Este tipo, Carmelo Gómez, ni tan siquiera tenía lo que hoy se llama un “físico espectacular”, en cambio sí sabía actuar, lo cual es un buen detalle si eres actor. E incluso, hacía buenas pelis. Su rostro podía colmar la pantalla. Todavía mantengo fresca en la memoria de mi retina la memorable Vacas (1991), cuando Julio Médem era Julio Médem y no una sombra en busca de la inspiración perdida.
Echo de menos a Carmelo Gómez