Revista Opinión

Ecodependencia

Publicado el 07 octubre 2013 por Vigilis @vigilis
Si un mérito hay que reconocer a la ultraizquierda antidemocrática es su capacidad para no rendirse. Estos esforzados heraldos de la revolución que nunca llega, estos apasionados corifeos del odio, estos entusiastas escoltas de la muerte de la belleza y bondad que hay en el mundo, no se desalientan. La dicha que proporciona la desdicha como motor vital.
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En este camino de destrucción en el que se nos quieren llevar a todos por delante, inventan épicas y relatos, a cada cual más desternillante. Y lo hacen por múltiples frentes, mérito que sin duda merece un reconocimiento. Uno de esos frentes es el de la supuesta lucha por el cuidado del medioambiente. No hay que rascar mucho para observar que ONG ecologistas forman parte de esta estrategia. Por ejemplo, Ecologistas en Acción, que son una banda de buena gente, promociona el libro de un fulano que se inventa (creo) el concepto de ecodependencia. Inventar términos y conceptos forma parte de este juego. Esa ecodependencia es algo de lo que grupos ecologistas del entorno aberchale se hacen eco. No hay novedad aquí acerca del significado de la ecodependencia, es tan sólo un nuevo término para explicar las bondades del antidesarrollismo.
En la propaganda sobre la ecodependencia, hay una frase que me llama la atención: «vivir vidas que merezcan la pena». Estos hijos de la retórica son tocados por Cthulhu para decirnos qué clase de vida merece la pena. ¿Hace falta decir que es así cómo empieza la destrucción? No hay nada más destructivo que un fulano con una agenda que te diga que te va a ayudar a vivir mejor. Característica común entre esta ultraizquierda, las sectas destructivas y los psicomaníacos.
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Y a eso dedican sus energías y parte de los impuestos que tú pagas, amigo conductor. Como los mileniaristas, braman sobre lo cerca que está el fin del mundo. O cambias tu forma de vivir por la forma que ellos te dicen, o serás culpable de un cataclismo. Sólo los justos entran en el paraíso de abundancia y felicidad que prometen.
En concreto, el antidesarrollismo —que es una cosa para mear y no echar gota—, se basa en un par de principios muy sencillos y como todas las sectas, en ideas-fuerza muy difíciles de desmentir si no es con una larga explicación. Ejemplos son «los recursos del planeta son finitos» y «existe un punto de equilibrio para que el hombre conviva con la naturaleza sin destruirla (porque la estamos destruyendo, según estos)». Es simple casualidad no buscada (no, qué va) que asumir estos principios conlleve necesariamente la negación del libre albedrío, la competencia, el mercado libre (no hablo de capitalismo, el mercado llegó antes que el capitalismo) y sis temas de convivencia que dejen a la gente en paz la mayor parte del tiempo. Eh, no les culpo, el viejo comunismo ya no se puede disimular, así que cambian el nombre y los conceptos para ver si hay suerte, la gente pica y los elegidos construyen esa mañana gloriosa, resplandeciente, que nos traerá la redención.
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Como digo, hacen falta más de dos frases para desmentir estos mensajes tan simples como peligrosos. Es cierto que los recursos del planeta Tierra son finitos. Tan cierto como que la energía que nos proporciona el Sol también es finita. De hecho, la cantidad de energía que existe en el universo es finita. Y constante. Oh, cielos, los recursos del universo son finitos, voy haciendo las maletas para mudarme a otra dimensión. Chanzas aparte, lo que hay que tener en cuenta es de qué cantidad de recursos terrestres finitos hablamos. El agujero más profundo que se hizo a la corteza terrestre es de unos diez kilómetros, hasta el centro del planeta hay más de 6.000 kilómetros. Jugar con el desconocimiento de las cantidades expresadas hace que la palabra "finito" tenga tintes dramáticos.
«¡Nuestro consumo de recursos es enorme, debemos parar ya!». Ciertamente cada vez más personas en todo el mundo consumen más recursos. Y es una buena noticia. Cada vez más personas acceden al alcantarillado, al horno y a la nevera. Y a la televisión. Cada vez más y más personas en todo el mundo dedican menos horas al día a pagarse el sustento y pueden emplear parte del tiempo ganado en otras cosas. Sin duda, para los iluminados esto es algo malo porque "desconecta al hombre de la naturaleza". Para la gente normal, sin embargo, esto significa pasar más tiempo con los hijos, empezar la escuela más temprano, acceder a medidas de planificación familiar, aumentar la esperanza de vida y lo que para mi es clave en la evolución del llamado Tercer Mundo: aumentar el nivel de escolaridad de las mujeres en edad de tener su primer hijo (algún día explicaré por qué esto es importante).

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Citius, altius, fortius.

Si medimos la superficie de terreno necesaria para alimentar a una persona durante un año, nos sorprenderá ver que cada vez requerimos menos espacio. El uso de combustibles fósiles sustituye al forraje, el empleo de pesticidas y transgénicos asegura más cosechas... El aumento —en términos generales— de la ganancia, significa más inversión en el cambio tecnológico. Este cambio tecnológico es el que hace que hoy en día el apestoso aire de Londres sea más respirable que el putrefacto aire de Londres de hace cien años.
Parece que cuanto más conectado estaba el hombre a la naturaleza es en la época anterior al descubrimiento del fuego. No caeré en el chiste fácil de decir que estos neocomunistas quieren volver a la caverna (en concreto, que tú te metas en una caverna porque a ellos les da la gana). Supongo que ellos tienen un libro secreto, en lo más profundo de la ciudad sumergida de R'lyeh, que dice exactamente el nivel de consumo energético que puedes disponer para vivir esa vida que ellos dicen que "merece la pena". Una vez eliminado el pequeño problema de toda esa gente que quiere mejorar su vida, darle lo mejor a sus hijos, ganar una carrera, buscar mejores oportunidades, etc. Y una vez establecido un gobierno mundial que administre los recursos del planeta en millones de asambleas de porretas que accedan al hermético conocimiento del libro de Cthulhu, la cosa está fácil.
Dicho esto, se me ocurre que estos amigos de la tristeza y el dolor puede que establezcan estos objetivos tan pintorescos como irrealizables porque así tienen la excusa de estar protestando siempre. Igual es que les entra fatiguita cambiar el aceite a un coche, reservar vuelos a una familia que va de vacaciones o limpiar la mierda de otros en los baños de un bar. No, seguro que no es nada de eso, seguro que tienen fe en ese alba de gloria que redimirá al género humano en algún incierto momento de un futuro lejano. Como esas sectas de pirados que nunca terminan de construir la embajada para cuando lleguen los extraterrestres.
Siempre recomiendo este libro

https://www.youtube.com/watch?v=rpEWwIb0Xxg

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