, y por otro, el agrio intercambio con Shermer continuaría, acusándose mutuamente de estar sesgados y calumniando.
La controversia Shermer-Sepkoski nos ocupará un artículo entero, por lo que continuaremos en otra ocasión.