Revista Ciencia
Tras varios días de lluvia, después del seco verano mediterráneo, el linaje de vegetales más antiguo del planeta reanuda su discreta vida en nuestro monte. Son ecos de un pasado tan remoto como no es posible imaginar, seres cuya forma apenas ha cambiado a lo largo de abismos de tiempo de miles de millones de años. Los podemos encontrar bajo el aspecto de pequeñas gelatinas verdosas esparcidas sobre los calveros de suelo desnudo; bajo un microscopio, su aspecto es como el de este dibujo: cadenas de células verdes inmersas en una matriz hialina. Estas células son del género Nostoc, de la estirpe de las cianobacterias - las primitivas algas cuya actividad oxigenó la atmósfera hace unos 2.500 millones de años. Las cianobacterias se cuentan entre los colonizadores pioneros de la tierra firme, cientos de millones de años antes de que las primeras plantas iniciaran su odisea sobre los continentes. Musgos, hierbas o árboles, comparados con Nostoc, son unos recién llegados. Pensando sólo en animales y plantas, a menudo se dice que las especies vienen y van, que cada especie que surge suele estar destinada a extinguirse en unos pocos millones de años como mucho. Sin embargo, para las cianobacterias, para los microbios en general, las reglas del juego son distintas. Sobreviven desde la noche de los tiempos, antes incluso de que se iluminasen muchas de las estrellas que conocemos...